OPINIÓN

Mis fonemas siempre precipitarán discordias cuando rememore monstruos como Hitler y Mussolini

por Alberto Jiménez Ure Alberto Jiménez Ure

En la plenitud del caos generalizado en el mundo, algunos fonemas de la discordia no pierden trascendentalismo ni pertinencia: pero, son tiempos cuando todos deberíamos vivir prósperos y fraternos. Hostiles quienes están frente a organismos internacionales que enfilan orgullosos fomentadores de contiendas. Siglo XXI mediante, emprenden guerras interminables tras la manipulación posmoderna aplicaciones de software que ofertan metodologías para la praxis de matanzas selectivas, persecuciones, torturas, intimidación y aporreamientos.

¿Quiénes somos «patriotas» o «parias» en un territorio donde los ciudadanos creemos tener suficiente arraigo para sentir que formamos parte de un Estado propiedad de una nación? Es tan fácil pasar de «parias» a «patriotas» o revertir el «patriotismo» en «pariarismo». Se presume que los «patriotas» tienen ancestros o actas de nacimientos que los vinculan digna y afectivamente con  alguna república legítimamente constituida, y los «parias» conformarían el sector rezagado de la sociedad y al cual [por diversas y delictivas causas] no se le aporta parte de la riqueza de una nación ni se le estima.

Los verdaderos «apátridas» son sujetos que señalan-inculpan de todo lo malo que ocurre a un país a terceras e inocentes personas, durante soeces alocuciones  en asambleas de ciudadanos y también en intervenciones mediáticas. Mientras que los victimarios son signados para existir preconcebidos con anatemas sin saberlo, porque no les interesa el conocimiento y deambulan «falaciegos», millones de personas somos estigmatizadas por antojo de un ya vetusto estilo de castas que ejercieron fortuitas supremacías: emprendieron contiendas fratricidas, diezmaron poblaciones, dejaron al mundo en ruinas.

De hecho, un «apátrida» es quien no experimenta arraigo ni relaciones afectivas [por nacimiento o ancestro] con quienes habitan el mismo territorio que él abomina o alguien que denigra de «los nacionales» en un [repito] Estado legítimamente constituido al cual intenta exterminar.

Si soy elegido administrador de una república y busco aliarme con quienes conforman, pública-notoriamente, la escoria del mundo para desintegrar la nación de donde procedo, ¿mereceré se me confiera el título de patriota? ¿O seré un «paria resentido» que, por adrede error del mandante que sufraga, recibió un mandato para asumir una inexpugnable misión devastadora?

En la puja milenaria por forzar el declive de nuestros Derechos Humanos, las necesidades de los ciudadanos son alevosa y deliberadamente insatisfechas por la Supremacía de Parias Resentidos que pretende instaurar un penoso estilo de sociedad en supervivencia de guerra y perrería. Los psíquicamente ultrajados no debemos sentir que pertenecemos a una república y, por ello, los líderes de manadas nos dan trato de jaurías hambrientas. Mi concepto de «Estado de Nacionales» eleva la inteligibilidad del corporativismo, no enfunda su arma intelectual frente a los propósitos de enajenar y castrar las mentes de todos. Aun cuando todavía no estudiada con profundidad, las víctimas de estos caníbales estamos ante una indiscutible Fenomenología del Salto en Reversa hacia la Caverna. Nuestra realidad y tiempo han sido detenidos para acelerarlos en la reversa que sectores pre-claros de la Humanidad lamentan. Sabemos que nos aguardan caminos empedrados, con abundante lodo, precipicios y bestias de relevo generacional. Hitler ni Mussolini no murieron. Las guerras, el oprobio y ansias de dominación de unos contra otros que menoscaban el concepto de cohabitación pacífica están intactas. Caminamos por países exhibiendo esputos de monstruos encima de nuestras cabezas. Cada cual es del otro [prójimo] su enemigo, forastero o con ciudadanía. Pro, de cierto os digo que sin excepciones somos hijos pródigos de la endogamia.

albertjure2009@gmail.com