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Modelando futuro

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En una ocasión un experto en visualizar el futuro me dijo que el arte de hacerlo reside en imaginar con sentido realista una visión global prospectiva que permita construir el futuro. Personalmente lo denominé “sobre visión”, acordándome de mi maestro de muestreo estadístico, el eminente catedrático Francisco Azorín Poch, nos enseñó a muestrear la realidad y a aplicar modelos de pronóstico para trazar una visión amplia y otear un posible acontecer del futuro, en otras palabras, usar la tecnología, modelando acciones presentes y generar salidas probables buscando la construcción del futuro a mediano plazo.

Recientemente, Michael M. Crown, presidente de Arizona State University, nombrada como la universidad más innovadora de Estados Unidos por U.S. News & Word Repor,. se refería a lo mismo con la pregunta ¿cómo visionamos una universidad en crisis para el año 2100?, al efecto afirmó:

“Todas esas visiones de mediano plazo están sentadas sobre la base en modelos tradicionales, pero ante la complejidad creciente del mundo actual, cómo podemos abordar el tema para cambiar una universidad que se concibe a sí misma como exclusiva y competitiva, donde generalmente se desprecia la colaboración, y se aíslan en comunidades elites de la sociedad civil. Esas condiciones las hacen muy difíciles de cambiar y, por supuesto, de imaginar el futuro frente a la crisis, la democratización de la educación, el analfabetismo tecnológico, la distancia de la universidad y el sector productivo y, la ausencia de innovación, elementos imprescindibles para lograr el progreso y la adaptación a una sociedad mutante”.

En la práctica eso se traduce parcialmente en dejar a un lado la noción de la universidad estereotipada y en especial del estudiante tradicional. Se debe entonces abordar el tema de masificar la educación superior en todos los contextos, asegurando el acceso popular a la universidad dada las circunstancias actuales de desmotivación por los estudios universitarios, obviamente sin desmerecer la calidad académica. Es imprescindible ofrecer una educación superior de excelencia a los estudiantes destacados, tender una línea abierta a aquellos que abandonaron sus estudios y finalmente contribuir a dar amplitud a la población activa para canalizar sus  capacidades y competencias en programas de extensión para la certificación profesional que les aseguré el éxito en sus emprendimientos o en el trabajo, asegurando el enlace laboral y, especialmente proporcionarle continuidad a los estudios universitarios, favoreciendo que las personas tomen cursos especializados, y al mismo tiempo, le permitan obtener créditos para continuar con la licenciatura e incluso con la especialización y maestría en cualquier universidad.

Estamos en una era dinámica, de nuevos actores enmarcados en la sociedad del conocimiento, sustentada en información, la comunicación y los modelos de aprendizaje que han irrumpido ampliamente en las redes académicas. Programas de todo orden están sustentados en el desarrollo de contenidos individuales o corporativos, incluso desarrollados por las corporaciones tecnológicas, montadas y difundidas en una variedad de plataformas internacionales.

La innovación es la médula del cambio en una sociedad libre está apalancada por instituciones orientadas a estimular el desarrollo, la calidad y el mérito profesional que facilite acceder a las redes globales y sus nuevas realidades, de esta manera la tecnología ayudan dentro con un enfoque epistemológico adecuado la capacitación y manejar una realidad particular con herramientas adecuadas, entre ellas los nuevos modelos de Análisis de Datos, Inteligencia Artificial, Realidad Virtual y otras innovaciones para la educación a distancia y del trabajo remoto.

Ello obliga a expandir las formas de aprendizaje con herramientas creativas, y nuevos emprendimientos. Sin rubor alguno se debe abandonar el prurito de la academia confinada y, emparentarnos con las corporaciones tecnológicas, apoyar las alianzas universitarias y favorecer sin restricciones y con flexibilidad las acreditaciones cuyas competencias son institucionales, preservado la autonomía académica de las universidades y salvando la oposición reglamentaria de una sociedad conservadora que pretende continuar con una visión estrecha en la formación universitaria de elite.

En la actualidad y de manera exponencial se han desarrollado aplicaciones complejas que están fuera del alcance de los egresados universitarios los cuales deben ser reentrenados o en el mejor de los casos actualizados, los docentes e investigadores también necesitan ampliar sus fronteras, al igual que las propias instituciones de educación superior con la ayuda de la investigación universitaria soporte de un liderazgo en ambientes competitivos y contribuir a la solución de problemas basados en proyectos que les permita abordar temas críticos sociales, económicos, políticos y de coyuntura con la tecnología disponible para contribuir al desarrollo, explorar nuevos mundos y aprender cuestiones complejas que enriquezcan la continuidad de la ciencia  y la cultura.

Es obligante inducir el cambio y la transformación universitaria la cual dispone de herramientas organizacionales para la reformulación del aprendizaje, potenciar la educación hibrida, multiplicar los esfuerzos para el desarrollo de contenidos emparentados con los mecanismos de colaboración integral y lograr puntos de apoyo para inducir la sinergia necesaria en los procesos investigativos, e internacionalizar el conocimiento en beneficio del desarrollo de las disciplinas universitarias.

Es necesario proporcionar educación más especializada involucrada en una era tecnológica, satisfacer las competencias crecientes de la sociedad del conocimiento que se mueve en nuevos paradigmas, por tanto, la educación superior debe llegar al pueblo, en sentido positivo hay que masificar la educación y hacerla llegar a una gran masa estudiantil, desmotivada, que no desea saber de carreras largas, pero que es proclive a aprender nuevas tecnologías, aplicaciones utilitarias y contenidos útiles, baratos, rápidos y competitivos, sin menoscabo del pensamiento crítico, del humanismo y la cultura. No se puede dejar de sembrar la semilla de la continuidad formal de los planes de estudios optimizados en la universidad dando la oportunidad que los estudiantes crezcan como las ramas de un árbol hasta donde su fuerza, iniciativa y capacidad los conduzca.

Dentro de la visión de futuro de la educación superior no puede dejarse de lado el comportamiento organizacional, componente básico del cambio; los procesos han cambiado, las ofertas de programas de enseñanza han crecido en todos los planos, desde la iniciativa e innovación individual hasta los grandes desarrollos corporativos. La universidad no puede ver este fenómeno de lejos, debe involucrarse con su competencia, abandonar los estancos profesionales; los departamentos y facultades deben mutar hacia organizaciones más eficientes, competitivas y sustentables.

El campus universitario se asentará solamente como un segmento de interacción, en los espacios formales y tradicionales en el espacio tiempo considerando que los enfoques curriculares han potenciado la integración de competencias y tareas. Cada día cambian los temas en una permanente actualización donde las clases magistrales pierden sentido y sus actores se convierten en facilitadores docentes, tutores y consultores, sustentados en una educación por demanda. La oferta magisterial se quedó corta ante el conocimiento de los participantes de un programa quienes tienen información permanente y relevante, solo requieren un diseño casi personalizado dependiendo de su nivel, es un usuario diferente a la estandarización del conocimiento al cual estábamos acostumbrados.

Frente a esta nueva realidad, la innovación, la actualización y el fortalecimiento de la investigación, el desarrollo de proyectos y la vinculación con las nuevas tecnologías está haciendo la diferencia, no solo a nivel del aprendizaje, sino también, en el enfoque organizacional de las universidades que debe procurar en el último tramo de ese conocimiento acreditar la competencia de sus estudiantes y egresados. En ese segmento las universidades deben priorizar sus programas y contribuir a modelar el futuro del sistema, y porque no, del país.

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