Antonio Marval y Gladys Gutiérrez, presidente del TSJ legítimo y presidenta del TSJ en Caracas

Este pasado jueves 30 de noviembre, un conjunto de ciudadanos de la diáspora venezolana, encabezados por los doctores Enrique Aristeguieta Gramcko y quien firma el presente artículo, reunidos en el Sur de la Florida, en la ciudad de Doral, y en asamblea ciudadana, prosiguiendo con la lucha por la justicia y la defensa de nuestros derechos humanos y políticos, asumimos el deber de introducir petitorio ante el Tribunal Supremo de Justicia legítimo de Venezuela.

Aunque en el exilio, debido a la criminal persecución en su contra por parte del régimen usurpador de las funciones de la Jefatura del Estado venezolano por parte de Nicolás Maduro Moros, dicho legítimo Tribunal Supremo, como se recordará, fue juramentado e instalado gracias al apoyo de la Organización de Estados Americanos en Washington D.C., en el exterior, el año 2017. Desde entonces ha ejercido un rol fundamental dentro de la lucha de la resistencia histórica que hemos adelantado los muy mayoritarios sectores, dentro del territorio y fuera del mismo, por parte de ciudadanos de auténtica oposición, que hemos enfrentado al régimen por todos los medios constitucionales y de honor, en la lealtad a la patria venezolana que nos obliga a luchar por su libertad.

El miedo desbordado del genocida régimen, que no contaba con el abrumador apoyo que obtuvo y tiene María Corina Machado como líder electa por un pueblo que clama por libertad y justicia para nuestro país, ahora se ha inventado un “referendo consultivo” de lo que no se debe consultar. No se puede llevar a referendo consultivo el cumplimiento o no de una norma constitucional vital referente a nuestro deber de defensa de la integridad territorial de Venezuela. El Esequibo es nuestro, a pesar de la maniobras imperiales de la Gran Bretaña en su momento histórico, y de las torpezas y acatamiento de las líneas políticas del castro comunismo de la administración anterior a la actual del usurpador Maduro.

Al entenderse que traspasaba un conflicto a su colonia por liberar Guyana, Gran Bretaña quiso mantener un acuerdo con Venezuela, como de hecho lo hizo en 1966, que pudiera haber tenido un objetivo reparador del derecho de propiedad inobjetable que tiene Venezuela sobre todo su territorio nacional, el cual incluye irrenunciablemente al Esequibo.

Venezuela mantuvo hasta ahora en un estatus de reclamación pacífica, demostrando nuestra vocación de hermandad, que lamentablemente se ha interpretado como debilidad por los que, accionado con oportunismo nuevamente e involucrando agentes extranjeros interesados en la explotación de concesiones petroleras prácticamente definidas por ellos mismos, a costa de nuestra situación actual, para apropiarse de nuestro petróleo, otros minerales e hidrocarburos, asumiendo la «Línea Schomburgk» que intentó el despojo y produjo artificialmente un conflicto territorial sin base, más que la fuerza imperial abusiva. Ello nos recuerda la frase de Séneca que reza: «De nada vale saber lo que es una línea recta si no se sabe lo que es rectitud».


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