El madurismo tomó su peor camino. Su campaña estuvo plagada de errores. Edmundo González Urrutia con una gran hoja de vida como diplomático, pero desconocido ante la opinión pública, le ha propiciado una derrota descomunal a Maduro. Apenas apareció la figura de Edmundo González como candidato, los ataques desmedidos en su contra por parte de Maduro y su combo le dijeron al país por quien había que votar para castigar la gestión gubernamental. El régimen con un abrumador nivel de rechazo polarizó la elección, garantizando el triunfo de la alternativa democrática. En sus desmedidas agresiones vinculó a Edmundo González con María Corina, atacándolos a ambos en simultáneo con lo que se encargó de endosar todos los votos de quien arrasando en las primarias se había convertido en la máxima líder de la oposición.
Por otra parte, el mensaje de unidad y el tono dulce del discurso de González Urrutia, sirvió de perfecto contraste para que el pueblo se convenciera de que votando contra Maduro se podría alcanzar un cambio de paz, libertad y prosperidad económica.
Ahora que tenemos la inmensa mayoría de las actas en nuestras manos, más de 80% y que el triunfo y la diferencia a favor de la alternativa democrática es abismal (alrededor de 70% vs 30%), con 4 millones de votos arriba, el régimen continúa cometiendo errores garrafales. Tomar el rumbo de proclamar a Maduro con estos resultados tan adversos fue dar un “golpe duro”, que los descubre ante la inmensidad de la comunidad internacional y ante el pueblo soberano. Con el secuestro que tienen de todas las instituciones del Estado, les hubiera convenido más la vía del “golpe suave”, reconocer los resultados tal como hicieron con la Asamblea Nacional de 2015, y de inmediato proceder a vaciar al Ejecutivo de todas sus competencias nacionales. Incluso en el siglo XIX, cuando triunfaron los federalistas y a pesar de que ellos mismos habían ganado “la guerra larga” o de los 5 años, como ahora en el poder les convenía la concentración de potestades, procedieron a centralizar el poder del Estado arruinando las competencias de las provincias.
Los acontecimientos están en pleno desarrollo, los antecedentes de este fraude están en el descarado hurto electoral perpetrado contra el Mocho Hernández hacia finales del siglo XIX, y el par de fraudes perezjimenistas, el último cometido en noviembre de 1957, y que sirvió para que dos meses más tarde, el 23 de enero de 1958, estuviera fuera del poder.
Es la hora de la unión de todas las reservas morales de la patria, de la sociedad civil, de la familia militar que se apegue a la Constitución, al poder soberano y al respeto de la decisión de la mayoría popular.
Ahora que han quedado sin un ápice de legitimidad de origen, ni legitimidad de ejercicio, la propia Constitución, en sus artículos 350 y 333 obliga a restituir el Estado de Derecho violado y los derechos humanos y políticos infringidos. En muy parecidos términos la Doctrina Social de la Iglesia nos impulsa a ejercer “el derecho a la rebelión” consagrado muy claramente en la “Summa Teológica” por Santo Tomás de Aquino o por la Escuela de Salamanca con el teólogo Francisco de Vittoria. Vamos todos a restituir la voluntad del pueblo. Vamos por la reconstrucción de la patria, del Estado de Derecho, de las libertades públicas. Abajo cadenas…
@OscarArnal
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