Es un acto despreciable y bárbaro el que se cometió contra George Floyd y me refiero al arresto que terminó acabando con su vida. El responsable de este crimen es el policía de Minneapolis Derek Chauvin, quien ha sido arrestado y acusado de homicidio. Lo que se avecina es una dura batalla legal en un ambiente crispado por acusaciones de racismo en una sociedad que aún trabaja intensamente por sanar las heridas de su pasado.
Buena parte de la población se ha lanzado a las calles a reclamar justicia para George, la protesta se ha extendido por todos Estados Unidos reclamando justicia. Pero, lamentablemente, también hemos observado saqueos y violencia liderada por algunos factores de la ultraizquierda, un hecho conocido por los venezolanos, pues es el típico comportamiento que emplean los tarifados marxistas del chavismo-castrismo que se infiltran en manifestaciones legítimas para generar caos y destrucción, tal cual lo hicieron en Chile y Colombia.
Esta actitud de los matones de la ultraizquierda ha roto el tono conciliatorio que envía la familia de Floyd a la sociedad y sobre lo cual hay que poner realmente el acento, pues ellos han condenado enérgicamente la violencia desatada por estos grupos y hacen un llamado a honrar la memoria de George cambiando a los políticos por la vía del voto.
Ahora que observo con detalle esta acción desnaturalizada de este policía en contra de George, me vienen a la mente los innumerables casos de muerte por asfixia que cometieron los colectivos y la policía de Maduro en contra de los asistentes a las manifestaciones durante 2017. Nos estamos refiriendo a las más de 300 muertes contabilizadas por organismos de derechos humanos y reportadas por testigos. Allí están las fotos de policías maduristas asfixiando a los manifestantes con sus piernas y rodillas, crímenes que han quedado impune. La Fiscalía controlada por Maduro se ha negado a abrir procedimiento contra los policías involucrados en dichos actos; más bien, los ha premiado. Y es que esta, lamentablemente, es la Venezuela de Maduro, donde reina la impunidad y el terror. Al contrario del caso de George Floyd, en el que existe la certeza de que su asesino será llevado a juicio, en un proceso transparente en el que los ciudadanos tienen palabra y decisión, con una opinión pública que presiona para que se haga justicia… Repito, todo lo contrario a lo que sucede en Venezuela: han pasado 3 años desde que los chavistas cometieron estos crímenes en contra de los manifestantes de 2017 y lo que ha ocurrido es una autoexoneración para los perpetradores con la bendición del TSJ ilegítimo.
Los crímenes del régimen de Maduro fueron públicos y notorios, todos los venezolanos supimos de los abominables actos por TV y las redes sociales, las evidencias reposan en la Corte Penal de La Haya; sin embargo, estos criminales confesos siguen en las calles aterrorizando a 30 millones de venezolanos, de eso se trata el régimen de Maduro.
Ahora el mismo Maduro ha salido a declarar con un cinismo sin límite que él también es una víctima de asfixia. En su alocución en TV dijo: «Nos quieren asfixiar como asfixiaron a este joven afroamericano, George Floyd», en referencia a las sanciones de Estados Unidos. La verdad que esto para nada me sorprende proviniendo de este señor que carece de todo sentido de culpa. Yo le preguntaría al señor Maduro, si es que tiene memoria y recuerda, cuántos George su régimen ha asfixiado hasta morir. Esto ocurre ahora mismo a diario, señor Maduro, cuando usted le niega a los venezolanos hospitales y medicina para su salud. ¿A cuántos millones de venezolanos se les ha acortado su vida debido a la negligencia criminal de su régimen, señor Maduro?
Lo cierto es que tiene asfixiados a 30 millones de venezolanos, pero pretende que se haga justicia contra Derek Chauvin, mas no en contra suya. El señor Maduro es la misma especie criminal, pero en un nivel solo comparable a Hitler y Stalin. Sin duda, tendrá su castigo cuando la sociedad internacional observe el caso de asfixia que aplica a Venezuela y entienda que no queda otra opción que rescatar a los venezolanos.
Yo le diría al señor Maduro que no suponga que la sociedad internacional se comerá el cuento de que solos los venezolanos resolveremos nuestros asuntos internos, eso es imposible que ocurra cuando el caso es entre un régimen dictatorial con un ejército armado y una ocupación extranjera armada que le apoya versus un pueblo totalmente desarmado, hambriento y muriendo por falta de medicinas. De hecho, la historia es tan determinante que si esto fuera como piensan en el régimen de Maduro, entonces Hitler, el degenerado líder nazi todavía fuera el dueño de Europa; el emperador Hirohito lo sería pero en Asia, o los soviéticos seguirían dominando la Cortina de Hierro. Pero lo cierto es que esta clase de dictaduras sangrientas y feroces solo tienen el final que se merecen en las cortes de justicia internacional, es cuestión de tiempo antes de que el mundo libre actúe.
“No puedo respirar, Maduro” es el grito de auxilio que lanzan 30 millones de venezolanos a la sociedad internacional a la espera de que alguna fuerza de paz venga en su socorro y los liberen.