Han transcurrido los primeros 10 días de 2021, un buen momento para mirar y mirarnos. Los balances que enfrentamos hablan de una megacrisis extendida: política, económica, servicios públicos, sanitaria, migratoria, emocional, individual y familiar. A este pavoroso diagnóstico se suma la pandemia como incógnita pues el régimen se obstina en ocultar las cifras.
Como seguimos existiendo sobre la faz de la Tierra, los invito a evaluar el arsenal con que contamos para seguir adelante:
- El país no está de rodillas. Con todos los recursos del Estado, con 365.000 soldados cuidando y obligando a la gente a votar, el 6D del régimen se vio en la necesidad, como lo han hecho antes y como lo denunció Smartmatic, de inyectar 1 millón o más de votos a las cifras finales presentadas al público. Esta vez le creemos a Claudio Fermín cuando en la madrugada de ese día confiesa la amarga derrota, que no es solo la suya sino de todo el régimen. No vimos manifestaciones de votantes. Por ello no fue extraña la decisión de prolongar las horas de apertura de centros de votación desiertos, ya lo hemos vivido. Más que presumir sabemos que las cifras de participación del 6D deben haber sido las peores de todos los eventos electorales realizados hasta ahora. Votaron los militares y sus familias, obligados; un tercio de los empleados públicos, asustados y un resto de los que aun albergan esperanzas sobre el buen gobierno de Maduro. Podemos dividir los 3,5 millones entre 3 y nos daría algo un poco lejano al millón, cifra que sin embargo representa bastante gente. En conclusión, la Asamblea Nacional instalada por el régimen es una truculenta payasada. Nadie votó por Iris Valera, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez ni por los luises Brito y Parra y mucho menos por el deprimido Claudio.
- La consulta popular, a pesar de la descalificación vociferada por sabios politólogos como mamarrachada, estupidez, burrada, lo menos que hizo fue duplicar la abultada cifra del régimen. Más de 6 millones de votantes, sin contar 1 millón de participaciones frustrados por los inconvenientes de algunas aplicaciones tecnológicas que fallaron lamentablemente. Sin medios de comunicación, bajo amenaza de negarles la comida, con represión directa de los maduristas y colectivos que cerraban centros e intentaban correr a la población de los centros de votación. Aun así, la gente participó en una medida mucho mayor a la declarada. La consulta popular confirmó que los venezolanos no son abstencionistas, que acudieron contra viento y marea a manifestar su voluntad en los tres temas planteados: rechazar el fraude 6D, como efectivamente lo fue; exigir el cese del régimen de Maduro y reafirmar la solicitud al mundo de ayuda para superar la llamada tragedia venezolana. La consulta popular mostró que los venezolanos saben que el voto es su real poder político, que lo ejercerán cuando superen la convicción de que su conciencia está en juego y cuando dejen de creer que votando legitiman una sucia trampa o narcorrégimen. Cuando internalicen la idea de que si votamos, ganamos.
- Ante estas circunstancias recuerdo una vez más las palabras de la ilustre mexicana Bertha Pantoja en un evento patrocinado por Cedice Libertad. Esta socióloga nos enseñó cómo los gobiernos del PRI, al igual que el chavismo entre nosotros, habían logrado de forma certera castrar la independencia de los poderes durante más de 6 décadas. Anular los poderes, legislativo, judicial, electoral, sustraerles la fuerza requerida para garantizar los derechos de los mexicanos. Todos los poderes sometidos como súbditos o vasallos del poderoso centralismo ejercido por los distintos presidentes mexicanos, dejando a los ciudadanos sin defensas, tal como nosotros hoy. Nuestra querida Bertha narró lo que hicieron sus compatriotas: “Muy sencillo y muy complejo, fortalecimos una férrea unidad frente a la dictadura, se creó conciencia sobre lo que significaba la pérdida de la libertad, acordamos luchar concentrados en un solo gran objetivo: liberar el Poder Electoral. Solo en 1997, por primera vez, después de 68 años bajo el dominio del PRI, las elecciones fueron organizadas por un órgano independiente. El PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y la primera elección para jefe de gobierno de la Ciudad de México, de forma tal que la llamada dictadura perfecta salió del poder tal como entró, por el voto popular.
- El padre Ugalde y Jose Antonio Gil Yépez han escrito dos artículos en la prensa nacional que estamos obligados a leer, dejando de lado los insultos y descalificaciones que otros le endilgan a la llamada oposición.
Padre Ugalde: “El régimen no tiene nada que celebrar. El hecho de que pudiera haber 10% de generales cómplices y beneficiarios de esta dictadura y su corrupción no elimina al otro 90% de generales y mandos disgustados a quienes les duele el hambre de los cuarteles y saben que con este régimen no hay vida ni futuro para Venezuela. Con el plebiscito aclamatorio de diciembre de 1957 se pensaba que el dictador venezolano contaba con pleno respaldo de las Fuerzas Armadas. Quince días después se demostró lo contrario y pronto el dictador hizo las maletas y huyó en el avión presidencial llamado “La vaca sagrada”. La democracia nació de nuevo con políticos unidos y madurados en la persecución y el exilio”. La consulta popular de 2020 mostró que los venezolanos quieren y confían en su poder de elegir.
José Antonio Gil Yépez, por su parte, anuncia la oportunidad de «Una nueva política», que consiste en organizar a la sociedad civil en dos dimensiones, consolidar las organizaciones ya existentes: trabajadores en sindicatos, empresarios en sus cámaras, profesionales en sus colegios, fieles en sus iglesias, vecinos en sus asociaciones, construir alianzas, trabajadores y empresarios que acaben con el mito comunista del odio de clase; unir docentes y centros de estudio, que fundan la educación al trabajo; trabajadores y empresas con las comunidades. Alcaldías y gobernaciones con sus respectivas sociedades civiles locales para promover el desarrollo económico de cada localidad y avanzar a un federalismo democrático. Este fortalecimiento institucional constituiría una fuerza horizontal que irradia poder desde el nivel medio de la sociedad hacia arriba y hacia abajo. Esta será la nueva política que podemos construir, creemos en esta gran oportunidad que nos llevaría al cambio político.
Es cierto, Maduro, Cabello y Padrino no tienen nada que celebrar, no pudieron con todas las armas, chantajes, bolsas CLAP, terrorismo, sacar la gente a votar. Hay que unirse, oír consejos, sin soberbia y luchar por las solicitudes mínimas del cardenal Parolin: un CNE confiable, respuesta al hambre de nuestra gente y libertad de los presos políticos. Estas son nuestras condiciones mínimas para sellar una unidad efectiva de todos los venezolanos. En verdad hay un inmenso trabajo por delante, sí lo decidimos.