Venezuela, además de su petróleo, su gas y su oro, etc., es parte de un objetivo superior de los sectores más retrógradas de la farsa izquierda del mundo, que buscan el completo rediseño político de la región, para continuar dilapidando sus riquezas, y así garantizar el sostenimiento de regímenes antidemocráticos.
Todas las críticas al madurismo, desde su autoritarismo hasta su culto a los militares, incluida la corrupción depravada, no hacen más que evidenciar la exponencial crisis multidimensional que resiste la población, evadiendo siempre las opciones de superación de este cáncer histórico que aqueja y asesina a la nación.
La exigencia de propuestas que nos impulsen a un cambio real de las perspectivas para ir de la dictadura a la democracia se constituye en una disyuntiva histórica, difícil de resolver y de comprender, toda vez que el régimen ha procurado hábilmente el envilecimiento de todos los sectores del país, con especial énfasis en los políticos, los partidos de oposición, hoy corrompidos y alacranizados.
La dictadura hace ver que es exitosa en su mayor desafío: el sostenimiento del poder a toda costa. Por cuanto repite sistemáticamente las estrategias para pervertir a los sectores opositores y mantenerlos en el círculo electoral sin garantías, ganar tiempo los hace triunfantes, pero ganar elecciones no basta, han conquistado 25 de 27 elecciones, y ya esas victorias son tan anticipadas por las mañas electorales que no poseen ninguna legitimidad, transformándose en realidad en grandes derrotas en el campo internacional.
Jorge Rodríguez, pilar de la estrategia
El médico psiquiatra ha sido el artífice de buena parte de la estrategia, del debilitamiento de los sectores opositores, del manejo de los hilos internacionales, es el constructor del mensaje comunicacional a la población, es el Joseph Goebbels moderno, su habilidad ha ido tan lejos que ha logrado intervenir en la FANB, debilitar a Diosdado Cabello y erigirse como el gran decisor detrás del poder.
Su talento para el mal es imprescindible para Nicolás Maduro, al cual domina como un paciente de urgencias psiquiátricas, en él influye de tal manera que lo lleva repensar y cambiar radicalmente de posturas en momentos álgidos, aspecto que acrecienta su confianza y a la vez el control en la personalidad del paciente y en el manejo del propio régimen y del Estado, hoy fallido.
Sin embargo, Jorge Rodríguez conoce los límites de sus destrezas, sabe bien lo complejo del momento histórico, entiende la capacidad reducida de intervención de los aliados internacionales, vive las complicaciones económicas en el accionar del Estado venezolano con un modelo agonizante, el psiquiatra es el interlocutor del régimen con la Unión Europea y mantiene línea de comunicación con Estados Unidos y no es objeto de sanciones políticas, no es casual que sea el jefe de la delegación del régimen en el actual proceso de diálogo y negociaciones que se ejecuta en México, el cual se interrumpe por la extradición de Alex Saab, elemento que marcará las posiciones en lo sucesivo, siendo a la vez un catalizador de acuerdos hacia la transición, o la puerta que antecede al cataclismo de la caída de Nicolás Maduro y todo el régimen.
De tal manera que la salida negociada no es imposible y debe llevar implícita la intervención, y participación de factores del madurismo, donde al parecer Jorge Rodríguez, su hermana, Padrino López, y los otros tantos ministros que controlan, son los facilitadores ideales de ese escenario. La conspiración no es previsible porque se experimenta en las profundidades de la intimidad del madurismo, que ahora se ubica en posición desfavorable.
Continuar la estrategia sin acuerdos para reflotar es inmolarse y acabar por completo las pocas herramientas internas que tienen, con un ya debilitado pero existente aún movimiento político. El chavismo/madurismo todavía posee base social, pero es difícil saber cuán delgada es la línea que separa el apoyo, con sus contraprestaciones de simulación, cansancio y el ya notable rechazo. Las horas que vienen, de carácter decisivo, permitirán apreciarlo sustancialmente.
