Nayib Bukele
Nayib Bukele. Foto: AFP

Nayib Bukele se reeligió como presidente de El Salvador con un elevado porcentaje. Su fama y reconocimiento trasciende la cerca latinoamericana, y con frecuencia la manera como está enfrentando la corrupción y la pobreza en su País lo convierten en una referencia, en un ejemplo a seguir.

El Salvador volvió a ganar con la elección por segunda vez de Nayib Bukele, aunque esta vez casi sin representación significativa de quienes le adversan políticamente.

Aunque esa ventaja descomunal lejos de hacerle las cosas más fáciles lo obligan a ser más exigente y más eficiente en su desempeño

¿Fue esa votación producto de las expectativas generadas o son expresión de lo que quiere y espera la gente del joven presidente?

¿Acaso esperan que resuelva los problemas del desempleo, de la inflación, de la pobreza o de las desigualdades socioeconómicas?, pero lo más importante, ¿tendrá cómo? ¿Sabrá cómo sin hipotecar su independencia y sacrificar algún sector de la sociedad salvadoreña?

Ese 85% es el resultado de su accionar contra las pandillas criminales que no dejaban vivir en paz a los ciudadanos y era el más importante factor para la exportación, especialmente hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Ahora los salvadoreños esperan más logros, más decisiones que les permitan sentir que de verdad con Bukele se vive mejor.

Otro hecho importantísimo es que la reelección de Nayib Bukele deja claro que la política y lo jurídico necesitan remozarse, necesitan actualizarse. Deben ser más dinámicas e interpretar las necesidades de la gente y ubicar quién o quiénes tienen los argumentos para resolverlas.

Sin duda, el compromiso que adquiere Nayib Bukele con su apabullante triunfo lo obliga a demostrar que se es tan hábil con el garrote que con la diplomacia.

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!