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Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario

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Venezuela alza la voz Rodrigo Figueredo 2020 (1)

Los venezolanos se encuentran en una situación de desespero, frustración, indefensión (inducida a veces) y de resiliencia en el sentido negativo de la palabra que se traduce en un desencanto total, falta de confianza y rechazo a sus «representantes» (tanto usurpadores como pretendidos).

Por un lado, se desinfla la dinámica del interinato que inició con un gran apoyo y expectativas dado el histórico 66% de la representación de una Asamblea Nacional en manos de una oposición (que nunca pudo hacer valer una ley) con 60 países democráticos e instituciones internacionales a favor, con millones de personas en las calles del país en 2019, con militares patriotas, sociedad civil endógena, diáspora y opinión pública en su inmensa mayoría apoyando; y, por otro lado, una dictadura de facto a la cual no le importa más nada hoy, a finales de 2020, que juega a seguir sin máscara la usurpación del poder que parece más instalada que nunca, consciente de que no puede soltarlo porque sabe que seria su sentencia, que busca relegitimarse con una farsa «electoral» usando cínicamente argumentos «institucionalistas» vía instituciones que ellos mismos destruyeron el próximo 6 de diciembre. Frente a este Estado de hecho: la consulta popular propulsada por la sociedad civil venezolana, junto con los partidos del G4 que forman la justificación del interinato para representar el lado democrático y pretenden encausar las aspiraciones a la libertad, es percibida (de forma simplificada) como una consulta exclusivamente de dichos partidos para relegitimarse como representantes constitucionales y seguir siendo los interlocutores exclusivos de los venezolanos ante el mundo.

La inmensa mayoría que padece (adentro y afuera) esta crisis se siente desamparada, sin voz en capítulo y con un sentimiento de «es que no se puede hacer nada» que muchos cínicos y operadores de grises intereses a los cuales les interesa que perdure este estatus quo para seguir beneficiándose de ello y que hasta promueven. Esta crisis de dimensiones bíblicas, agravada por la crisis de salud, económica y social que produce la pandemia de coronavirus, sumado al sentimiento de quedar sin representación real alguna que acompañe sus esperanzas, ha creado un sentimiento de rechazo también hacia el interinato del presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, y hacia la clase política en general que culpan, y en parte tienen razón, de ser corresponsables de la debacle y de no haber podido lograr el cese de la usurpación de la dictadura.

Hace unos días monté una encuesta por redes sociales (en Twitter) en la que pregunté: «¿Venezuela, por quién te sientes representada?», con la posibilidad de votar por 1) El interinato, 2) el régimen y 3) ninguno de los dos. Después de unos días y más de 4.000 votos, el resultado fue el siguiente: 80% por ninguno de los dos, 15% por el interinato y 5% por la dictadura. Estos datos, en mi opinión, me confirman todo lo que expongo en este artículo y me trajo a la mente la famosa frase (adjudicada a Carlos Andrés Pérez) «ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario» cuando los pongo en perspectiva con lo que significa o no la consulta popular que se está acercando y que se realizará pocos días después de la farsa «electoral» de la dictadura, este próximo 6 de diciembre.

Pocos saben cómo se desarrolló la dinámica de la consulta popular y hubo tanta lucha de definiciones para determinarla que podría abarcar todo un artículo. Para resumir, les puedo decir que ella se originó más del lado de la sociedad civil que de los partidos, que políticos zorros que no nombraré trataron de disminuir «echándole agua al vino» para no perder sus prebendas ante una sociedad civil que exige, legítimamente, tener voz y representación más directa y real.

Les puedo decir que mi reacción a la publicación de las primeras dos preguntas inicialmente «amarradas» por estos actores politiqueros fue rechazarla con fuerza y que recibí con tibia esperanza las ahora 3 preguntas definitivas que logró estimular la sociedad civil a los partidos de oposición y que ahora se presentarán al soberano. Pensando bien en el dilema de contradicción que se presenta por tanta falta de claridad, me vino la revelación (créanme contradictoria con mi intuición) de que aún pensando que el interinato no merece ni tiene más derecho a imponer de forma Top/Down su monopolio de representación dado el espectro actual del sentimiento nacional, ese 80% que no se siente representado ni en él ni en la dictadura, que viene del Bottom/Up debe ser escuchado y tomado en cuenta (porque emana de un derecho constitucional), y que, aún con todo lo imperfecto que es esta «solución» que se nos presenta -porque en mi opinión (y la de millones) hacen falta acciones mucho más que palabras para salir adelante y liberar a Venezuela del yugo infame del statu quo actual- guste o no y no viendo otras alternativas serias, racionales y realistas propuestas en la mesa, es una manera para que Venezuela alce la voz y sea escuchada, no sé, digo yo… ¿qué piensas tú? Supongo que ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario…

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