A pesar de que algunos comentaristas pregonan que Maduro está más fuerte que nunca y recomiendan rendirse y convivir con el crimen organizado desde el Estado, la realidad es otra. Otra muy distinta. Hay un hastío profundo dentro del chavismo con Maduro, con Cilia Flores y con los hermanos perversos Delcy y Jorge Rodríguez.
Ese hastío tiene particular virulencia en la FAN(B*). A pesar de estar fragmentada, desmoralizada, y muy criminalizada, la mayoría del componente es profundamente anti-Maduro y su clan. Los cubanos trabajan (bajo contrato pagado con petróleo) para detectar y neutralizar a cualquier oficial o grupo de ellos que perciban como amenaza. El ministro de Interior y Justicia, Remigio Ceballos, viene cumpliendo, desde que era el jefe del Ceofanb, con la tarea de ser el punto de contacto con los sicarios de La Habana. Pero la verdad es que ya no dan más y cayeron, los cubanos y sus clientes, en el espiral paranoide que siempre termina implosionando a las tiranías. Ven enemigos por doquier y van a por ellos sin orden o lógica. Sumen a este estado de ánimo, el descalabro de las primarias que ellos permitieron, no por el chucuto Acuerdo de Barbados, sino porque estaban seguros de que María Corina ganaría una elección muy poco concurrida. Craso error que han tratado de remendar desde el día después a punta de auto-goles. Luego vino el desastre del referendum del 3D que le estalló en la cara a los cuatro malhechores que mencionamos en el segundo párrafo. Los militares fueron testigos de excepción de la ausencia casi total de votantes y también del monstruoso invento de «votantes» por parte del peor CNE de la historia. Por cierto, ese fútil ejercicio de «soberanía populachera» no se hizo para distraer la atención del sorprendente resultado de las primarias (que por cierto también descolocó al equipo de Joe Biden y a tres de los partidos del llamado G4), sino para responder a durísimos cuestionamientos dentro de la FAN(B*). La mayoría de la oficialidad concluyó que corremos un alto riesgo de perder el Esequibo por errores que Maduro y Delcy cometieron en la estrategia política y legal que trazaron. Los abogados consultados por la alta oficialidad coincidieron, según varias fuentes, en que se llegó a la Corte Internacional de Justicia por torpeza y que una vez en La Haya se ha cometido error tras error. Los expertos ven poco probable que la Corte revierta el Laudo Arbitral de 1899. Maduro se ve, junto a sus principales operadores, los hermanos Rodríguez Gómez, como responsable de la pérdida irreversible de una reclamación histórica. Esto para muchos en la FAN(B*) es buena excusa para deslastrarse de Maduro y además culparlo a él y a sus secuaces de todo lo malo ocurrido desde que Chávez partió al matadero, es decir, a La Habana. Las conspiraciones con nombres de chiste, los supuestos magnicidios, los arrestos arbitrarios, las degradaciones de oficiales y ahora la desaparición forzosa de Rocío San Miguel y cuatro miembros de su familia nos demuestran que lo que Maduro teme es más grave de lo que los venezolanos intuimos.
La procesión de veras va por dentro y nadie lo sabe mejor que el Tirano. Maduro es consciente de sus crímenes, sus horrores y sus errores. Sabe las consecuencias de ellos y con razón tiene miedo. Mucho miedo. Miedo que no le permite gobernar, ni dormir, ni pensar en que cada acción represiva es abrir aún más el foso que tiene como destino profundo e ineludible. Estamos en las horas más graves de una involución marcada por horas y días que creímos los peores. No, lo peor está por venir. El miedo se traslada del pueblo a sus verdugos. Hoy quienes se sentían invencibles se ven vencidos. ¿Hasta dónde intentarán llegar para luchar contra la fuerza de la gravedad? ¿Quiénes buscarán salvarse del barranco que es el destino ineludible de tanta perversión y desatino? Las respuestas a estas preguntas y el futuro inmediato se están forjando mientras yo escribo y ustedes leen.
Publicado originalmente en la cuenta de X del autor @pburelli