Algunas de las encuestas publicadas la semana pasada sobre el gobierno y López Obrador le dan una fuerte aprobación en cuanto al manejo de la pandemia, otras una cierta crítica, y otras más un aplauso regular. Hay muchas razones que explican por qué resultados tan malos -ahorita veremos en qué- son tan bien recibidos por la sociedad mexicana; seguramente la explicación contiene un fuerte ingrediente antropológico. Pero algo, o mucho, tienen que ver los medios de comunicación y cómo han presentado la política gubernamental en esta materia. Como no veo los noticieros nacionales ni escucho la radio, me limitaré a dar algunos ejemplos de los medios impresos.
Una de las debilidades más graves de la prensa mexicana radica en la incapacidad en buena medida generalizada de dar seguimiento a las noticias. Ya sabemos que desde tiempos inmemoriales nuestros periódicos encierran una fuerte propensión a publicar declaraciones y anuncios como si fueran realidades. Esta característica se ha comentado y lamentado por innumerables autores. Pero se une a ese vicio el de no seguir el destino de la declaración: ¿Qué sucedió con el anuncio del presidente, del secretario, del fiscal, del gobernador?
Van algunos ejemplos relacionados con la pandemia, y difíciles de rebatir, aunque no de explicar. El diario El País, en su edición América, publicó el 3 de diciembre un reportaje titulado “Las vacunas latinoamericanas de AstraZeneca se quedan a mitad de camino”. La edición mexicana del rotativo madrileño es ya casi un medio mexicano; la versión latinoamericana y española sigue siendo extranjera. El artículo citado se resume en la siguiente afirmación, relativa al anuncio hecho por los gobiernos de México y Argentina, que en agosto de 2020: “Presentaron un acuerdo para producir en conjunto entre 150 y 250 millones de dosis del fármaco de AstraZeneca, uno de los prototipos más avanzados que había entonces. El pacto, una colaboración sin precedentes que incluía también a la fundación del magnate Carlos Slim y a los laboratorios Liomont y mAbxience, no solo beneficiaría a ambos países, además potenciaría su distribución en toda Latinoamérica. Después de 15 meses, sin embargo, se han terminado apenas alrededor de 70 millones de dosis, menos de la mitad del mínimo prometido.” Se ofrecen diversas posibles explicaciones de estos resultados, y varios ejecutivos y funcionarios fueron entrevistados parea dar su punto de vista. Este artículo debió haberse publicado en varios diarios mexicanos, meses antes. No lo recuerdo.
Segundo ejemplo. Muchos integrantes de la comentocracia y de la oposición han reseñado el extraño dato de las cuarenta millones de vacunas que en teoría llegaron a México, y que sin embargo no han sido aplicadas. Pero el seguimiento de los anuncios del infinito número de llegadas de nuevas vacunas a México no aparece con frecuencia fuera de las columnas. De nuevo, va un artículo de un medio extranjero, ahora Bloomberg: “México tiene almacenada una cantidad de vacunas contra Covid no utilizadas y que se ha duplicado desde hace seis semanas, alcanzando un total de 40 millones de vacunas. La tasa de vacunación de México se encuentra rezagada frente a la mayor parte de sus pares regionales. Abunda la especulación sobre la reserva mexicana. Algunos teóricos de la conspiración dicen que fueron robadas o que se echaron a perder. Un experto, un matemático de la UNAM, dice que se trata de un simple error de cálculo: se equivocaron al contar las que llegaron y las que se pusieron y las cuentas no cuadran. El gobierno ha negado informes sobre dosis robadas o inutilizables pero no ha dado ninguna explicación de porque la reserva sigue creciendo. La lenta tasa de vacunación, una de las probables razones del almacenamiento, se debe sobre todo a la mala logística del país”.
Otro ejemplo, también de covid, y también relacionado con las vacunas y con el enorme desfase entre los resultados del gobierno en materia de la pandemia y su aprobación. Según Our World in Data, México lleva un porcentaje de 50% de la población plenamente vacunada (entiéndase como dos dosis o una para las vacunas de dosis única). Esta tasa es inferior a la de Chile (84%), Argentina (66%), Brasil (64%), Ecuador (64%) y República Dominicana (51%), entre los países de América Latina. Ni hablemos de Asia (Corea del Sur: 81%, Japón: 78%), Europa (España: 81%; Francia: 70%; Alemania 68%;) o Estados Unidos y Canadá (59% y 76%, respectivamente).
Estos datos son sencillos de consultar, comparar y analizar. Hay muchas maneras de explicar el pobre desempeño mexicano. Pero un método que seguramente no sirve es el de muchos medios en México: anunciar con bombo y platillo las llegadas de las vacunas, y no dar el seguimiento a su aplicación, su suma y resta, y el cotejo con otros países. Existen otros datos, pero circulan y se aceptan los del gobierno. ¿Cómo no va a aplaudir la gente?