Guerras ha habido desde el principio de los tiempos y es difícil encontrar, a lo largo de la historia, un solo pueblo que no tuviera un ejército para protegerse o para atacar a otros.
Pero el ser humano debería llevar una trayectoria ascendente a lo largo de la historia, una trayectoria de progreso. Y uno de los aspectos en los que debe avanzar es la utilización cada vez menor de la fuerza para solventar conflictos entre pueblos.
Ahora mismo las dos guerras más importantes en curso, la de Ucrania y la de Gaza, están lejos de una solución, y parecen estar cada vez más enquistadas, con posibilidades de escalar a un conflicto de mayor nivel.
Se echa de menos que no haya más movimientos a nivel internacional, incluyendo en los países involucrados, que se manifiesten por el fin de la guerra, ya sea por parte de la población o por parte de políticos o lobbies que pudieran ejercer una presión al respecto.
Aunque en principio pudiera parecer que no tiene mucho impacto, las manifestaciones por parte de la población en contra de la guerra son de vital importancia. Estas no deberían ser partidistas, sino abogar por el fin del conflicto y nada más.
Se suele argumentar cuál de los dos bandos es culpable de la guerra, pero de lo que no cabe duda es que la población civil víctima de la misma (sobre todo los niños) y la gran cantidad de desplazados, no lo son.
Hoy en día la mayoría de los sistemas políticos son en teoría democráticos. Es difícil imaginar que la población de un país esté a favor de una guerra, por el daño que esta causa. Y, sin embargo, los gobiernos toman la decisión en algunos casos de participar en dichas guerras.
Suele ocurrir porque la información sobre el conflicto en cuestión no suele estar exenta de censura, y la propaganda del propio país es la que es vigente, sin entrar a considerar los argumentos de la parte contraria. En tiempos de guerra no valen fisuras y una especie de dictadura se apodera del supuesto régimen democrático.
El gasto en armamento es enorme, y guerras como las mencionadas contribuyen a que haya una escalada del gasto militar en el resto de países. Gasto doblemente inútil desde el punto de vista económico, porque produces cosas que no crean riqueza y que están diseñadas para destruir.
En cierto modo, debería haber otros mecanismos a nivel global para solventar los problemas que se pretenden resolver por las bravas.
Se han propuesto en distintas ocasiones el crear estructuras de gobierno mundial y podrían ser de gran utilidad para resolver conflictos y conseguir una desescalada del gasto militar, que ayude a la causa de la paz y que además haga que el mundo se desarrolle más, económicamente.
En definitiva, el ser humano debe aprender del pasado y de la historia. No vivimos para repetir los errores de nuestros antepasados sino para progresar y conseguir una mejor vida en el planeta. Ningún conflicto debe ser solucionado por la fuerza de las armas, sino por la fuerza de la razón y con instituciones que sean creíbles y que, por ejemplo, dictasen laudos que fueran aceptados por todas las partes en conflicto.
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