Voy a insistir en esta nueva entrega en la necesidad de tener muy claro qué tipo de régimen impera en Venezuela, para que podamos entonces prescribir una receta política que nos permita curar a nuestro país de la tragedia que viene sobrellevando por más de dos décadas. He observado a algunos dirigentes reconocidos proponer ante el Consejo Nacional Electoral la activación del mecanismo constitucional denominado referéndum revocatorio, todo de conformidad con lo establecido en el artículo 72 de nuestra carta magna. Al respecto quiero, en primer lugar, dejar clara mi percepción de que entre esos promotores se pueden identificar a ciudadanos que proceden de muy buena fe. Hombres y mujeres probos, de una honestidad intelectual que no deja lugar a que podamos dudar de sus buenas intenciones.
En segundo lugar, percibo, eso sí, que se parte de una premisa falsa que no ayuda a concebir la vía que corresponde tomar cuando se trata de enfrentar, no a un gobierno, sino a una corporación criminal muy peligrosa. De allí que no es suficiente que ese dispositivo del revocatorio esté definido en nuestra ley mayor, tampoco que contemos con una institución llamada a tramitar, aprobar y a organizar esas consultas refrendarias. ¿Por qué escribo eso? Porque sencillamente esa Constitución es “papel mojado” en un país en el que los dictadores la pisotean a su antojo. ¿No nos hemos percatado de esa deplorable realidad? ¿Es que acaso se puede ser tan ingenuo en concluir que, de verdad, Maduro va a facilitar que se monte una consulta en un país en donde tiene asegurado el rechazo de más del 80% de los ciudadanos?
¡Por supuesto que no! Maduro está aferrado a los poderes que usurpa y no los soltará, así nomás, por el contrario, se valdrá de lo que sea, aunque eso signifique terminar de destruir lo que queda de nación, para preservar esos dominios haciendo de Venezuela su madriguera, en la que se esconde de la justicia internacional que lo busca con la idea de juzgarlo y apresarlo.
En tercer lugar no debemos corretear de un lugar a otro, dicho de otra manera, no es saludable, cambiar de estrategia “de la noche a la mañana”, como se hizo, pasando de las protestas masivas en las calles en el año 2019, para irse a sentar en una mesa de “diálogo” en Barbados. Eso genera confusiones, que el régimen narcoterrorista aprovecha para seguir infiltrando a la dirección opositora. Tampoco fue correcta la variación de decir en diciembre de 2020 “no avalamos esas elecciones parlamentarias porque no están dadas las condiciones”, para terminar, otra vez ―como en 2017― concursando en elecciones regionales. Esas variaciones fueron nocivas, ese cambio de giros que terminan siendo saltos triples mortales. Por último, ciertamente existe ese CNE, pero no nos engañemos, eso es un aparato al servicio de Maduro, y no procederán diferente a como lo hicieron en el transcurso del año 2016, fecha en la que se recogieron millones de firmas que Maduro mandó a tirar en el cesto de su basurero de fraudes electorales.
@Alcaldeledezma