Los ensayos son para que los músicos interpreten su parte no solo de acuerdo con la partitura, sino en sincronización. No deben destacarse las cuerdas de los vientos, las maderas arropar al piano, ni cada grupo de instrumentos y mucho menos cada instrumentista sonar mejor o peor, más fuerte o menos, que los demás. La orquesta, sea sinfónica, o cuarteto, tocan en perfecta armonía y con el ritmo, cadencia e intención que les va marcando el director, que no lo sería si no tuviese una orquesta para organizar, así como, el quinteto, no sería tal sin que alguien asumiese, ejerciese la coordinación. Músicos de conservatorio, educados bajo estrictos parámetros, no se las arreglan bien para presentarse y deleitar sin un director.
La conciencia del trabajo en equipo obliga a ensayar, experimentar composiciones, para gozar de la confianza de interpretar en el escenario lo que han practicado y apreciado juntos; de la complicidad de sus gestos para saber quién debe entrar primero, quién dicta el próximo compás, a quién hay que salvar cuando está en apuro. Porque no se trata del compromiso hacia el director, sino de una suma de talentos que hacen lucir a una estrella, un acuerdo entre almas que se ayudan a ser sublimes.
Así es un país, hay un jefe de Estado para dirigir la orquesta que somos los ciudadanos y grupos de especialistas, tanto en el ámbito público como el privado, en diferentes niveles y jerarquías. Incluso debe estar presente la armonía y mutuo respeto entre esas abstracciones llamadas oficialismo y oposición, deben reconocerse, nada se gana con un oficialismo y una oposición que no escuchan ni atienden, partiendo ambos, cada uno es dueño de la verdad.
Pero la verdad no tiene dueño, es armonía de realidades donde lo único que sobra es la sordera para los demás, la torpeza injusta y perniciosa de sólo escucharse a sí mismo. Un líder es como un director de orquesta. ¿Qué lo hace grandioso? es la única persona que no emite sonido. Su influencia depende de su capacidad para hacer que otros sean poderosos. Los grandes directores no son aquellos que demuestran su creatividad a través de la habilidad con un instrumento o la belleza de sus propias actuaciones. Son juzgados por su capacidad para producir entornos en el que puede brotar el arte de los demás.
La política es el sonido armónico de la sociedad, donde cada intérprete tiene su parte, pero ninguno toca por sí solo; cada proyecto, obra, expresión, propuesta, debe realizarse en sintonía con los demás, no se construye un ferrocarril para transportar solo a camaradas de partido, tampoco se extrae petróleo ni se procesan sus derivados para beneficio único de los gobernantes. Cuando una actuación no va bien, no puede verse como culpa de los músicos. Se debe preguntar ¿qué comunico, intencionalmente o no, que impide a los artistas lograr el potencial de que son capaces? ¿Por qué no logro motivarlos? ¿Qué expreso, que no inspire el rendimiento último?
Puede parecer extraño que los gestores en algunos casos no den clases, ni publiquen libros o artículos. Sin embargo, desempeñan un papel vital al conseguir que todas esas cosas ocurran, y que lo hagan con cada vez más calidad y excelencia. Es el enfrentamiento egoísta perenne, la mutua, terca y cerrada sordera de unos con otros, lo que ha terminado destruyendo no solo la economía sino el vivir venezolano, desvalijando la venezolanidad. Porque la nuestra ha venido convirtiéndose, cada vez más, en una orquesta dividida en grupitos, y un director que prometió sinfonías maravillosas que solo ha logrado el chirrido del desorden, sonidos desafinados, discordantes de los pedazos que se enfrentan sin pensar en la totalidad.
Los ciudadanos se comprometen y apoyan las iniciativas que ellos mismos generan. El rol del líder es crear ambiente donde las ideas germinen, broten y prosperen. Dicen competentes e inteligentes, que los mejores líderes lideran sin liderar, guían sin guiar y gobiernan sin gobernar. En una orquesta, la armonía puede mutilarse cuando la voz del director interviene durante la música de los intérpretes. Del mismo modo, en un colegio, universidad o escuela de cualquier disciplina, la concordia se arruina cuando la gestoría se ve a sí mismo como un solista y no un catalizador. El líder que se observa como director de una magnífica orquesta tiene éxito, no por su propio poder, sino por su capacidad para empoderar a otros.
@ArmandoMartini