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No son ilegales… son migrantes, refugiados y desplazados

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En honor de los expulsados, criminalizados y asesinados en el exilio.

 La rapidez con la que se mueve la vida a través de las redes sociales nos mantiene ocupados en diferentes y variados trending topic; si lo traducimos al español, podríamos decir que se habla sobre lo que está de moda.

La actualidad se comenta según lo último que esté en el tapete. Que puede llegar a ser desde un pastor corrupto al que le negaron la entrada a Estados Unidos, la tendencia suicida de una actriz y animadora que lleva meses amenazando con quitarse la vida, o el concierto de Servando y Florentino, por ejemplo.

Todos estos eventos y tantos otros se mantienen en ese escaparate público en el que se convirtieron Twitter, Instagram y Facebook, por supuesto, con sus respectivas polémicas, análisis y tendencias.

De repente todos somos periodistas, psicólogos, jueces y hasta abogados. Así de un momento a otro nos convertimos en inquisidores virtuales.

A través de la velocidad y de la inmediatez de las redes sociales el ciudadano tiene la oportunidad de dar a conocer su opinión, de decir lo que piensa demostrando que en muchas ocasiones ni siquiera piensa lo que dice.

Fue el filósofo, matemático y físico francés René Descartes quien dijo: “cogito ergo sum”, traducido luego como “pienso, Luego existo”.

Solo que en las redes pudiéramos decir: “Tuiteo, luego pienso”, aunque pocas veces se piensa.

A través de las redes podemos estar al día con lo que ocurre con los migrantes venezolanos, una diáspora forzada y obligada que está enfrentando una serie de amenazas solo por ser venezolanos.

La situación del éxodo no tiene punto de comparación en el continente americano, nunca un país de la región había tenido una situación de este tipo.

La historia nos ha mostrado el éxodo cubano, quienes arriesgaban sus vidas en precarias balsas para huir de la isla del mal; también hemos conocido el movimiento de ciudadanos colombianos huyendo de la guerrilla y de los paramilitares; igualmente, los grupos de caminantes que recorren diferentes países de Centroamérica quienes huyen de sus países en búsqueda del ansiado sueño americano.

Recientemente hemos conocido algunos eventos y noticias sobre diversos sucesos que están relacionados con los venezolanos en el exilio que han tenido que huir del país por la férrea dictadura que azota con mano dura a toda la nación.

Todos estos hechos han sido muy duros, eventos que nos han lastimado en lo más profundo de nuestra identidad nacional, como si no fuese suficiente lo que vivimos y padecemos dentro del territorio nacional ahora somos víctimas de persecuciones, estigmatizaciones y señalamientos solo por nuestra nacionalidad.

No basta con la violencia y la criminalización que hemos padecido desde los últimos 21 años cuando Hugo Chávez comenzó su proceso de ataque sistemático y que luego Nicolás Maduro perfeccionó, sino que ahora son los gobernantes de otros países quienes aplican medidas de persecución y deportación contra venezolanos que han llegado a sus países.

Comenzamos a ver discursos de odio promovidos por autoridades municipales, regionales y nacionales de estos países receptores que azuzan actos de racismo y discriminación en contra de venezolanos a pesar de los exhortos de los organismos internacionales como la ONU, la Cruz Roja y Acnur para que estos sean reconocidos como desplazados y migrantes que huyen de su país de origen.

Desde el momento en que la persona desplazada cruza una frontera internacional y se acoge a los instrumentos jurídicos pertinentes, adquiere la condición de refugiado en virtud de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define a un migrante como cualquier persona que se desplaza a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de: 1) su situación jurídica; 2) el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento; 3) las causas del desplazamiento; o 4) la duración de su estancia.

Al parecer, algunos gobiernos no han entendido la gravedad que enfrentan los venezolanos que los hace huir en busca de mejores condiciones de vida, condiciones que les permitan obtener al menos seguridad ciudadana, salud, trabajo y educación; derechos negados en Venezuela.

La medida aplicada por el gobierno de Trinidad y Tobago y Chile, que decidieron expulsar de su territorio a un grupo de inmigrantes, va en contraposición a los pactos y tratados internacionales que estos países han firmado y reconocidos que reconocen a la población venezolana como refugiados y les otorga protección.

Son, según Acnur, 5,4 millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela dispersas en todo el mundo.

A pesar de las cifras y de las historias que vamos conociendo, existe la particular posición ya no solo de algunos residentes nativos en algunos países de acogida sino también la postura asumida por algunos compatriotas que justifican las medidas de expulsión y de criminalización en contra de los migrantes sin papeles.

Estos inquisidores modernos, a través de las redes sociales, buscan deslegitimar el derecho humano de movilidad con argumentos cargados de complejos y traumas vividos demostrando un profundo desconocimiento e ignorancia.

Promueven como eslogan: “Yo me salve, jódete tú” como si la mayoría de los que ya están legales no entraron a estos países con visa de turista, pero con el título universitario escondido porque desde el principio buscaban quedarse en el país de origen, algunos hasta se llevaron un budare para las arepas.

Me recuerdan a los personajes judíos que trabajaban con los nazis en los campos de concentración quienes eran esa especie de patriotas cooperantes, acusando y vigilando a sus compañeros solo por la certeza de sentirse protegidos.

¿Se puede justificar que todo migrante debe ser acogido en el país de origen? No, hay formas y maneras para que los países puedan hacer frente a este fenómeno que ya se venía advirtiendo desde hace no menos de 10 años, pero no es mediante procesos masivos de deportación y expulsión la manera correcta de hacerlo.

¿Pueden los países de acogida implementar medidas para frenar el ingreso de migrantes ilegales? Si, algunos ya han aplicado algunas, sin embargo, ya estando los migrantes en el territorio nacional estos países deben desarrollar políticas de protección ante la vulnerabilidad en la que se encuentran estas personas.

Todos somos ciudadanos del mundo, migrar es un derecho humano, lo inmigrantes no sobran; sobra el racismo.

Piensa, luego tuitea.

@andcolfa

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