Quizás haya sido una noche estrellada en algún desierto que, aunque no como el Sáhara, los hay en Irán. O tras escuchar historias de tiempos de Ciro, cuando Jerjes y Artajerjes, el asunto se complicó, los griegos fueron cosa seria, hasta no hace mucho les vendieron El Pireo a los chinos, negocio que los iraníes contaron en su propio y peculiar estilo. Recordaron cuánta gasolina han “regalado” en momentos difíciles de soledad, angustia y escasez; le precisaron la deuda, enorme, y propusieron cuando tartamudeaba y nervioso transpiraba copioso “otorgar un millón de hectáreas”.
Tal y como está la situación, se observa el caos en el cual impera la mentira, la rendición de cuenta es pecado mortal, y la verdad se desprecia, repudia. Podría cualquier despistado pensar que Simón Bolívar nació en otra parte y no fue Venezuela una de las naciones que libertó. Que héroes y próceres de los cuales unos hablan más y otros menos, como José Antonio Páez, Juan Bautista Arismendi y su heroica esposa Luisa Cáceres, Francisco de Miranda, Rafael Urdaneta, Antonio José de Sucre, entre muchos, son nativos y forjadores de otros países que no son Venezuela; que sencillas proles no se hubiesen propuesto la forja de una nación, un continente soberano, sumiso al poder extranjero del enclenque mental que gobernaba España y admiradores asesinos.
Idolatrar a Fidel Castro, hijo de gallegos para depresión y vergüenza de Galicia, desgracia de Cuba y Latinoamérica, dedicó su vida a olvidar lo aprendido en el Colegio Belén de los jesuitas y en la escuela de Leyes en la Universidad de La Habana; sólo fortaleciendo la firmeza del gesto para mentir, desnaturalizar y adulterar; despojar a los ciudadanos cubanos de su enorme capacidad de emprendimiento, de su canto maravilloso, ritmo único y explosiva música, además de su estupenda forma osada de ser.
Admirarlo es complicidad con la desdicha e infelicidad en Cuba, encubridora de presos políticos maltratados, torturados, abandonados. Ciego ante la ruina vergonzosa forzando a los cubanos que no lograron escapar; ver sus hijas ejerciendo la prostitución, convertidas en prostitutas, observarlas impotentes como por necesidad y a cambio de dinero se entregan al meretricio, para satisfacción de inclinaciones inconcebibles, de un sueño insatisfecho de fantasías, que anhela libertad de aberrantes apetitos de visitantes que ayudan a la tiranía pagando por placeres profanos, y por si fuera poco, convirtiendo a la mujer en mercadeo de la indignidad, comercialización inmoral y a las familias en permanente humillación, desesperanza y hambre.
Integrantes de la Fuerza Armada que una vez combatió con valentía, coraje y eficiencia a la guerrilla comunista en la selva venezolana, derrotándola, arrodillándola y dirigentes del gobierno que lleva años destrozando inmisericorde a Venezuela, se emocionaron sobreexcitados porque el tirano cumplió 96 años de haber nacido para desgracia y vergüenza, demostrando así que la gesta del Libertador Simón Bolívar, héroes y titanes de la independencia de la América Hispana, y del propio Antonio Maceo -Titan de Bronce- clásico y grande espíritu de fiereza guerrera, fue a sacrificarse en Cuba con la bandera de la libertad, no con el banderín de la esclavitud que el cumpleañero ofreció a Chávez en 1994 -apenas dos años después de haber felicitado a Carlos Andrés Pérez por haberlo derrotado-. Le importa poco o, simplemente, no han entendido nada, mucho menos lo de ser venezolanos.
Se puede tener cortesía diplomática de enviar amabilidades al país cuyo régimen opresor, violador de los derechos humanos arrincona a sus ciudadanos, los arruina entre prostitución, miseria y prohibiciones. Y otra, hacerse cómplice de una “grandeza” que es grosera propaganda; engañado a ingenuos de media humanidad. En eso, si son exitosos asesinos comunistas, castristas, rusos, fanáticos islámicos y, cada día menos, los castro-chavistas a los cuales Venezuela se les disuelve entre los dedos de la mano.
Una ciudadanía idiotizada, asqueada por la politiquería, de clase socioeconómica ignorante y una sociedad libidinosa es receta casi perfecta para arruinar cualquier país. La falta de educación es el mayor daño que se le puede hacer a la nación. En consecuencia, felicitar a Cuba por ser patria de un delincuente, malhechor, bandido y forajido como Fidel es tan inmoral, impúdico y deshonesto como congratular a Austria por el nacimiento de Adolfo Hitler.
@ArmandoMartini