A diferencia de una guerra convencional la lucha política se desarrolla no solo en terrenos tangibles sino en espacios intangibles, pero materialmente existentes como el Internet o la mente de los electores o individuos. En la lucha política la complejidad deriva de la imposibilidad de prescindir de un espacio y centrarse exclusivamente en otro. Todos los terrenos de lucha, físicos y virtuales, son imprescindibles para ganar la batalla.
Esta distinción es particularmente útil hoy día cuando las redes sociales con su potencia y fascinación hacen creer que ellas en sí mismas son el campo de batalla decisivo y se olvida que estas no son más uno de varios espacios donde la lucha de adversarios se está decidiendo.
El punto aquí es que no se puede pretender hacer política exclusivamente en las redes sociales con la ilusión de que lo que allí ocurre podría eventualmente sustituir la realidad. Como tampoco se podría hacer política prescindiendo del papel importante que juegan las redes sociales y medios de información.
En Venezuela el régimen chavista y su falsa oposición han creado sus burbujas digitales que operan como universos paralelos totalmente divorciados de la realidad. El chavismo ha construido un mundo que solo sirve a sus operadores y sus clientelas civiles y militares, donde Venezuela es la supuesta víctima de unas sanciones internacionales y ninguno de los padecimientos del país es culpa de 25 años de barbarie chavista. No importa que las sanciones sean más simbólicas que efectivas y que estas no impidan que el Estado chavista siga lavando dólares. La verdad oficial que se impone en el universo paralelo chavista es que nada de lo que ha incurrido en Venezuela es su culpa sino de la pretendida intervención internacional.
Inmersa en su propia dialéctica la falsa oposición vive consumida en su eterna ilusión de que si es posible vencer legal y electoralmente al régimen chavista sometiéndose a sus reglas y condiciones. Poco o nada ha valido que en estos 25 años el chavismo se haya robado las elecciones una y otra vez. La falsa oposición electorera siempre encontrará una razón más para justificar porque ahora sí vale la pena volver a votar.
Y por supuesto desde la curiosa y cuestionable racionalidad de la falsa oposición un error no debe conducir a su rectificación sino a cometer otro error más grande y así en una sucesiva cadena de equívocos con el propósito de justificar el error inicial.
En otras palabras, para la falsa oposición electoral, hoy circunstancialmente dirigida por María Corina Machado, es preferible justificar hasta el final la salida electoral que admitir su rotundo fracaso como estrategia para sacar al chavismo del poder. Y por supuesto en esto la acompaña la MUD, los influencers y asesores electorales que viven de los dividendos que produce la próspera industria electoral en Venezuela durante la era chavista.
El punto en discusión no es la victoria moral del 28 de julio con Edmundo González. Es una victoria moral por su indiscutible simbolismo, pero al mismo tiempo las semanas y los meses siguientes han probado que ha sido absolutamente inútil para sacar al chavismo del poder. Entonces en ausencia de una victoria real hay que conformarse y celebrar con ser los triunfadores en el ámbito moral.
¿Y por qué se trata de una victoria moral sin ningún impacto o viabilidad en el mundo real? Porque las condiciones legales aceptadas por la falsa oposición todas dependen del chavismo como ya se ha visto. Las instituciones del Estado chavista (poderes ejecutivo, legislativo, judicial, militar y electoral) actúan en bloque para proteger la pseudo legalidad de ese régimen. Y mientras eso sea así jamás habrá victoria posible para la falsa oposición.
La mal llamada comunidad internacional tienen sus propias camisas de fuerza impuestas por los límites de cada Estado y sus intereses geopolíticos. Esto quiere decir que poco o nada se podrá esperar de ella a menos que uno o varios Estados por razones propias y particulares estén dispuestos a declararle la guerra al régimen chavista. Hasta ahora los Estados Unidos que ha tolerado el papel de Venezuela como aliado de Irán y movimientos terroristas ha sido permisivo con el régimen chavista. Habría que esperar si algún otro país por mucho menos estaría dispuesto a declararle la guerra al Estado chavista.
La falsa oposición por su parte es prisionera de su error inicial: la tesis electoral para sacar al chavismo del poder. Lejos de rectificar rápidamente María Corina pisa el acelerador y continúa sin frenos en la única dirección posible: pedir auxilio a la ambigua y ambivalente comunidad internacional para transformar una victoria moral en una real. Ya hemos explicado que este camino es tan incierto como inviable a menos que Estados Unidos comience a tomar en serio la activa alianza entre el régimen chavista y el Hezbolá. Pero apostarle a este desarrollo es poner el destino de Venezuela en manos de un lance de dados, literalmente.
María Corina Machado y todo el elenco de la MUD y la falsa oposición que la rodea están atornillados a la idea de que sí es posible cobrar la victoria moral del 28 de julio. Cuando un venezolano, evaluando sus riesgos y opciones, les pregunta ¿cómo? la respuesta es una incomprensible metáfora entre balbuceos con lengua enredada. Porque tanto MCM como la falsa oposición saben perfectamente que así como están planteadas las cosas hoy no hay forma de cobrar y a la luz de la pseudo legalidad del fascismo chavista del siglo XXI no hay manera de que Edmundo González se juramente como presidente en Caracas el próximo 10 de enero.
¿Qué podrán decir ese día? Solo podrán decir algo así como “prometimos que Edmundo González se juramentaría como presidente y hemos cumplido”. Por supuesto, una victoria moral como la del 28 de julio también puede tener su propio universo paralelo en una presidencia ejercida a través de la Internet.