OPINIÓN

No lloraremos por ti, Argentina

por Antonio Sánchez García Antonio Sánchez García

A Alejandro Rozitchner

Nadie en el hemisferio, y naturalmente nadie en el planeta, puede argumentar desconocimiento e ignorancia ante los sistemáticos asaltos del castrocomunismo dictatorial y tiránico en América Latina, y todas las versiones del neo marxismo en el resto del mundo. Como los esbirros de Podemos, la llamada izquierda unida y las distintas huestes del carpetovetónico comunismo español, o los seguidores del comunista francés Melanchon.

Todos los países, sin excepción ninguna –ni siquiera el Vaticano, que debería estar a la cabeza del rechazo frontal contra los principales enemigos del cristianismo– recuerdan la historia y conocen de los inenarrables desastres causados desde la aparición del Manifiesto Comunista en Londres en 1848. Si faltaba recordarlos, el Libro Negro del Comunismo, editado en París por una serie de autores especializados bajo la coordinación del francés Stephan Courtois, los ha puesto negro sobre blanco y cuya más resaltante obra son los más de 100 millones de cadáveres dejados a su paso, la Venezuela devastada es su último suspiro. Argentina bien podría ser el próximo. México ya se encuentra en el caldero.

Los latinoamericanos sabemos mejor que nadie de qué es capaz el bandidaje marxista, tozuda y porfiadamente empeñado en asaltar el poder de sociedades relativamente tranquilas, estabilizadas y comparativamente prósperas como Chile, Brasil, Uruguay, Argentina o Venezuela, que sirve de ilustración a la brutal capacidad devastadora y aniquiladora del castrismo cuando encuentra sus principales aliados en las respectivas fuerzas armadas, dueñas de las armas y con una asombrosa capacidad de traición, corrupción y envilecimiento. Agregada la compra de lealtad de los estados mayores con millones y millones de dólares, dotados por el masivo tráfico de cocaína que suplanta a la quebrantada industria petrolera, al arsenal de los muy convincentes argumentos del marxismo mundial. La señora Fernández, viuda de Kirchner, personaje tarantinesco del inveterado hamponaje político argentino, cumple con todos los requisitos: es mentirosa, voraz, inescrupulosa, mercenaria y mentirosa. Y como en un personaje de la Ópera de tres centavos, no le hace ningún asco al asesinato de sus enemigos. Siehst Du den Mond über Soho, liebling?

Ya es un hecho: Alberto Fernández, el socio de la señora Fernández, será con casi absoluta seguridad, salvo un milagro de dimensiones telúricas, el próximo presidente de Argentina. Con su habitual franqueza, el presidente de la más grande, poderosa e influyente potencia suramericana, Jair Bolsonaro, acaba de declarar, refiriéndose a sus vecinos del sur, con una cita bíblica: «Quien labra su tierra tendrá comida con hartura, quien persigue fantasías se hartará de miseria». Más claro, no canta un gallo.

“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, cantaba el gran poeta italiano Cesare Pavese. Y quienes nos sobrevivan, como nosotros sobreviviéramos a nuestros hermanos cubanos huyendo en estampida del asalto del sembrador de fantasías, seguirán viendo con sus ojos la inmensa, la incomparable, la invencible y poderosa estupidez de la América española. Lo que está a punto de suceder en la Argentina es presagio, no pronóstico; maldición, no augurio: vendrá la muerte y tendrá sus ojos. “Esta muerte que nos acompaña de la mañana a la noche: insomne, sorda, como un viejo remordimiento o un vicio antiguo”.

Leo a Pavese pensando en la Argentina: