OPINIÓN

Monomerías

por Armando Martini Pietri Armando Martini Pietri

Levanta la polvareda Primero Justicia con el activo más apetecido después de Citgo, dejando claro que, comedidos, sobrios y atentos, han denunciado anomalías caprichosas en la administración de la petroquímica venezolana establecida en Colombia.

El presidente interino confiesa sin amagues que las decisiones referidas a Monómeros y otras responsabilidades en el extranjero fueron consultadas, tomadas en conjunto, que el G4 impuso sus candidatos y se repartió la torta. Se alzaron como jefes, empezó el desastre y malos manejos. El gobierno colombiano observó la polémica y en seguridad del suministro de fertilizantes intervino.

La intromisión política de quienes lo montaron en el techo de una camioneta, acompañaron en la frontera cuando atrevidos bebieron a placer e invitaron prostitutas para saciar deleites, y fanáticos enloquecidos incendiaron la ayuda humanitaria entre concierto, disturbios y militares histéricos; cuando para morirnos, circular asustados aun no contábamos con el coronavirus, bastaba con delincuencia, violencia cívico-militar del desaparecido legado, transferida a la incompetencia del sucesor.

El gobierno interino viajó, nombró embajadores sin acción real, directivos, ministros, organizó burocracia, prometió fin de la usurpación y sus excesos antidemocráticos. Pero, sin ton ni son ni rendir cuenta, nadie sabe de dónde provienen tantas ONG, viajes, gastos, sueldos, o si poderes forasteros, como el tribunal inglés que custodia el oro o el gobierno colombiano de la empresa petroquímica estratégica, de alto potencial, producción, ingresos e interés para un país agrícola. Sin embargo, llama la atención que la corrupción y el despiporre administrativo no son pecados exclusivos del castromadurismo.

Sonaron angustiadas las alarmas cuando el interinato despidió al reconocido político, diplomático, experto petrolero que ejercía de embajador en Bogotá. Hizo las primeras advertencias de que algo no iba bien en los manejos petroquímicos y petroleros, casi tanto como ahora suenan campanazos de sobresalto por las negociaciones en México subrayadas confidenciales, que poco se conocen entre el oficialismo y la representación del cuarteto que el primero rima con el cuarto y el segundo con el tercero, en propuestas por delegados inaceptables e irrelevancias que no interesa a millones de venezolanos.

El gobierno provisional permitió que Monómeros se convierta en campo de solaz para politiqueros que olfatearon la oportunidad de tomarla, que de administración y petroquímica nada saben, por lo que debe ser rápidamente aclarado y corregido. Terrible que estuviésemos pasando de una corrupción a otra, de una burocracia partidista, ratera, económicamente inservible y perniciosa a otra; que el futuro democrático ofrecido a esta Venezuela monetariamente reconvertida de muchos ceros a pocos pero con la misma hiperinflación, vaya a ser similar al presente que ofrece limosna, mientras el hambre, la inseguridad, frustración y fallas graves de servicios públicos actúan como enfermedad habitual que de tanto huir ya empiezan a ser agresivamente rechazados en los países hacia los cuales encaminan sus esperanzas.

Si Primero Justicia considera que el gobierno interino comete errores, ampara corrupciones y no actúa como ellos piensan, debe apartarse, es lo correcto, digno y decoroso. Pero si hay alguna unión desunida, rapaz, es la de la oposición cada día más desacreditada, que significa menos a los ciudadanos y víctimas que aseguran representar.

Monómeros es señal clarísima de que las cosas van mal; corrupción, desorden y compadrazgos persisten, no han sido corregidos, se enorgullecen por defender libertad y democracia pero tan incompetentes, autocomplacientes como el régimen que ofrecen acabar. Monómeros es una acción que lo demuestra. Tiene razón el dirigente de la Plataforma Unida de Venezuela cuando expresa que Primero Justicia no puede quitarse gravámenes, pero tampoco pueden hacerlo los demás. El siniestro cuarteto es responsable.

Politiqueros con ambición desmedida, piñata es fiesta, saqueo a los recursos del país. Venezuela es nación en disolución con patrocinio de mafias y grupos delictivos. Sin embargo, no todo es malo, la opinión pública reacciona, los políticos inútiles no deben meter las narices, menos las manos en la conducción de las empresas, ubicando en la palestra la eterna discusión sobre lo conveniente de tener compañías oficiales del Estado o si es preferible que sean de gestión privada.

Con desparpajo insolente, despectivo el G4 riendo a carcajadas dice: no le paren, la gente no tiene alternativa, está obligada a creer en nosotros. Pues se equivocan, la sociedad reclama a gritos, manejo honrado de los asuntos públicos. La exigencia colectiva de pulcritud y excelencia es una realidad inocultable. Los ciudadanos demandan buenas costumbres, emplazan principios morales y ética como comportamiento.

Repugnancia, repulsión vomitiva provocan los funcionarios corruptos, su codicia descarada de robo frente a un pueblo en la mayor pobreza y peor miseria, genera un comportamiento inquebrantable de conciencia ciudadana que sin miedo exige rendición de cuentas, transparencia y pureza.

@ArmandoMartini