OPINIÓN

Muchos problemas, poco dinero

por Omar Ávila Omar Ávila

A propósito del reciente acuerdo firmado entre el gobierno venezolano y un sector de la oposición, toca a esa clase política asumir su responsabilidad en el deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos y lo que significó por un lado, el todo o nada, la llamada “máxima presión”, y en el otro extremo, el mal manejo de nuestros recursos en los tiempos de bonanza petrolera que nos debió haber blindado para el tiempo de vacas flacas.

El punto de discusión a nuestro juicio es si esos recursos deben ser destinados directamente para atender la emergencia o si en su defecto, meterlos todos en inversión. Desde Unidad Visión Venezuela tenemos claro que quizás no es lo más popular; pero ciertamente -por un lado- esos recursos cuando mucho, pudieran cubrir las importaciones esenciales como son los alimentos y medicinas de un año, pero que no representa ni siquiera 50% de lo que requerimos para recuperar el nivel que teníamos antes de que comenzara la crisis en el país.

La realidad en la Venezuela de hoy es que tenemos menos de un tercio de la electricidad que teníamos en el año 1998, y así es imposible recuperar la economía, porque simplemente sin energía eléctrica no es viable la inversión para alcanzar el crecimiento económico que requerimos, y con ello lograr la productividad y la rentabilidad necesaria que  nos lleve a obtener en el mediano plazo ese bienestar que nos merecemos.

Es decir, se trata de meter parte de esos recursos al SEN (Sistema Eléctrico Nacional) que reactive la actividad económica, y que a la larga eso se traducirá en tributos que podrán financiar de manera sostenible la educación y la salud, al tiempo que generará empleos y capacidad de tener una mejor calidad de vida.

Dicho de otra manera, lo que proponemos es no meter esa plata en gastos ordinarios, ni en nada que no genere un impacto económico transversal, como lo comentaba nuestro buen amigo, el sociólogo Edison Arciniegas.

Como no somos populistas, es nuestra responsabilidad decir la verdad y es que con esos exiguos recursos no va a cambiar en nada la realidad nacional.

En fin, se trata de lograr la normalidad en donde nunca más el destino de los ciudadanos tenga que ser producto de discusiones y acuerdos entre unos pocos, sino que podamos alcanzar la institucionalidad del país en donde se puedan satisfacer las necesidades de la gente por un funcionamiento orgánico de la sociedad como un todo. Que no sea una negociación para un reparto entre dos partes que gozan de poco reconocimiento de la población.

Es bien sabido que el sistema de alimentación escolar desapareció. Ese junto a la recuperación de la infraestructura que impulse el desarrollo económico del país representan un ejemplo de lo que pudieran representar las migajas que se recuperaron en la negociación.

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