OPINIÓN

No pudieron esperar al lunes

por Luis del Val Luis del Val

Marc Murtra

 

Como soy de Letras y no entiendo mucho de Economía, el viernes por la noche, cuando me contó un amigo que habían llamado a Moncloa al presidente de Telefónica para echarlo, me alarmé por si la compañía estaba en quiebra, o había sucedido algo grave. No es normal que se cambie la presidencia de una gran compañía, ni en España, ni en ninguna parte del mundo, en fin de semana, y sin que al aludido se le hubiera comunicado algo previamente.

Luego, a medida que fui recibiendo más información, me tranquilicé, porque se trataba de colocar a un amigo del presidente del Gobierno, Pedro I, el Mentiroso, como presidente de Telefónica.

Bueno, mi sosiego tenía su fundamento en que no tengo acciones de Telefónica, que es que hay algunos amigos del presidente –como el que puso al frente de Correos– que llevan las empresas a la ruina. Parece que no es este el caso, y el amigo del presidente, que va a presidir Telefónica, tiene un buen currículo profesional, pero, eso sí, tanto su nombramiento como presidente de Indra como su ahora designación para dirigir una de las empresas españolas más internacionales se deben a los contactos políticos que inició desde sus relaciones con los socialistas catalanes que hoy gobiernan la Generalitat, donde Salvador Illa aplica, con la elegancia de un mayordomo, todo lo que pide Esquerra Republicana.

No intento restar méritos al nuevo presidente de Telefónica, don Marc Murtra, por supuesto, pero es cierto que, sin su acercamiento al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y sin su amistad con Pedro I, el Mentiroso, es muy difícil que hubiera sido presidente de Indra, hasta el pasado viernes, y presidente de Telefónica, desde hoy.

Yo no soy malicioso, pero hay quienes especulan que, cuando se decidió que parte del dinero de los contribuyentes españoles se dedicara a comprar un importante paquete de acciones de Telefónica, el objetivo era intervenir en el consejo de administración de la compañía para echar a José María Álvarez-Pallete. No acabo de creérmelo, porque para eso tenían que apoyar la medida los de la Caixa, importantes accionistas de Telefónica. Claro que la Caixa acudió a Moncloa para dar su apoyo al amigo del presidente del Gobierno, cosa que me extraña por dos razones: porque el 80 por ciento de su negocio bancario está fuera de Cataluña y porque del secesionismo catalán, y sus mayordomos, se fía tanto que tiene su domicilio social en el paseo de la Castellana de Madrid.

Espero que esas prisas de no esperar al lunes, y celebrar la reunión en Moncloa, no asusten a los accionistas de a pie, que poseen 66% del capital de la compañía, y a los que nadie les ha preguntado. Y deseo que les vaya bien.


Artículo publicado en el diario ABC de España