El domingo me topé con una columna de Gonzalo Banda en El Comercio (“Es la política, estúpido”). La idea principal expuesta por el analista político se puede resumir en que la posible recesión en la está entrando el Perú tiene como causa fundamental la inestabilidad política.
Para sostener su argumento, Banda recurre a un menjunje de americanismos cliché, una línea de una popular canción, una inoportuna referencia al futbol sudamericano, y, al menos, una referencia a un especialista en riesgo político. Lamentablemente, pareciera que todo su argumento no solo está construido alrededor de esta cita, sino que es únicamente esta cita.
Si bien, puedo coincidir con Banda en ciertos aspectos de su diagnóstico vinculados con el fenómeno político, tales como el fracaso del proceso de la descentralización o la falta de esfuerzos colectivos para realizar reformas; percibo que, para vender su punto, incide desproporcionadamente en lo político.
Así, el politólogo de LSE omite ciertos factores que han sido fundamentales para que, al menos este año, el Perú haya decrecido durante dos trimestres consecutivos, a saber: el fenómeno del Niño Costero y las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte.
No es casualidad que los sectores que se han contraído hayan sido los sectores pesca y agropecuario, los cuales fueron directamente perjudicados por las condiciones climáticas atípicas generadas por el Niño Costero y el ciclón Yaku.
Asimismo, las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte afectaron gravemente otros sectores como comercio, manufactura y construcción y esto tampoco se analiza, pues, aparentemente, señalar al pueblo insurgente no sería muy cómodo para su relato.
Por otro lado, se habla de una manera genérica de la clase política y no se señalan a responsables directos como el hoy detenido Pedro Castillo quien, conociendo de antemano el fenómeno del Niño con meses de anticipación, no realizó trabajos de prevención. Él también es responsable del pésimo proceso en la adquisición de la urea, insumo imprescindible para la agricultura, cuyas cosechas hoy se han visto mermadas también por esta negligencia.
Finalmente, me llamó la atención que, con respecto a los ciclos de abundancia en Perú, Gonzalo solo considera aquellos a partir del 2001, “desde que el Perú retorno a la democracia” (así, sin tilde). Y no, Gonzalo no se olvidó que desde 1993 hasta 1997, antes de la crisis asiática y el fenómeno del niño, Perú creció un promedio de 7.85% anual. Tuvo que omitir este período porque desmentía la premisa que escribió líneas antes y que es central en toda su columna, a saber: “Hay evidencia empírica de que la democracia lo hace mejor que las autocracias y los populismos en términos económicos y políticos”.
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú