“Deseos no preñan”. Conocida frase popular que así reza e inquiere la realidad del trabajo necesario para el logro de cualquier objetivo. Más allá del deseo que se tenga de alcanzarlo, como el parir un bebé por ejemplo, primero tendrá que ser concebido por los padres, y luego deberá ser llevado en el vientre materno durante los meses mínimos para su crecimiento y desarrollo fundamental. Durante ese tiempo se esperaría que la gestante tuviera apoyo de su pareja y del entorno familiar. Luego la indispensable protección al nacimiento, y durante su primera etapa de vida, pues se sabe su condición de absoluta dependencia.
Cualquier proyecto exige tiempo, recursos y método efectivo para ser alcanzado. Ello podría ser entonces una interpretación útil de dicha frase popular: “deseos no preñan”. Pero lo que no hay que dudar es que hay que comenzar por desear con cierta fuerza ese “algo” para intentarlo y conseguirlo en consecuencia. Esta es quizás la mejor enseñanza que podría derivarse de todo cuanto ha acontecido en las distintas etapas de lucha contra el cáncer que se fue entronizando en el cuerpo de la nación venezolana. Vía la negación del servicio primordial al interés nacional de la dirigencia partidista venezolana, priorizando primero los deseos de sus propios partidos, que ahora mejor podría llamarles facciones.
Por ahora les adelanto lo inútil, por estos tiempos que corren, de desear simplificar y descalificar la conducta y posiciones de otros actores políticos y sociales que hemos tratado de actuar a lo largo de estos años privilegiando el interés patriótico primero. En tanto y cuanto se ha demostrado hasta el cansancio que repudiamos a la narcotiranía castro-madurista, la cual se ha apoderado del control de las riquezas materiales del territorio venezolano. También hemos repudiado a las meretrices que se lo han tolerado, y desde luego a los que los han fortalecido mediante falsos diálogos y tretas para ganar tiempo, como anticipadamente les fueron denunciadas por quienes hemos definido y advertido de tales argucias con suficiente claridad.
Ahora, la grotesca comedia electoral de unos cuantos impúdicos traidores a la nación, disfrazados de dirigentes de esos nuevos y viejos partidos. Los que tomaron por cierto como parte de pago de dicha traición; por supuesto, seguramente junto a unas cuantas monedas que, como los Judas que son, no les podrán faltar en el menú de su última cena.
Las preguntas que surgen entonces no nos son inoficiosas para nuestra organización y lucha en lo adelante. ¿Cómo surgieron esas nuevas agrupaciones partidistas? ¿Bajo “qué reales” liderazgos se sustituyeron a aquellos otroras dirigentes de partidos del anterior statu quo AD, Copei y luego el MAS. Con los sectores nacionalistas que equivocadamente los impulsaron es con quienes entonces nos tocaría dialogar. Aunque la desfiguración de la política como función de servicio a las naciones no es un fenómeno exclusivo de Venezuela, tal decadencia se manifestó en su máxima expresión en el nuestro, al parecer porque surgió de un país petrolero rico en divisas y monodependiente, dentro de la crisis de modelos rentísticos endocéntricos. Justo por el año 1989 cuando iniciaba la caída del modelo socialista de las “Repúblicas Soviéticas” del comunismo ruso, lo cual se hizo patético también con la implosión de sus países satélites de Europa del Este, hacía igualmente implosión nuestro mal modelo de reparto de las vacas gordas en bonanzas cíclicas de alza de los precios petroleros, y en vacas flacas de los precios petroleros desinflados.
Ahora Venezuela se encuentra inmersa en una trágica realidad. Impensable hasta para aquellos que apostaron al peor desempeño de esas “nuevas clases de dirigentes”. Lo que derivó en la narcotiranía que permanece y que mundialmente se maneja con sus aliados de mayor importancia que le corresponden abiertamente como: China, Rusia, Bielorrusia, Turquía y otros tantos encubiertos de Europa, Asia y África. También en América con algunos relevantes países como Argentina, México, Bolivia, Nicaragua y Cuba, más otros varios países-islas de origen colonial europeo-caribeñas. Dando paso al control de partes cada vez mayores de nuestros territorios a las narcoguerrillas colombianas, sigue dando ingreso, igualmente, cada vez más al peligroso islamismo chiita-iraní en Venezuela.
