El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la Organización de las Naciones Unidas sí existe y en la actualidad lleva adelante en 13 puntos del globo terráqueo misiones para la solución de conflictos.
Esta institución inició operaciones en el Oriente Medio en 1948, cuando se aprobó la vigilancia armada con motivo de la tregua entre Israel y las naciones árabes, para luego hacerse presente el venidero año en Pakistán por la dificultad territorial con la India.
La DOP (por sus siglas en inglés) fue incorporada administrativamente al organigrama de Naciones Unidas a partir de 1956.
Naciones Unidas en su informe de 2019 sobre las operaciones llevadas a cabo destacan haber incorporado a 102.554 funcionarios. De estos, 88.268 son personal uniformado, 12.392 civiles y 1.354 son voluntarios.
La efectividad en la mayoría de sus incursiones llevó a otorgarle a la organización el Nobel de la Paz de 1988.
Los anales de la historia contemporánea reseñan como el mayor enfrentamiento, luego de la Segunda Guerra Mundial y la guerra fría, el proceso independentista de los territorios de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia de la entonces República de Yugoslavia.
Tal altercado duró desde 1991 hasta 2001, con la actuación estelar de Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, las Naciones Unidas y la unidad política de las naciones europeas ante una guerra genocida cuyos actores terminaron siendo juzgados -el serbio Slobodan Milošević y el croata Franjo Tuđman– por crímenes de lesa humanidad. Los desplazados logran la independencia de sus pueblos con la incondicionalidad de organizaciones como la OTAN, la Unión Europea y las Naciones Unidas; de no haber recibido tal bastón hoy sobrevivírían en apartheid o esclavitud étnica.
En Venezuela, el conflicto del pueblo versus las fuerzas comunistas represivas lleva más de 20 años y conforme a declaraciones que diera a Infobae el director del Observatorio Venezolano contra la Violencia, Roberto Briceño León, el noticiero digital tituló: ”Los escalofriantes números de la violencia en Venezuela: más de 300.000 asesinados en 20 años de revolución chavista”.
Después de leer en detalle a Briceño León, el análisis que realiza desde principios de siglo hasta nuestros días me lleva a establecer comparaciones con hechos recientes, siempre con el ánimo de enaltecer la libertad de la cual gozan los pueblos ocupados en el pasado por la tiranía comunista en la Yugoslavia de la Europa oriental.
También a reclamar para mi Venezuela ante los mismos organismos internacionales involucrados en el conflicto Bosnia-Herzegovina soluciones ejemplarizantes cargadas de una gran valentía que estén a la altura de una nacionalidad oprimida que se defiende con valor inusitado en las calles y calzadas de la geografía propia contra la presencia armada del gobernante invasor, proveniente de tierra extranjera y apoyado por grupos terroristas de lenguaje inentendible.
El paso del tiempo nos hace merecedor de una cifra que en nada nos enaltece. Durante la guerra de 10 años en Macedonia-Serbia fallecieron entre 130.000 y 200.000 personas y fueron obligados a desplazarse millones. En Venezuela, el hampa común apoyado por el gobierno de Hugo Chávez y Maduro es el responsable de 300.000 muertos en 20 años.
Para 1998, último año bajo plena democracia, se reportaron 19 muertos por cada 100.000 habitantes; en 2019, el mismo concepto registra 81,4 fallecidos por igual indicativo.
Durante el inicio del gobierno de Nicolás Maduro la radicalización de la tiranía saca a la luz una consecuente violación de los derechos humanos, bajo el amparo de una funesta organización paramilitar denominada Operación de Liberación del Pueblo, responsable de nacientes delitos como el ajusticiamiento extrajudicial.
En Venezuela más de 60% de los asesinados tenía entre 14 y 29 años de edad; 90% eran hombres y la mayoría pobres.
Al igual que los exciudadanos de Yugoslavia, instituciones regionales fijaron su posición contra la persecución de naturales. Los venezolanos tenemos el apoyo de 60 países en el mundo que piden la salida de Nicolás Maduro, pero nada, sigue ahí; débil, sí, pero sigue ahí.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos, el corajudo Luis Almagro, lucha a diario por una salida en paz para los venezolanos. Mientras, los hijos de Bolívar esperan ver partir al tirano por cualquier vía.
Los países miembros de la ONU se hacen los distraídos, mientras Donald Trump impone sanciones que no tumban a Maduro, responsable de la muerte de más personas que las fallecidas en la guerra intestina de la ex Yugoslavia.