“No nos cansemos de hacer lo correcto, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos” (Gálatas 6:9)
Hacer lo correcto desde el punto de vista político en Venezuela está escrito en la Constitución. Basta recordar al propio Bolívar: “¿Cuáles son las bases para los diálogos que celebraremos para los tratados que firmaremos de regularización de la guerra y el armisticio?, preguntaba el general Pablo Morillo en nombre del Reino de España al presidente de Colombia Simón Bolívar, en carta firmada el 22 de junio en Valencia. Y contestó Bolívar textualmente: “… me tomo la libertad de dirigir a V.E. la adjunta ley fundamental, que prescribe las bases únicas sobre las cuales puede tratar el gobierno de Colombia con el español”. (El Rosario de Cúcuta, 21 de julio de 1820). Dos meses después, el 27 de noviembre de 1820, en el pueblo trujillano de Santa Ana estaban los dos ratificando los tratados ya redactados y firmados por sus representantes en la ciudad de Trujillo.
Allí tenemos los venezolanos las referencias históricas, bolivarianas para mayor legitimidad, de las “bases únicas” sobre las cuales se deben tratar los asuntos de Estado, entre los propios venezolanos y en igual medida con otros estados.
Pero para mayor orientación están las palabras escritas en el libro sagrado, en la Biblia: “Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes. He aquí, el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta”.
Repasar el recorrido reciente de María Corina por tierras trujillanas es bueno a propósito de esta reflexión. Los trujillanos tenemos mucho tiempo sufriendo el atraso socioeconómico, fruto de sistemas que privilegian determinados lugares que concentran el poder y los recursos, y decidió hacer lo correcto, que está en la Constitución y en la sabiduría bíblica: apoyar la opción que establezca “una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna…”
No nos cansemos de hacer lo correcto, nos interpela la cita del Libro a Los Gálatas. Hacer lo correcto en participación política lo establece el artículo 63 de la Constitución: “El sufragio es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas y secretas”.
No nos desanimemos, no perdamos esta energía que emerge desde los campos, pueblos y caminos de Trujillo. Que sale del corazón de la gente sencilla que tiene alma campesina y que se dio cuenta, abrió los ojos, entró en una nueva perspectiva que indica que el camino del bienestar no es estar pegado a los recursos de ningún gobierno, sino el camino de la libertad, para poderse ganar el pan de cada día, con la garantía que ningún gamonal va a venir cortarle esa posibilidad, garantizada por la llamada “carta magna”.
Somos conscientes de que se están poniendo los sencillos pero fundamentales cimientos de una gran obra. “De estas cosas pequeñas proceden las grandes”. Ese es el sentido profundo del principio de subsidiaridad. Desde cada persona, cada familia y cada lugar se construye la Venezuela Posible. No nos cansemos de hacer lo correcto.