OPINIÓN

Nadie me puede desmentir

por Leocenis García Leocenis García

La democracia participativa fue el legado que Hugo Chávez quiso dejar como político. Acusado de dictador y totalitario, Hugo Chávez intentó siempre defenderse de esos señalamientos. Su gran escudo contra esas afirmaciones era mostrar al mundo que podía ganar las elecciones y que tenía el respaldo de la gente.

Por eso, nombraba y citaba de memoria artículos de la carta magna que apelaban al pueblo, a la voluntad soberana. Desde hace algún tiempo, nadie de los cuatro jerarcas que arbitran el país en nombre del PSUV saca la Constitución. Atrás quedó la famosa imagen de militantes del chavismo alzando el libro azul, el libro sagrado.

La Constitución ya no es un activo; es un problema para los causahabientes de Hugo Chávez. Porque no hay democracia participativa, basada en el soberano, como lo estipula el artículo 5. La democracia murió y lo único participativo es que el gobierno, cada día, nos presenta una nueva ley contra Internet, contra WhatsApp, contra Instagram, contra Twitter, contra los que cantan rap de protesta, contra los que son muy blancos o los que somos muy negros pero somos de derecha; entonces somos bichos raros. La democracia, ya dije, que no existe y lo participativo es que nos informan sobre lo que harán contra todo aquel que se oponga a su empeño de violar la Constitución.

Me tiene muy horrorizado todo lo que se han atrevido a hacer los capataces del PSUV. Primero, detener gente con hombres encapuchados; una cosa aberrante. Es la ley que sabe que no actúa apegada a derecho y golpea y humilla como los hampones con una capucha. Se detienen niños y adolescentes; se llevan secuestrados a hijos para que los padres se entreguen. Extorsionan y amenazan con violar a detenidas para que nunca den a luz. ¿En qué momento el chavismo gobernante se convirtió en eso?

Hay que tener honor, y eso lo han perdido. Yo puedo decir algunas verdades porque tengo cómo. Jamás he sido un simpatizante del Gobierno, y por eso me han hecho de todo: expropiarme, encarcelarme, quitarme el derecho a pasaporte, inhabilitarme, cerrar mi partido Prociudadanos. Pero en momentos difíciles para la gente del Gobierno, les he brindado mi apoyo como defensor de derechos humanos, porque no convalido la violencia, la venganza ni la persecución para saldar asuntos políticos. Porque la política es debate de ideas, no guerra a cuartel.

El 30 de abril de 2019, cuando a las 6:00 de la mañana empezó la intentona de golpe, envié un mensaje a tres personas. Una fue al hijo de un alto representante del PSUV que me vilipendia  en su programa; le dije que contaba con mi casa si iban a perseguirlo y que levantaría mi voz. Lo hice porque él había levantado su voz frente a su padre cuando cerraron 6to Poder  y me encarcelaron.

El segundo mensaje se lo envié a González López, que estaba clausurado en su finca y que no era director del Sebin al que volvería horas más tarde. Le dije que si intentaban perseguirlo, yo levantaría la voz; y también lo hice porque después de salir de la cárcel fui a hablar con él para interceder por mi compañero de prisión Yon Goicoechea, y González López habló con el presidente Maduro, y Goicoechea salió cinco meses después.

No soy amigo de González López ni hoy hablo con el hijo del alto dirigente del PSUV. Pero lo hice porque la política tiene que tener honor; una palabra que se ha perdido en Venezuela.

He sido siempre un pacifista porque ejercí la violencia en el pasado. Sé que la violencia no construye nada. Por eso siempre he recurrido al diálogo, pero sin transar. He sido vilipendiado por ello y gratis. Tanto el presidente Maduro como Jorge Rodríguez saben que he dialogado bajo mis principios; no pueden porque no tienen ni una cuenta ni una grabación donde me den un centavo. ¡Mucho sí le han dado a todos esos señores que participaron en esa elección como falsos opositores! Todos. Todos.

Hoy he levantado mi voz contra unas elecciones que no han sido limpias y que no hay ningún indicio, ni lógico ni probatorio, de que el partido gobernante haya ganado. Con el chavismo he conversado siempre con muchos; no los voy a nombrar, el presidente Maduro sabe quiénes son: gobernadores, altos comisionados, militares, que han ido a interceder delante de él cuando él me ha perseguido. Maduro no me conoce personalmente y siempre ha pensado que yo soy una suerte de agente extranjero. Y no, no soy agente. Solo soy un venezolano que no cree en el socialismo y que cree en la alternancia.

Hay que echar atrás esto y crear las condiciones para volver a la democracia. Sobre la base de un fraude, no hay diálogo ni política posible. Eso no es viable. No hay democracia sin demócratas, y esa es la tragedia del gobierno: se acabaron los demócratas.

¿Qué harán con gente como yo, que solo estamos defendiendo la Constitución? ¿Nos matarán? ¿Nos van a inventar delitos nuevos? ¿Qué harán? Y si nos matan a nosotros, quienes defendemos la Constitución y la democracia, entonces ¿con qué se quedarán? ¿Con los alacranes? ¿Ustedes creen que esa gente que es capaz de vender a su madre por dinero les servirá cuando todo esté a punto de derrumbarse? No.