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Nadie se rinde

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Comenzamos un nuevo año, una nueva oportunidad para mantener firme la lucha, pensando que esta vez sí saldremos de esa narcotiranía que oprime a nuestro país.

Otra conducta sería la de “tirar la toalla”, como se dice en el argot boxístico, para dar por terminada la pelea, o sea rendirse ante el adversario.

Analicemos algunas realidades que experimentamos en el año que hemos clausurado:

1.    Nos imaginamos haciendo maletas para regresar a Venezuela. Es verdad, lo viví en mi familia, con Antonio entusiasmadísimo en el retorno tan ansiado. Todos estábamos alborozados planificando el día de volver. No se dio. Eso no significa que el boleto está agotado, o vencido de por vida. Para nada. Esa esperanza debe servir de combustible para que esos motores de la nave que abordaremos para volver a pisar tierra venezolana, sigan encendidos.

2.    Que “hemos marchado mucho, que ya sumamos más de 20 años protestando”. Es verdad, pero nuestros ancestros se vieron también forzados a emprender largas peregrinaciones, participando en decenas de batallas, arriesgando sus vidas, para que un día, definitivamente fuéramos libres. Miro hacia atrás y encuentro ejemplos de cómo nos hemos levantado de la depresión y retomado otra vez, la ofensiva. Esta vez no tiene por qué ser la excepción.

3.    Que “ya no hay nadie en quien creer, que todo el mundo está vendido, son unos traidores”. ¡Hasta Jesucristo! fue sacudido por esas andanzas del ser humano que llevó a alguien a exclamar: “Mientras más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. Pero siempre habrá alguien merecedor de nuestra fe, de nuestra confianza, siempre habrá gente dispuesta a rectificar o alternativas en quien depositar nuestra fe para lograr la victoria definitiva.

4.    Que “no tenemos a nadie dentro de las Fuerzas Armadas”. Tampoco es tan así. Enumeremos los más de 200 militares presos, torturados y desterrados. Por algo será por lo que se alzaron. ¿Que no son suficientes? Puede ser verdad, pero eso no debe significar que están perdidas las esperanzas de contar con más efectivos que se acojan definitivamente a los artículos 333 y 350 de nuestra carta magna.

5. “Que la cooperación internacional se está agotando”. Eso no se compadece con la andanada de sanciones que se aplican y que seguirán verificándose. “Pero perdimos el respaldo de Argentina”, se argumenta en contrario. Pero ganamos los respaldos de Bolivia, de Uruguay, de El Salvador, de Guatemala y de Ecuador. Esos apoyos consolidan al Grupo de Lima y la fuerza de nuestra causa en la OEA.

6.    Por último, está más que claro que no es con diálogos falsos ni con elecciones fraudulentas como saldremos de esta desgracia. La opción es reacomodar las fuerzas internas, tanto civiles como militares, concatenar nuestras acciones con el respaldo internacional y apuntar, sin vacilaciones, nuestra mirada hacia el TIAR, la Convención de Palermo y el R2P.

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