Tradicionalmente se ha dicho que en política hay cosas que se dicen y no se hacen, y cosas que se hacen y no se dicen, pero quienes hoy detentan el poder en nuestro país, han dejado atrás esas premisas y han incursionado en la práctica de decirlo y hacerlo. Podría señalar muchos hechos desde la época de Hugo Chávez, pero solo me referiré a tres anuncios, o tal vez amenazas del candidato Nicolás Maduro: 1.- Si no gano, habrá un baño de sangre y hasta llegaremos a una guerra civil, lo dijo y ocurrió el baño de sangre, al día siguiente de perder las elecciones, generando 25 muertes y varios centenares de heridos como lo han señalado distintas ONG. La guerra civil no se ha producido porque no hay dos ejércitos, y la oposición no tiene ni cortaúñas. 2. En sus últimos mítines, se presentó con una hoja de papel y decía: aquí tengo en mis manos el resultado electoral que será el mismo que hará público el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) el 28 de julio a medianoche. Lo dijo y lo hicieron con el mismo papelito. 3.- Si no reconocen mi victoria y la oposición acude a la vía del terrorismo, si me tengo que convertir en un dictador, lo haré y seré implacable. Lo dijo y somos testigos de que lo está haciendo. A pesar de esos antecedentes, esto que llaman «revolución» confronta una terrible tragedia: perdió toda credibilidad. Debo reconocer que, durante varios años, convencieron a muchos compatriotas y a una gran cantidad de países de que contaban con el respaldo de la inmensa mayoría del pueblo y que de verdad estaban adelantando una auténtica revolución, conseja que era cimentada en el cuento que de más de 40 elecciones habían ganado 38. Pero, como las mentiras tienen patas cortas y cuando la verdad aparece, quien ha mentido pierde toda la confianza.
Precisamente el 28 de julio pasado, apareció la verdad, los venezolanos le mostramos al mundo que el supuesto apoyo popular era solo una fantasía, y que en proporción 7 a 3 habíamos votado para producir un cambio de gobierno y de sistema político. Al quedar sin ninguna prenda que pudiera generar duda si eran o no demócratas, no les ha quedado opción que obligar a mentir descaradamente al presidente del CNE y refugiarse inconstitucional e ilegalmente en la Sala Electoral del TSJ, para impedir que muestre cada una de las actas impresas por las máquinas en cada mesa de votación, porque son conscientes de que si se publican la paliza es inédita. Desde hace 55 días el Poder Electoral ha incurrido en un grave delito al desconocer nuestra soberanía ejercida por cada ciudadano a través del voto. Ni en Venezuela ni fuera de nuestro territorio encontramos a alguien que confíe, que crea y respete lo que diga el CNE, comenzando por quienes fueron testigos del oficialismo que de viva voz están coaccionados para que mientan o se atengan a las consecuencias, pero sus conciencias les gritan ensordecedoramente que esa no es la verdad y que llegará el momento en que darán testimonio de toda la verdad, y que ellos venían alertando que eso pasaría.
Y en el exterior, nadie pone en duda que el candidato a la reelección fue derrotado, no se explican que si ganó como afirma, no permita que el Consejo Nacional Electoral (CNE) exhiba los resultados y se permita una auditoría internacional e independiente; incluso los gobiernos que tienen algún tipo de afinidad como Brasil, Colombia, Chile, no se atreven a darle reconocimiento porque saben la verdad de lo que pasó.
Con el transcurrir del tiempo, la poca confianza, la casi nula credibilidad del régimen, se erosiona al máximo; su desesperación a medida que se acerca el 10 de enero de 2025 los hace incurrir en la comisión de costosos errores que los retrata de cuerpo entero y en horribles cueros. El último de ellos, lo ocurrido con Edmundo González Urrutia en la residencia del embajador de España, y la presencia de los dos altos funcionarios del gobierno nacional, Delcy Rodríguez, vicepresidenta y su hermano Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, para coaccionar al presidente electo por 70% de los electores el 28 de julio, para que firmara una declaración en la que reconocía la írrita sentencia de la Sala Electoral del TSJ, igualmente aceptaba el triunfo de Nicolás Maduro. Los representantes del régimen se aprovecharon de la seria amenaza de que era objeto Edmundo González para que este firmara y, con mucha astucia utilizó su firma que en nada comprometía el resultado electoral para no solo conservar su libertad, sino poder viajar a otros países para desde allí continuar luchando por el respeto de la soberanía popular. Es repugnante y vergonzoso que, los representantes del oficialismo se hicieran presentes en territorio español para cumplir el más deleznable de los oficios en la historia republicana de nuestro país, someter mediante chantaje al presidente electo por la inmensa mayoría del pueblo venezolano, para torcer su voluntad. Este episodio me hace recordar algo que ocurrió en Mérida, cuando Wolfgang Larrazábal presidía la Junta de Gobierno y se aprobó el llamado plan de emergencia, en la parte de seguridad les dieron empleo a unos cuantos como serenos (vigilantes) y tenían que garantizar la seguridad en determinado sector, uno de ellos, natural de Ejido, de nombre Aquilino Moreno, le correspondió el sector donde está ubicada la botica La Vencedora. Una madrugada este vigilante observó unas personas que al parecer se estaban mudando y de repente una de ellas le pidió el favor de que le tuviera un espejo de cuerpo entero, Aquilino muy amablemente hizo el favor, pero pasó mucho rato y nadie reclamó el espejo, sencillamente se trataba de una banda que había desvalijado un apartamento y a él lo entretuvieron con el espejo, podemos decir que a Jorge, Edmundo le entregó el espejo y ahora tiene que cuidar que no se rompa, porque se lo cobrarán como nuevo.
Lo que ha generado mayor ruido tanto adentro como afuera del país es que el presidente electo haya firmado esa declaración. No veo cuál es la preocupación, eso es igual como si Williams Niehaus, hubiese firmado una declaración aceptando que él no estaba secuestrado, sino que lo hacía voluntariamente y los 20 millones de dólares que pagó la Owen Illinois, no era el rescate sino un obsequio a sus acompañantes que durante 3 años lo habían protegido para garantizar su vida; nadie lo habría creído. En esta oportunidad no solo es que esa declaración es nula, por lo tanto, no produce efectos jurídicos, sino que prácticamente nadie dentro o fuera del país, cree que la misma se produjo de manera voluntaria, lo cual es ratificado por Jorge Rodríguez al conminar a Edmundo a retractarse en 24 horas o presentará los videos. Esa es la conducta de los que en la política utilizan la amenaza, el chantaje o la extorsión para imponer sus criterios, incluido el cambio de resultados.
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