Un día como hoy (21 de octubre) pero hace 80 años, el primer ministro británico, Winston Churchill, ofrecía un mensaje radial por la BBC a los franceses con las siguientes palabras:
Aquí Londres. ¡Franceses! Durante más de treinta años en tiempos de paz y en tiempos de guerra he caminado a vuestro lado. Hoy sigo haciendo igual. Esta noche hablo en el seno mismo de vuestros hogares, estéis donde estéis, y sea cual sea vuestra suerte. Aquí, en Inglaterra, bajo el fuego de los ‘boches’, no olvidamos los lazos y las ligaduras que nos unen a Francia. Seguimos luchando a pie firme y sin desaliento para que la libertad sea restablecida en Europa y para que el pueblo sea tratado con justicia en todos los países; en una palabra, para que triunfe la causa que hizo desenvainar la espada a nuestras dos naciones.
No son las consecuencias de la derrota la que Francia va a soportar ahora de mano de los alemanes, sino todas las etapas de un aniquilamiento total (…).
¡Franceses! ¡Reanimad vuestro valor antes de que sea demasiado tarde! (…) Siempre me resistiré a creer que haya muerto el alma de Francia, ni que Francia haya perdido para siempre su puesto entre las grandes naciones.
(…) Lo que os pedimos, en medio de nuestros esfuerzos para alcanzar una victoria que compartiremos con vosotros, es que, si no podéis ayudarnos, por lo menos no se opongan a nosotros. (…).
¡Ánimo! Buenas noches, dormid bien, recuperad vuestras fuerzas para el alba, porque el alba llegará. Se alzará, brillante para los valientes, dulce para los leales que han sufrido, gloriosa sobre las tumbas de los héroes. ¡Viva Francia! ¡Viva la marcha hacia delante de todos los países que desean reconquistar el patrimonio que con pleno derecho les pertenece, la marcha hacia una vida más amplia y más plena!
La victoria en la Batalla de Inglaterra (a la que le dedicamos la serie de diez artículos anteriores en este gran proyecto de revisión de la Segunda Guerra Mundial en su ochenta aniversario) fue de tipo defensiva. No se avanzó ni venció definitivamente al enemigo, de manera que para ganar la guerra Churchill sabía que el ataque era el siguiente paso. En este sentido busca fortalecer el espíritu de lucha con este mensaje, no solo de su principal aliado (Francia), sino de todos los que creen en la “libertad y la justicia” (ocupados por los nazis o no) y esta creencia es “el alma de Francia”. Identificar el esfuerzo bélico Aliado con la idea de guerra justa, del bien contra el mal (al cual describe con detalle), de la civilización contra la barbarie (“el aniquilamiento total”, el totalitarismo). Como se diría muchos años después: había que “ganar las mentes y los corazones” antes de resolver los problema de los recursos y el lugar para dar el contragolpe.
Dicho contragolpe era evidente que no se podía hacer en Europa salvo algunos tímidos bombardeos que por ahora no tenían ninguna capacidad para hacer un daño sistemático y definitivo. En cambio en el Frente Mediterráneo y Africano, a pesar de las desventajas en número de soldados y armas, podrían apostar a hacer retroceder al otro miembro del Eje: la Italia fascista de Benito Mussolini. El Duce había incorporado esta zona a la Segunda Guerra Mundial cuando le declaró la guerra a Francia y el Reino Unido el 10 de junio de 1940, siguiendo los rasgos imperialistas de la ideología que él mismo había creado. El historiador italiano Emilio Gentile en su obra publicada en 2019: ¿Quién es fascista? (de la cual hicimos reseña el 22-04-2020 con título homónimo), define este rasgo como una vocación imperialista y belicosa, para lograr “la grandeza” como potencia; y establecer un nuevo orden internacional y una nueva civilización”.
En ese “Nuevo Orden” que la Alemania de Adolf Hitler había comenzado a crear el dictador italiano y la nación que dirigía no podían quedarse atrás. Al leer el Diario de su ministro de Relaciones Exteriores, el conde Galeazzo Ciano, podemos observar la actitud infantil y fanfarrona de Mussolini, siempre compitiendo con Hitler sin medir las capacidades militares, económicas y humanas, ¡mucho menos sus consecuencias!, para llevar a cabo las campañas militares de las cuales siempre le advertían sus generales. A continuación dos ejemplos, el primero antes de incorporarse a la guerra y el otro cuando va a invadir Grecia el 28 de octubre de 1940, que también muestra el dominio alemán sobre Italia desde un principio y la falta de armonización como aliados que eran:
El Duce esta mañana, estaba molesto con los alemanes por una conferencia telefónica que ha sido interceptada y de la cual resultaba la pretensión de Ribbentrop (canciller de Hitler) de conocer el texto del discurso (de declaración de guerra) de Mussolini. “Es el presuntuoso aldeano de siempre – dijo – yo no soy su criado y no lo seré nunca” (9 de junio de 1940).
El Duce está muy indignado por la ocupación germánica de Rumania. “Hitler me pone siempre frente al hecho consumado. Esta vez le pagaré con la misma moneda. Se enterará por los periódicos de que he ocupado Grecia. Así restableceremos el equilibrio”. (12 de octubre de 1940).
Los tres jefes del Estado Mayor se han declarado unánimemente contrarios (a la invasión a Grecia). (…) Todo lo que me dice Badoglio tiene un tono pesimista; prevé que la guerra se prolongará y con esta el agotamiento de nuestros ya exiguos recursos (17 de octubre de 1940).
La debilidad de Italia, entre otros aspectos, es explicada de manera magistral por recientes obras historiográficas. James Holland, 2015, El auge de Alemania: 1939-41 (publicada en castellana en el 2019) nos ofrece detalles de lo que puede ser descrito como un ejército caótico sin capacidad técnica, material y sin ninguna voluntad para el combate. Ofreceremos estos detalles al hablar de la campaña griega la semana que viene, momento en que se cumplirán 80 años de su inicio. Lo cual complementaremos con otras investigaciones recientes: John Gooch «Mussolini’s strategy: 1939-1943» en: John Ferris, Evan Mawdsley, 2015, The Cambridge History of SWW y este año este mismo autor publicó su texto: Mussolini’s war; y la famosa editorial dedicada a la historia militar Osprey acaba de publicar también Richard Worrall, The italian blitz 1940-1943. De todo ello hablaremos en las siguientes dos semanas junto a la representación cinematográfica del Frente Mediterráneo y Africano.
Cuando Mussolini declaró la guerra a Francia pensando que la caída de esta junto al Reino Unido le permitiría hacer realidad sus sueños imperiales, el conde Ciano escribió en su diario: “Mussolini habló desde el balcón del Palacio Venecia. La noticia no sorprendió a nadie y no despierta excesivos entusiasmos. Yo estoy triste, muy triste. Comienza la aventura ¡Qué Dios proteja a Italia!”.
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