Hace mes y medio, cuando nos enteramos de la llegada del coronavirus a Venezuela, decíamos que nos había agarrado el “catarro sin pañuelo” porque desde antes de la crisis de la pandemia el país transita por la recesión económica y asfixiante más larga de la historia contemporánea.
En términos de mediciones modernas para el desarrollo, podemos decir que atravesamos por una catástrofe multifactorial, que nos ubica en el ranking de los países más vulnerables ante la sobrevenida pandemia del covid-19, otras enfermedades contagiosas y por supuesto, un país con menos posibilidad de crecimiento y desarrollo debido al nefasto manejo macroeconómico por parte del régimen.
Desde hace un mes, hemos visto distintos actores políticos del país, a pesar de las diferencias ideológicas e incluso personales, proponer la unidad de esfuerzos para superar el covid-19 en Venezuela, exhortando firmemente a las partes del conflicto político venezolano a construir los acuerdos que estén a la altura de la emergencia, propuestas que desde Unidad Visión Venezuela hemos apoyado y vamos a seguir apoyando en pro de la unidad nacional para reconstruir la República.
La crisis que vive Venezuela requiere de entendimientos, por ejemplo Juan Guaidó puede facilitar el acceso de las finanzas represadas en el extranjero, a nuestra República, y que esos recursos sean administrados de forma transparente; y por otro lado, los distintos actores políticos del país -incluida la sociedad civil- tengan acceso a la supervisión y contraloría de los mismos.
Los venezolanos debemos entender, que en el marco de la actual crisis económica mundial, si la gente no trabaja, se muere de hambre; por lo tanto, urge activar protocolos prácticos y seguros para oxigenar la microeconomía.
Para nadie es un secreto que la crisis política, social y económica que venimos padeciendo, cada vez con mayor fuerza, es producto de 28 meses en hiperinflación, de un PIB que se ha contraído en más de 70% en los últimos 3 años y en consecuencia, un tercio del país requiere de ayuda humanitaria.
Ahora toca flexibilizar por sectores, con condiciones de bioseguridad para identificar los casos asintomáticos. Por ejemplo, el sector productivo alimentario, transporte, textil y sanitario deben incorporarse dentro de un esquema de contingencia funcional, para asistir a la sociedad venezolana.
Desde el pasado 24 de marzo propusimos desde Unidad Visión Venezuela instalar una Mesa de Consenso entre demócratas, socialistas y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, solo para abordar la crisis pandémica en Venezuela. Hasta el momento, no vemos la más mínima voluntad de parte de los convocados a dar un paso al frente para iniciar una tregua en beneficio de la mayoría del país, que en realidad, se encuentra padeciendo en medio de una pugna política bastante disfuncional y tóxica, pero bastante lucrativa para algunas individualidades políticas.
En vista de escasa iniciativa consensual, desde Unidad Visión Venezuela, hemos presentado a la opinión pública y a las fuerzas políticas en pugna, una propuesta con tres acciones fundamentales: En primer lugar, generar una directriz de operaciones humanitarias; en segundo lugar, solicitar un despliegue del Programa Mundial de Alimentos en el país; y en tercer lugar -y no menos importante- poder generar una plataforma de apoyo a emprendedores. Sin embargo, el elemento más importante es la liberalización: Hay que liberar de aranceles, impuestos y limitaciones la importación de materias primas alimentarias, agrícolas y agroindustriales (incluida maquinaria). Autorizar la importación privada de combustibles. Evaluar – Iniciar el concesionamiento de plantas inactivas de generación termoeléctrica. Reactivación del crédito bancario.
El objetivo es generar confianza y condiciones favorables para el sector privado, entendiendo que poseen el capital, el arraigo, los medios de producción y libres de sanciones.
En resumen, el venezolano común debe entender que la falta de consenso entre las fuerzas políticas que dominan al país, nos tienen sometidos en una recesión interminable, donde la mayoría sobrevive gracias a su fuerza de voluntad, recursos propios y la esperanza de un cambio de sistema en el mediano plazo.
El pueblo debe entender que a punta de bonos (vengan de donde vengan) no se puede salir de la recesión. Aparte de ser una solución excluyente, populista y demagógica, en lugar de liberarnos, nos esclaviza cada día más. No necesitamos bonos, solo servicios públicos óptimos para generar condiciones de empleo, ocupación productiva, información, acceso a materias primas y recursos tecnológicos. En estos momentos, cuando los gobiernos fracasan, los ciudadanos deben empoderarse y tomar la rienda de su porvenir.
El derecho a sobrevivir con dignidad no puede ser manipulado ni entorpecido por aquellos que detentan el poder; muy por el contrario, su éxito y permanencia se justifica en la medida en que son capaces de proporcionar los medios para mejorar nuestra calidad de vida.
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