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No hay presupuesto, no existe educación

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Por Equipo Editorial

Definitivamente la crisis educativa se profundiza en Venezuela. Cuando la propia ministra de «educación» confiesa ante una reducida claque que no habrá firma de contrato colectivo porque no hay recursos, mientras el «gobierno» acaba de inaugurar un estadio de beisbol que costó 70 millones de dólares, resulta evidente que lo menos que le interesa al régimen de Nicolás Maduro es la educación. Lo que también confirma el desprecio hacia los docentes, quienes son tratados como bazofia política, fundamentalmente porque en su mayoría el magisterio adversa los abusos ideológicos y constitucionales de quienes despachan en Miraflores.

Por ello, cuando estamos a un trimestre de finalizar el año escolar, podemos asegurar que en la praxis ha sido un período perdido para los estudiantes de todos los niveles, especialmente para los adolescentes en bachillerato. En la medida en que deberían ver fortalecidos sus conocimientos de lengua, geografía, historia, matemática, física, química y cultura general, la realidad no los exime de avanzar a grados «superiores» sin haber estudiado, y menos con un plan de «evaluación» sin pruebas escritas y orales. Se pudiera decir que no existen mecanismos de medición de aprendizaje, todo con una irregular asistencia a clases y con planteles cuyas infraestructuras están en ruinas.

Ante tales deficiencias pedagógicas, Nicolás Maduro y ninguno de sus colaboradores se preocupan en informar el monto del presupuesto asignado para la educación en este 2023. Con su afasia, los responsables de distribuir el dinero al área más importante de la actividad social revelan que ni siquiera están interesados en explicarle a los estudiantes, docentes y padres y representantes la magnitud de la crisis económica que nos ha llevado, entre otros aspectos, a que el promedio salarial de un docente sea de aproximadamente 20 dólares al mes.

Entonces, que la ministra de «educación», palabras más, palabras menos, confiese que poco le importa la degradación social de los educadores venezolanos y tampoco las deficiencias de aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes, lo que han intentado paliar con improvisados «docentes» egresados de algo que el régimen denomina «chamba juvenil» – formación educativa en 4 semanas- es la apoteosis de un sistema neototalitario que ha terminado de afianzar sus armas de destrucción contra la única herramienta de máxima valoración que necesita el ser humano para alcanzar no solo su desarrollo cognitivo y ciudadano, sino encontrar a través de esta su consolidación social y económica, como individuo de bien y producción a la comunidad, su Estado y su nación.

Una nación que no tiene presupuesto para la educación, parafraseando al Libertador, «será un enemigo de su propia destrucción» porque sólo estará dando paso a la ignorancia y generará desprecio hacia el pensamiento de Simón Rodríguez, quien en algún momento de la historia exigía aumentos salariales a los docentes en época de independencia.

Si algo quedará marcado será que los asesinos de la educación irán a parar al albañal de la historia. Nada podrá justificar tanta indolencia e ignominia ante el daño causado a las nuevas generaciones, y con la mezquindad y humillación en que han sido tratados los educadores venezolanos.

El llamado «Maestro de América», Luis Beltrán Prieto Figueroa, en algún momento de nuestra contemporaneidad sugirió que ninguna nación con un magisterio arrodillado podría ser considerada como tal, y que por el contrario, sólo levantando su voz ante las atrocidades de los gobiernos sería posible volver a encontrar los cauces de la democracia y la libertad.

El madurismo ha sido la putrefacción política e histórica del siglo XXI. Revertir tanta maldad llevará no menos de una década para volver a la normalidad y hacer nuevamente de la educación el camino de la superación personal y la prosperidad colectiva. Hay una enorme tarea y responsabilidad ante el futuro, cuando los responsables de esta mácula abandonen y se restituya el Estado de Derecho. Por ahora, no hay presupuesto, no existe educación.

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