Todo el mundo sabe lo ocurre en Venezuela y, en buena medida, de la atención dispensada por las potencias occidentales que han descuidado demasiado este lado del mundo, para intentar zanjar sus diferencias en las latitudes orientales. De trágicas situaciones sabemos los venezolanos, porque hemos vivido y padecido a diario una tragedia, sin esperar que la clase política establecida nos lo diga, entendiendo que su misión y deber está en orientar y conducir a la ciudadanía, comprometiéndose realmente. Esto es hacer política, no otra cosa.
Por eso mucha gente se pregunta: ¿se hace política en la acera opositora?, ¿hay políticos en ella? Para responder a ambas preguntas, sería larga y polémica la serie de argumentos, incluso, de corte académico. Pero, simplifiquemos y detengámonos en tres datos. Apenas, dos que nos den la pista para la ulterior profundización del problema.
Hacer política es articular entre diferentes factores, comprometerlos en un esfuerzo común, allanar el camino del entendimiento y procurar el consenso tratándose de un enemigo común. Esto requiere de capacidad y habilidades políticas significativas que se apoyan en la experiencia personal pero, también y muy importante, gozar de representatividad real e inequívoca, tener un peso político, contar con la autoridad necesaria para convocar y acordar propuesta . Y, no faltaba más, dar testimonio de una postura “ética”, pues, por muchas que sean las tácticas y las estrategias, son los medios los que justifican el fin y no al revés, como diría Albert Camus.
Nadie, en su sano juicio, niega la necesidad de un diálogo mínimo con el régimen y, si es para que ésta salga, mejor. Sin embargo, no todo es diálogo, articulación, entendimiento y, mucho menos, cuando los dialogantes no han podido convenir con los propios factores que dice representar. Valga la nota escolar, es un contrasentido que, ahora, delatado por Maduro, Freddy Guevara, en nombre de quién sabe quién, se siente con el ocupante de Miraflores o sus agentes, porque se fue por cuenta propia a sentarse en la mesa, aunque en la propia Voluntad Popular hay discrepancias al respecto. Estas acciones ponen en tela de juicios ciertos principios y valores, uno de ellos, el respeto hacia los demás. Con esto, decidan lo que decidan, en nombre propio, no compromete a nadie y evidencia una auto goleada irresponsable y desmoralizante.
Esta táctica opositora ha sido repetida en reiteradas ocasiones, recordemos que tenemos más de 20 años luchando contra este regimen opresor que sabe cómo manejar esta debilidad: negociaciones que comienzan a motu propio, pensando que así son los primeros en cuadrarse y tomar la delantera en la conducción opositora. Esta mala praxis no ha dejado ser el común denominador de los partidos opositores y nos ha llevado a más derrotas que triunfos.
Nadie puede negar lo que se ha acordado dentro del manejo opositor, buscar una vocería que nos representara fue lo correcto, siempre y cuando se manejará dentro de los preceptos y fundamentos dados por toda la oposición. Los que tenemos una conexión con el mundo político sabemos que no está ocurriendo de la forma como se ideó, solo un grupo cercano a la vocería es el que tiene el control, dejando gran parte del sector opositor huérfano de comunicación, decisión y conducción. Praxis que debe cambiar y modificar la estructura opositora, para tener una mejor conducción que nos logre encaminar a un verdadero triunfo contra este régimen opresor. Hay una Venezuela que resiste, persiste e insiste a ser convocada, una Venezuela que espera por la unidad de sus combatientes. No la dejemos esperando.
@freddyamarcano