Ya sobre ese liderazgo pesa el derrumbe del PIB, el éxodo masivo de 6 millones de ciudadanos y la criminalidad extendida en el país, entre otros factores alarmantes, al cual se le suma el asesinato del general Raúl Baduel, que retumba a lo interno de la FANB, y ahora la latente extradición de Hugo Carvajal “el Pollo”, el hombre de la inteligencia militar de Hugo Chávez,
El liderazgo opositor recae sobre el presidente interino Juan Guaidó, apoyado por Washington y otros 60 países. El régimen ha fracasado en su intento por desmoronarlo, negando su fuerza; el interinato, lo catalogaron en su momento de un golpe de Estado, implicando que sería un civil que da un golpe a un gobierno cuasi militar con un líder civil, toda una maraña de interpretaciones para finalmente aterrizar en la existencia de Juan Guaidó, su reconocimiento de orden internacional de altas dimensiones, y la imposibilidad de disminuirlo, contradicciones insostenibles por la tiranía.
Se propició la construcción de una estrategia que, alimentada por la dictadura, lograse la puesta escena de la corrupción a lo interno de la oposición denominada G4, dejando expresado ante el país la existencia de una alianza de los líderes de organizaciones como AD, PJ Y UNT, con el propio Nicolás Maduro, en detrimento de Juan Guaidó y del gobierno interino, con el fin supremo de empoderar a Henrique Capriles como el líder de la oposición en el país, crisis que ayuda a decantar la fuerza opositora para que se remoralice.
Ahora bien, Juan Guaidó debe urgentemente diferenciarse, demostrar que no son las ambiciones personales que lo asisten, sino el interés general del país. Debe unir a los venezolanos, propiciar la insurgencia de las organizaciones de la sociedad civil y atreverse a proponer un núcleo organizativo que motive al pueblo en su lucha por la democracia.
Desde una óptica de otro psiquiatra
Se hace importante poner en contexto la necesidad del perdón en el país, para alcanzar la unidad nacional, el otro psiquiatra, el bueno, el demócrata Walter Boza, a quien vale la pena estudiar por su marcada comprensión del chavismo, el madurismo y del exchavismo como categoría diferente que se mueve en el país, por la democracia, además de su influencia en líderes del exchavismo, civiles y militares como lo es el mayor general Rodríguez Torres, en sus palabras: “Para reconstruir el país es imprescindible superar la crisis moral espiritual, derrotar a ese veneno del alma que es el odio e impulsar con fuerza la reconciliación de los venezolanos; el único antídoto contra el odio y la intolerancia es el perdón.
En el proceso civilizatorio de la humanidad, a contenido una permanente confrontación entre la razón y la fuerza, a medida que los años y los siglos transcurren, la razón se ha logrado imponer sobre la fuerza, ha ido progresivamente ocupando un espacio mayor, donde la gran fuerza motora ha sido el amor, el perdón y la reconciliación, sin embargo aun falta mucho para que el triunfo de la razón sobre la fuerza sea totalmente definitivo; en Venezuela la fuerza tiene arrinconada a la razón; la mentira y el engaño intentan aplastar a la verdad y el odio arremete sin piedad contra el amor”.
Para esta propuesta central hace falta un liderazgo, que predique con el ejemplo, e impulse con ahínco y decisión la lucha por los valores, recuperar la espiritualidad y liderar la vuelta a la democracia.
Se acorta el camino del madurismo
Los desatinos son evidentes, el presente es de ruinas que ya no puede extenderse más. La desafección en lo que queda del chavismo no solo es de la clase media ni de algunos de sus referentes históricos que rompieron lazos, es una verdad que retumba en las catacumbas del pueblo, para expresarlo en el lenguaje del propio Hugo Chávez. Hoy los sectores populares están confrontados con Chávez y promueven la salida de Maduro. Esto también es válido para el sector militar y se contempla en un grueso importante de oficiales hoy convertidos en presos políticos, y otros tantos conspirando, más la tropa, donde no se admite evaluaciones y proporciones, el rechazo es total.
El conflicto venezolano ha dejado de ser solamente nacional para convertirse en una clave geopolítica. La administración Biden, aunque no es tan expresiva como la de Trump, hace del conflicto venezolano parte en sus disputas con China y Rusia por motivos que no son convergentes, y suma la peligrosa relación con Irán. El despliegue del secretario de Estado, Antony Blinken, parece ser definitivo para surtir cambios en Latinoamérica.
Con este análisis, el fin del madurismo, sin lugar a dudas, tiene un componente internacional, y también un desenlace fatídico en la relación con su génesis social, sumada a una conspiración, de aristas psiquiátricas, en la que Jorge Rodríguez pudiese ser candidato presidencial, de producirse un gran acuerdo. Faltará conocer la decisión de La Habana y del resto de los líderes del chavismo que disputarán el liderazgo.
@jufraga12
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