Por lo general, todos los regímenes totalitarios se mueven con las mentiras y apariencias que difunden a través de su hegemonía comunicacional, además creen que son suficientes para anestesiar a toda resistencia democrática que pueda emerger en su contra. No obstante, como a todo farsante siempre les llega la hora en la que el pueblo descubre las verdades y termina por no creerles ni las verdades más irrefutables. Las verdades no se compran y menos las tangibles. En el contexto de la política, el gran teórico de la mentira institucionalizada fue el doctor Goebbels, ministro de propaganda del gobierno Nazi, quien sustentaba en su teoría que toda mentira repetida mil veces termina por convertirse en una verdad. Pero, en un mundo globalizado por la era de Internet y de las redes sociales, las mentiras cada día tienen poco espacio, se desmontan por su propio peso e intenciones.
En el caso venezolano, aquellos que trazan un supuesto dilema ético entre virtud política y eficiencia comunicacional, se debe entender que no se trata de una batalla entre platónicos y sofistas. Nada de esto es fácil comprenderlo a primera vista, porque vivimos inducidos para vivir tiempos violentos e inducidos por las mentiras, por razones de intereses políticos y económicos por parte de una revolución que se quiere eternizar en el poder central, olvidándose que nada es eterno bajo el sol.
Sin embargo, la relevancia que posee el contenido real de la esencia de la diaria actividad política en Venezuela no debe ser ignorada, porque las crisis es una verdad, es real, es tangible y se puede cuantificar. La razón revela que toda lucha por mantener el poder adquiere sentido si es racional, si se sustenta de los valores de fondo que todo gobierno debe apropiarse: vocación de servicio, eficiencia, honestidad y liderazgo y no tratar de atornillarse con minoría electoral, aquí lo que está en juego es los intereses endógenos y exógenos.
La resignación que demuestran la mayoría de los medios de comunicación en nuestro país, también tiene toda una maliciosa intencionalidad por parte del régimen, ocultar el desamor, el incontrolado éxodo, hambre, tristeza, lucha interna por el poder, ineficacia, la corrupción, el modo sonámbulo en que anda parte del pueblo venezolano incluso las voces del chavismo crítico.
Tengo visión compartida con los especialistas en materia de estrategias en imagen, cuando afirman que “el espacio de la “magia” de la publicidad no debe nunca sustituir el debate de las ideas”. Tiene significación puntualizar que la gestión revolucionaria se apoya en sofisticadas técnicas comunicacionales, orientadas a dos fenómenos sociales de profundas consecuencias políticas que apuntan hacia: la mediatización de la sociedad y la confusión valorativa de sus prioridades siempre mirando el escenario político-electoral. En nuestro miramos a diario una práctica como Maduro y su equipo utiliza con gran esfuerzo el marketing político para transformar las mentiras en verdades, el objetivo que se trata de alcanzar está en las distorsionadas imágenes para producir confusiones en los sectores sociales más desposeídos, es decir los estratos sociales D/E.
Primera síntesis, Maduro en sus diversas narrativas gravita desesperadamente sobre la magia de los medios de comunicación para decir y mostrar lo que no existe, lo que no han hecho durante estos 22 años en Miraflores, esta realidad se articula perfectamente con las expresiones muy críticas de algunos dirigentes revolucionarios que afirman que el Gobierno de Calle o los programas sociales han sido “puro pote de humo”, esta situación se visualiza y se siente en el rechazo en todos los estratos sociales A/B, C y D/E. Además, es revelador como últimamente la mayoría del pueblo chavista no sale a recibir con emoción a su máximo líder Bolivariano cuando los visita con todo su equipo político y de gestión para darle arranque algunos de los programas sociales.
En una segunda síntesis, si construimos una caracterización Maduro, observamos que tenemos un “líder” de opereta o un perfecto anti líder. Un dirigente político que llego al cargo prácticamente sin proponérselo en su tránsito de vida política. Lo grave este tipo de “líder” puede ser tan mentiroso e inhumano como el más iluminado de los líderes, pero son fácilmente influenciables, y sus propósitos pueden ser modificados sustancial y regularmente según la dinámica y la presión interna y externa que le imponga sus compromisos económicos y políticos. La verdad, Maduro no le sale extrainnings, en su momento el referéndum revocatorio es una salida constitucional a la crisis económica y política.
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