En alguna ocasión, Mario Benedetti, escribió: “El amor no es una repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual. Es, cómo podría explicarte, un puño de vida”.
Sin embargo, María Alejandra Martín, excelente actriz y maravillosa directora, tomó esa frase para descubrir esa órbita cerrada y con un puño de vida ajena, dibujar a conveniencia una magnífica puesta en escena sobre tablas y coloridas luces. Inolvidable es una obra teatral que, desde que comienza y hasta que termina, cautiva al público con elegancia, humor, canciones y, por supuesto, con el motor que mueve al mundo: el amor.
Qué hermoso sería enamorarnos a diario y ver siempre al ser amado como si fuera la primera vez. Sentir, perennemente, ilusiones nacientes, atracción, pasión, dulzura, y el sortilegio que permite conquistar, una y otra vez, a alguien que nos gusta. Ignacio Izcaray, al escribir Inolvidable, logró eso.
Y como si de un secreto a voces se tratara, autor, directora y actores, con música, canciones, bailes y palabras, dibujan sobre el rostro del espectador, inesperadas sonrisas a través de la nostalgia y de una exquisita añoranza que anhela revivir un amor eterno.
Hay amores que, aunque la mente se empeñe, no se pueden olvidar. Los tenemos grabados por dentro como si, quizás, tal vez el destino, se hubiese dedicado a tatuar en nuestro cerebro vivencias donde el corazón es quien nos involucra. En Inolvidable hay un concepto muy hermoso que debo compartir: “Un olvido es un recuerdo que no encontró el camino de regreso al corazón”.
Y es que el amor que aquí veremos sí tiene un camino, un sendero que marca, enseña, motiva, renace y de nuevo regresa. Es un amor genuino que, con humor y música, nos invita a presenciar un mundo que crece y se hace diferente durante cada instante de desconcierto.
El amor del que les hablo, nació de una atracción inesperada durante un encuentro fortuito. Fue entonces cuando sus protagonistas, Amalia, interpretada por la talentosa Liliana Meléndez y Daniel, representado por el carismático actor y cantante Carlitos Jorgez, se enfrentaron a una serie de coincidencias que, entre boleros y tangos, cambiaron sus vidas. Es esa, estoy casi segura, la repetición a la que Benedetti hace referencia, la órbita cerrada en su propio ritual. Por eso nuestros protagonistas se enamoran y sin darnos cuenta, nos convierten en amantes de su historia.
¿Que si la volvería a ver? Sí, lo haría. Confieso haberme dejado seducir por esta obra porque me hizo reír, me inspiró ternura, suspiré ante amores ajenos y, lo más importante, me hizo ver el amor, el recuerdo y el olvido de una forma diferente. Por todas estas razones, considero un acto de justicia recomendarles que vayan a ver Inolvidable, para que ustedes se enamoren también y comprendan de qué les hablo.
Necesitamos ver cosas bonitas, disfrutar de la felicidad propia y de la felicidad de otros y qué mejor que hacerlo con una historia que podemos hacer nuestra, eso nos hace crecer por dentro y nos hace tener presente que el amor verdadero jamás muere. Y es que, para que el amor no olvide, hay que lograr que la memoria nunca abandone el corazón.
Si quieren confirmar lo que han leído, lo único que tienen hacer es ver esta historia con estos personajes en vivo, así podrán descubrir, además, porque María Alejandra Martín es inolvidable.
Twitter: @jortegac15
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