Hace un tiempo conversaba con un político regional, por no decir local, quien me contaba de los medicamentos y algunas ayudas que había entregado en campaña junto a su partido y que ahora, prácticamente de su bolsillo, donaba esporádicamente en comunidades y a individuos específicos. El énfasis que le daba en su relato a aquellas ayudas parecía que se trataba de una magna obra, lamentablemente sentí diferir. Más allá de lo loable de sus acciones, traté de explicar que no estaba mal el hecho de que una agrupación política o un militante de manera individual ejecutara acciones que, evidentemente, vienen a ser ayudas inmediatas para personas de sus comunidades; pero también expliqué que la labor más urgente de un partido político y de cada militante, en el contexto que vive Venezuela, no era solamente ser una suerte de ONG con ayudas sociales, sino trabajar para diseñar estrategias reales que tengan como resultado el enfrentar la causa y raíz de todos nuestros problemas: la revolución chavista. Ese es el único origen que provoca que una persona como él, líder vecinal, tenga que sacar de su bolsillo para ayudar personas en actividades que terminan sirviendo solamente como paliativo y para promocionar su partido. Finalmente, nada se hace con entregar una ayuda y regresar en dos meses o más.
Lamentablemente, divididos, entre egos y traiciones y sin entender e identificar el problema central se continúan desde las cúpulas de partidos opositores y hasta desde sus bases dilatando planes, estrategias y acciones reales para lograr vencer al régimen abyecto que nos gobierna y lastimosamente, sin una brújula clara, se cree que acciones aisladas es lo que necesita un país cada día más ahogado y fracturado en sus propios cimientos. Se sigue vendiendo la idea de que promesas electorales sin manera de ejecutarlas sirven para el cambio de una situación económica y social adversa e insostenible para el pueblo, ese mismo que, de una manera u otra, han olvidado todos los políticos que se hacen llamar líderes y solamente los usan de argumentos para su sostenibilidad a través de los días.
Sí, el olvidar el drama que se vive en el país y casi volverlo un mero tema electoral como si viviéramos en democracia es parte de uno de los grandes errores del liderazgo opositor. El tema venezolano no se resume en una urna electoral, sino va más allá en la búsqueda de una solución real para luchar contra un régimen autócrata atornillado en el poder y con el control total, pese al desencanto de muchos de sus seguidores. Es este régimen, el cual maneja los hilos políticos del país a su antojo, el que continúa provocando el daño y desastre reflejado en uno de los años más complejos económicamente de los últimos tiempos. No entenderlo es ilusorio, irresponsable y absurdo.
La inflación en Venezuela supera el 115% en los primeros siete meses de 2023 y las proyecciones según los especialistas no son para nada alentadoras para el resto del año: inflación en torno al 250% y un tipo de cambio por encima de los 60 bolívares por dólar se vaticina y se calcula como el panorama más positivo. Dicha estimación, desgraciadamente siento decirlo, no cambiará en nada gane quien gane las primarias, evidentemente, porque el problema de fondo es otro y ni la esperanza de unas elecciones en 2024, salvo un milagro, puede que en algo corrija este proceso sistemático de destrucción de nuestra calidad de vida y poder adquisitivo.
No existe una persona con la que converse que no manifieste con vehemencia el paupérrimo estado de sus economías, mientras el liderazgo opositor continúa extraviado sin conseguir desenmarañar el cómo pasar de simples observadores y opinólogos a ser protagonistas del cambio que tanto necesita Venezuela y el cual no parece cercano debido a las pocas propuestas concretas que luzcan efectivas. Se necesita iniciar un proceso que depure a un país que sufre un cáncer que ya hizo metástasis y que parece lejano de ser erradicado sin ese plus, ese algo más que ninguna de las estrategias y acciones ya realizadas en el pasado lo lograron. Lo principal que no han entendido es que sin un bloque realmente unido es poco lo que se puede lograr. Divididos, además, es menos probable lograr algo. ¿Será que no les interesa en el fondo?
Perder el foco del problema que causa todas las situaciones y empeñarse en ejecutar acciones que solamente solventan parte de una situación específica, viene a ser un bálsamo que en nada corrige la causa del problema y sólo dilata la verdadera posibilidad de llegar a la solución. Por eso, seguimos perdidos, repitiendo errores cometidos en el pasado.
Definitivamente, no existe un plan.
Tw y IG @fmpinilla