«Las teorías políticas no deberían surgir para demoler el corporativismo que desarrolla repúblicas, sino fortalecerlo»
Dos funcionarios de The Creole Petroleum Company llegaron a nuestra asignada residencia empresarial. Yo era un infante curioso, atento a cuanto sucedía en derredor. Estaba inquieto frente a esos señores que mi madre, con afabilidad, invitó acomodarse en una butaca grande.
—Le diré a mi esposo que ustedes ya están aquí –dijo, sonriente-. Los esperaba. Iré [a] buscarlo.
Ella no me conminó ir hacia mi habitación, lo cual me agradó. Miraba, intrigado, a los señores norteamericanos. También se fijaban en mí, sin pronunciar palabras.
—¡Oh, caramba, Marcelino! –exclamaron los visitantes cuando apareció mi padre, enratonado, sujetándose la cabeza con la mano izquierda-. Parece dolerle, Mister Jiménez […]
—Los jefes grandes Duprey, Morrison, Well y mi hermano Chalao me invitaron celebrar que seré ascendido –justificó, rápido, e intentó lucir menos afectado por el trasnocho.
—Antes que sea firmado su nombramiento, Marcelino, debe usted respondernos algunas preguntas. ¿Tiene hijos mayores, universitarios o en el high school, que participen en disturbios contra Estados Unidos y sean comunistas? ¿Ya se inició en la masonería?
—El mayor sólo tiene 12 años –esclareció-. Todos son pequeños. Está previsto que mañana ingrese a la masonería.
—¡Oh, muy bien, Marcelino! Entonces, no hay problemas. The Creole Petroleum Company es una corporación que no admite en su staff a simpatizantes del comunismo. Ud. tendrá la responsabilidad de supervisar la producción de dos pozos de petróleo, cada uno de los cuales genera 200.000 dólares diarios. A los comunistas no les gusta trabajar, no tienen ética y agitan a los obreros para convertirlos en nuestros enemigos.
—¡All right, friends! […]
—Yes, Yes: everything will be fine with you –proferían mientras, al unísono, se levantaban para luego palmear los hombros de mi progenitor-. You are welcome […]
—¿Quieren café?
—No, no, Marcelino: tenemos que entregar informes a la Superintendencia. Fue un placer conocerlo, también a usted, señora Ure.
No fue una entrevista tediosa, con preguntas y respuestas repetitivas: sino breve y contundente. Permanecerá imborrable, en el disco rígido de mi cerebro.
@jurescritor