De aquella Latinoamérica donde Bolsonaro y Duque eran excepción, pareciera que el castrismo está desdibujándose. Aunque pueda haber sorpresa en la peculiar Colombia. El ambiente parece estar en proceso de transformación.
El joven Gabriel Boric llegó al gobierno de Chile sin corbata e ínfulas de cambio radical en la Constitución, y le dieron una bofetada a su proyecto. El universitario balbucea por una oportunidad diferente, más acorde con lo que piensa y siente la ciudadanía, que desea cambio pero no desarticulación.
Argentina, que tuvo el no comprometido mate de elegir a un pelele mequetrefe de Cristina para presidente, con lo nada que ha hecho y los líos judiciales de los Kirchner pareciera que se quedarán en su casa, eso sí, acaudalados e impunes. La señora se postulará al Congreso, porque a la presidencia sería descaro y desfachatez. El candidato a sustituir a este par de estultos podría ser Mauricio Macri, simpatizante de la derecha, o alguien parecido, quizás una figura del Gran Buenos Aires, o Javier Milei, economista y docente, líder del espacio político La Libertad Avanza.
En Perú, el asunto es anormal. Sin mover un dedo por el ignaro profesor del sombrero extravagante, ahora salen enfurecidos a defenderlo. La señora Dina Boluarte, presidente con todas las de la ley, se defiende con cautela. Veremos qué pasa en el decimonoveno país más grande del mundo y tercero de América del Sur. Nación a la que no se le agua el ojo para meter preso a un presidente, llevan varios, y mantener su economía estable, independiente de quien esté en el Palacio Presidencial y el Congreso.
En Ecuador, trasnochados del pasado conspiran contra el banquero que tienen como presidente, metiéndole varios sustos; sin embargo, a pesar de los sobresaltos, el país marcha con tranquilidad. El estigma de Correa, refugiado en Bélgica, es difícil que vuelva con su afrenta chavista.
En Colombia, tras mucho aspirar, venció el exguerrillero. La derecha se apendejeó y quedó en el aparato, los partidos recorrían viejeras y cansancios. Pero Gustavo Petro, a pesar de que hizo una reforma tributaria para llevar más dinero al gobierno -dice que los que ganan más pagan más, viejo y gastado argumento cada vez que suben los impuestos-; ofrece paz y perdón a los narcoguerrilleros que ensangrentaron el territorio. Pero no dará un paso que lo enrede, no es pendejo, tiene cuatro años para crear un movimiento, y los conservadores, liberales, uribistas siguen fuertes.
Centroamérica se mueve entre bancos panameños y su deseo enorme de repetir experiencias fracasadas. La tiranía vetusta de los Ortega nicaragüenses hasta que los echen a patadas, que pasará más temprano que tarde. Los países pequeños entre la derecha de Nayib Bukele, admirado y respetado, con porcentajes altísimos de aceptación, se distingue por la seguridad ciudadana, compitiendo con el paraíso de paz que es Costa Rica, siempre sosegada. En la tierra azteca gobierna quien habla como Arturo de Córdoba y se alardea de líder en Latinoamérica, pero cada vez que Washington alza la voz, mueve la cola. México es un país grande pero no un gran país, del métete en lo tuyo que a lo más doy asilo y no molesten, pregúntenles a sus políticos y carteles de narcotraficantes.
Del Caribe no vale la pena ni comentar, se compran y se venden, y la maravillosa isla de Cuba en manos criminales del castrismo, cumple décadas en miseria, pasando hambre y necesidades. Chulean y conspiran para sacar provecho, el resto de los asuntos se cuadra en las capitales europeas y Washington.
Venezuela está mejor, es la estupidez de idiotas tarifados, que la calle a diario contradice. La ruina castrista, el terrorismo asesino comunista y la plaga socialista predican igualdad social, pero su objetivo: igualar la pobreza. Ningún país donde se haya implementado el sistema socialista progresa; solo prospera el selecto grupo gobernante, opresor y corrupto. Maduro, abandonado con sus angustias e iraníes, porque los rusos están distraídos con Ucrania, y no lo están pasando bien.
Brasil, el coloso de América, selva interminable, pulmón del mundo, exportación e industria que Latinoamérica quiere ser. Retorna Lula da Silva después de fracasar con el chavismo y ser acusado él mismo, luego liberado por detalles técnicos. De nuevo presidente, esta vez con cáncer, esposa joven y carrasposo, ¿creen que levantará la bandera fracasada castro comunista? No pareciera tan tonto y gafo, aunque está dando señales de serlo.
Alguien le está haciendo el favor de convertirse en víctima de Bolsonaro, cuando ninguno lo es, ambos están enfermos, y se discuten medio Brasil. No obstante, el país, marcha por su cuenta como lo hacen las potencias, discute de tú a tú con Estados Unidos, Europa, China y Japón. Competirán con los chinos en África y el resto de Asia, y por eso, no tienen tiempo para difundir ideas ruinosas.
@ArmandoMartini
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