Alrededor de 5 millones de venezolanos –según algunas cifras– están en este momento distribuidos por América del Sur, Centro y Norteamérica, en Europa y hasta en Asia; 5 millones de venezolanos que tienen a padres, madres, hermanos, tíos e incluso hijos que los recuerdan con mucha tristeza, sobre todo en estas fechas.
5 millones de venezolanos que, en muchísimos de los casos, lo dejaron todo atrás con la esperanza de lograr sus sueños, los mismos que son imposibles de realizar en una Venezuela dominada por una usurpación que pulverizó todo a su paso.
A través de las redes sociales y de aplicaciones para comunicarse como Zoom, muchísimas madres lloran a sus hijos y nietos, porque están a cientos y a veces miles de kilómetros de distancia. Y, con sus voces afligidas dicen: «Otra Navidad lejos».
Otra Navidad separados por un modelo que aniquiló las esperanzas de muchísimos venezolanos que no tuvieron más opción que empacar su vida e irse a otras latitudes; otro diciembre divididos por las fronteras, otro diciembre distanciados por una crisis económica que no tiene parangón en la historia venezolana.
Otro diciembre para muchos que no se resignan a estar tan lejos; sin embargo, muchas familias sienten por primera vez la amargura del adiós.
Sí, a pesar de la pandemia, muchos venezolanos decidieron cruzar los límites con Brasil y con Colombia, incluso navegaron hasta Trinidad, para rehacer sus vidas en aquellos países. Y son esas familias a quienes más les pegará esta primera Navidad sin aquellos que emigraron.
Aquí, déjenme hacer un paréntesis y elevar una oración por las víctimas de la tragedia de Güiria, 19 venezolanos que ya no celebrarán Navidad ni Año Nuevo porque, debido a la crisis causada por la usurpación, y movidos por la angustia y el desespero, salieron en un bote rumbo a Trinidad y naufragaron. ¡Lamentable!
Y no dejemos de mencionar a aquellos hogares en los que resalta el asiento vacío, aquel que nunca nadie llenará. El asiento vacío del hijo, hermano o padre que está preso en los calabozos del régimen o, peor aún, que perdió la vida a causa de la represión.
¡Qué duras son las Navidades! Sobre todo en estos tiempos de escasez, de ausencias y de despedidas.
No obstante, sé que juntos lograremos una Venezuela en libertad, y sé que alcanzaremos el rescate de la institucionalidad y las próximas Navidades serán de reencuentro familiar y nacional, de unión y de alegría; unas Navidades de felicidad para todos.
No pierdo las ilusiones porque a pesar de los obstáculos, de las presiones, de las acciones del régimen, hay una esperanza, un nuevo liderazgo firme y coherente que se abre paso de abajo hacia arriba. Así que por encima de las adversidades alcanzaremos la libertad de todos los ciudadanos, y derrotaremos este socialismo que ha causado tanto daño a tantas personas y por demasiado tiempo.
Este Año Nuevo todos, desde la casa más humilde hasta aquella más acomodada, a una sola voz y con un solo sentimiento, pidamos por una Venezuela con libertades, un país libre de Maduro y de los socialistas. ¡Amén!
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