La grave situación de hambruna que viven los presos venezolanos no es exclusiva de los hombres que se encuentran recluidos en las cárceles y calabozos policiales; las mujeres, a pesar de ser solo 8% de la población penitenciaria, la sufren por igual.
Al grito de “¡Hambre y libertad!”, el pasado14 de enero en la mañana, las más de 500 presas del Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF) dieron inicio a una protesta y huelga exigiendo celeridad procesal y la destitución de la directiva que las tiene “pasando hambre y en castigo”.
El inicio de esta protesta tuvo como detonante la cena del miércoles 13 de enero, cuando les dieron una arepa con dos filetes de sardina en estado de descomposición. Eso motivó que las reclusas se retiraran a sus celdas e iniciaran una protesta pacífica.
Esta nueva protesta carcelaria, a comienzos de este nuevo año 2021, es solo una muestra de la grave crisis que vive nuestro sistema penitenciario y que en vez de mejorar tiende a empeorar cada día y del cual las mujeres privadas de libertad no están excluidas.
Las mujeres privadas de libertad viven las mismas carencias de los hombres prisioneros, aunado con otras que se les suma por su condición de ser mujeres, con necesidades especiales, diferentes a los hombres.
Debemos recordar que en las conclusiones detalladas de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, presentadas el 15 de septiembre del año pasado, se cita una denuncia que habíamos hecho en uno de los informes de Una Ventana a la Libertad, organización que dirijo: “Mujeres bajo custodia también enfrentaron riesgos adicionales de explotación sexual y sexo transaccional coercitivo. La Misión considera tales actos como violencia sexual precisamente por su carácter coercitivo. No se proporcionó protección adecuada contra estos actos, ni se pusieron bienes o productos básicos sin costo a disposición de todas las personas detenidas para evitar la necesidad de relaciones sexuales transaccionales”.
Son muchas las violaciones de los derechos humanos a las que son sometidas las mujeres en las prisiones venezolanas, que como todas las cometidas con personas privadas de libertad son invisibilizadas, por esa falsa creencia de que estas no tienen derechos humanos.
Esto en el caso de las mujeres en prisión es mucho más marcado que en los hombres, pues se les priva también de los derechos propios que les corresponden por el hecho de ser mujeres.
Aparte de la hambruna a que están sometidas las mujeres encarceladas en Venezuela y los maltratos que reciben de los funcionarios encargados de su custodia, tenemos las graves condiciones higiénicas en que se encuentran. La falta de agua para su aseo personal es parte del día a día de nuestras cárceles y centros de detención preventiva, tampoco se les provee de toallas sanitarias, jabón y otros utensilios que necesitan para su higiene.
Así mismo, en los calabozos policiales no se les permite tener a sus hijos recién nacidos durante la fase de amamantamiento, a pesar de que la ley habla que deben permanecer con ellas hasta los 3 años. Los hijos son separados de las madres una vez que nacen.
Los problemas de las mujeres, así como los de los hombres encarcelados, cada día van en aumento ante la indiferencia de las autoridades del país. Pareciera que al fiscal, al defensor del pueblo y las ministras del Servicio Penitenciario e Interiores y Justicia, el tema de las mujeres privadas de libertad, al igual que los hombres, les importa poco o nada.
@cnietopalma
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