El panorama político en Venezuela permanece enrarecido, viciado y manipulado dentro de una burbuja asfixiante que inexorablemente debe cambiar.
Quienes ostentan el poder por la vía del fraude cantado, demostrado e inocultable, no están midiendo las consecuencias generadas por sus pretensiones, todas apalancadas por las instituciones secuestradas y serviles, que a todas luces perdieron credibilidad y se convirtieron en factores inquisidores y disociados frente a una sociedad cansada de ser controlada, desmejorada, maltratada, desatendida e ignorada.
El estado de indefensión es evidente y las condiciones de vida son insostenibles e insoportables en el tiempo. Sin temor a equivocarme el régimen solo siembra el pánico y la desesperanza para alcanzar la sumisión y resignación del 90% de la población que está en su contra y espera su salida del poder.
La mayoría de los venezolanos dentro y fuera del país tomaron una decisión que permanece incólume, consolidada por el deseo de cambio generalizado de un pueblo en condición de pobreza y esclavitud, que se resiste con firmeza a los embates de la revolución socialista, inmoral, degradada y desprestigiada frente al país y el mundo entero.
El limbo socialista es estridente y altisonante. Los máximos exponentes y representantes de este error histórico, están envueltos en una trama obscura, indescriptible e incontrolable, que implosiona, constante y permanentemente en todos los escenarios, convirtiéndose en un caso que hay que resolver, sí o sí.
Pretender que el país reconozca al Sr. Maduro como presidente reelecto, presionando, chantajeando, persiguiendo, encarcelando y amenazando a la ciudadanía es un acto de cruel e inhumano.
Venezuela espera paciente que finalmente se respete la voluntad popular a pesar de las acciones caprichosas y persistentes del régimen que ha sido desconocido por la comunidad internacional además de cuestionado y señalado por todas las instituciones que defienden los derechos humanos, todo en base a contundentes elementos probatorios sustentados presentados y perfectamente documentados por quienes buscan la liberación de Venezuela del yugo socialista.
Quienes promueven pasar la página del proceso electoral presidencial permitiendo la ilegalidad condenan a millones de venezolanos a continuar viviviendo la tragedia que nos agobia y propulsan la posibilidad futura de que lo sucedido en Venezuela comience a convertirse en una práctica electoral posible, que desconozca la soberania de los pueblos.
En estos escasos meses que quedan para que culmine el periodo presidencial, el llamado es a los factores políticos e individualidades destacadas del país a que fomenten, trabajen y consoliden una negociación por difícil que parezca, para que se desarrolle la transición con los menores riesgos y costos posibles, que restituyan la institucionalidad, la constitucionalidad, se respete la voluntad popular plasmado en el resultado electoral y se de paso a una era de reconstrucción del país y reencuentro de los venezolanos.
El régimen no puede sustentarse solo desconociendo el liderazgo de María Corina Machado o ignorando el resultado que obtuvo Edmundo González Urrutia.
Es la hora de que la clase política que ha fracasado reiteradamente o goza de algún cuestionamiento en su proceder se aparte de este escenario complejo y permita crear un clima de mayor credibilidad y confianza.
La fuerza moral y ética es imprescindible para tener éxito en estos tiempos convulsionados y circunstancias difíciles.
Importante cerrar estos comentarios con el tema de las elecciones regionales y municipales que deben convocarse para el año 2025. Son un ejemplo del panorama complejo que vivimos y los que se avecinan.
Con las instituciones controladas y por ende confabuladas en el tema electoral, ¿de qué manera y en qué condiciones se podría participar?
Sí el órgano rector totalmente desacreditado y descalificado convocara a nuevas elecciones, podría hacer lo mismo que en el cuestionado proceso presidencial.
Es un ejemplo del por qué debe resolverse lo medular para que puedan realizarse elecciones de otra naturaleza.
Obligatoriamente surgirá una solución para beneficio de la nación.
La unidad nacional alcanzada y la defensa del resultado electoral presidencial debe sostenerse y preservarse, para que al final logre imponerse exitosamente.
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