Frente a una América que debía ser la “Casa de todos” en estos tiempos difíciles de alineamientos regionales imprescindibles, dentro de la marejada de pugnas por el establecimiento del control de un nuevo orden mundial, al otro lado nos conseguimos a una impotente clase partidista seudoopositora que se autoimagina y autocoloca como alternativa de poder frente a tal magnitud de intereses y de acechanzas mundiales, sin parecer comprender que no será una fácil entrega de poder por medios electorales lo que podría en algún momento conseguirse para Venezuela; con una transición que no se visualiza por estos tiempos a través de tales medios pacíficos.
Concluyo esta semana, más que contestándole, comentándoles el artículo de Moisés Naím del pasado lunes 23 acá en El Nacional: “74 millones”. Me parecieron de lo más curiosas sus escogencias, un tanto viscerales en argumentaciones sobre razones con las que intentaría deslegitimar las que tendrían 74 millones de votantes por Trump, en las aún en preocupante disputa de elecciones en Estados Unidos. Sinceramente pienso que hay que bajarle dos, como dicen mis sobrinos, para detenernos a analizar en frío el muy delicado asunto. Creo que a nosotros los latinoamericanos nos toca en primer término auspiciar el esclarecimiento de lo ocurrido con esas elecciones; por el bien y fortalecimiento de la unión en esa nación clave del mundo actual que es Estados Unidos de América. Coadyuvar en el mejor futuro de lo que podría ocurrir, no solo en nuestra América, sino en buena parte del mundo occidental y global.
Moisés ha dibujado al actual presidente de Estados Unidos como jefe de un gobierno caótico e inepto frente a la pandemia, pero no le leí nada respecto de la gravísima responsabilidad de los chinos y sus acólitos de la OMS en este punto. Lo llama mentiroso, acusado de violencia sexual y de no tener política sanitaria, que luego intercala con la política de salud. Ello nos debería preocupar en relación con el sistema de justicia de Estados Unidos. ¿Qué es lo que pasa en la familia americana con tanta acusación de acoso sexual o incluso violaciones en la conducta de variados candidatos, como también es el caso de Biden y de su hijo, y que no llegan a claras consecuencias o castigos? Por otro lado, entiendo que la decidida actuación de Trump al apoyar financiera y políticamente la urgencia de investigar hasta lograrse la vacuna tuvo en él un firme soporte, ante los extraordinariamente tempranos resultados conseguidos.
Además de llamar racista a Trump, pues supuestamente no enfrenta a supremacistas blancos, se le remata con que a él no le importa un carajo el clima del planeta. Se vuelve a soslayar así la responsabilidad de los chinos y de otros países para un mejor manejo del crucial tópico.
Creo que junto a nuestro estimado Moisés deberíamos repensar qué servicio le hacemos a la discusión de la política mundial cuando así nos manifestamos. Creo que Trump ha favorecido a su país frente a la hipocresía de una falta de claridad en las Naciones Unidas en defensa de los derechos humanos, por ejemplo en Venezuela. Creo que de verdad él se ha centrado en conseguir mejores tratados económicos para su país, lo que podrá criticarse pero no negársele. Tratando de crear una mejor economía para su país, ha escogido la independencia energética frente a situaciones de una posición de guerra rezagada en el Medio Oriente, y que le estaba produciendo gran desgaste en términos globales, frente a más que competidores leales muy peligrosas actitudes enemigas de China; las que por cierto se avizoran en el horizonte (más allá de Hong Kong y Taiwán, que son solo un aviso). No creo realmente que sea poca cosa el logro de un tratado entre Arabia Saudita y los Emiratos Árabes, por ejemplo. Trump consiguió para los trabajadores de su país, de cualquier raza o credo, más y mejor empleo. A los afroamericanos y latinos esto les mejoró mucho su situación.
Creo en el reto y necesidad de una nueva y comprometida política de cooperación internacional para derrotar, no al fantasma del comunismo sino a la realidad de un sistema perverso que se está tragando al capitalismo desde China. Este podría terminar imponiendo su tiranía desde la cúpula de ese partido comunista que va entregando dádivas a quien se venda a sus propósitos en el mundo. Pienso que debíamos ser más cuidadosos al enfilar nuestras armas e inteligencia con siembra de vientos que podrían lejos de ayudarnos a construir la casa fuerte que requerimos, a recoger tempestades que imposibiliten esa edificación de la “Casa de América” sólida y unida que desde los tiempos de Lincoln se ha aspirado siempre: «Una casa dividida contra sí misma no puede levantarse» («A house divided against itself cannot stand up«).
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