La historia venezolana está repleta de ejemplos de las acciones de los amigos en el poder. Amigos y compadres hasta el último rincón del alma emprenden juntos el camino hacia el poder y una vez conquistado, viene tarde o temprano la puñalada trapera. Asimismo, la vida política está llena de ahijados que sellan un compromiso hasta la muerte para terminar en una inesperada traición. El caso más conocido es el de Juan Vicente Gómez que traicionó, arteramente, a Cipriano Castro. Y, en nuestros días, le pasó factura gratuita y preventiva que Hugo Chávez le pasó a Raúl Isaías Baduel, pues este último podía crecer como un rival importante dentro de la llamada revolución. Por supuesto, le faltaba mucho camino por alcanzar la significación y trascendencia política que no se compra tan fácilmente en la botica, como dice el venezolano. El régimen político que se vive en Venezuela es una gran escuela de la deslealtad y los antivalores.
Es lógico que haya sentimientos encontrados en torno al difunto Baduel entre los juramentados del Samán de Güere, cuando estaba en pañales el MRB-200. Era apenas teniente coronel cuando Chávez asumió al poder y, junto con otros tantos amigotes y compadres, condiscípulos y compañeritos de partido, lisonjeros de ocasión, arribistas por excelencia, y otros nuevos mejores amigos, se fajó por alcanzar en poco tiempo, si se quiere, el grado de general en jefe. En 2002, el hombre tuvo un papel estelarísimo para el retorno del barinés al poder, tributándole una lealtad que después no le fue recompensada. Reclamó su condición de socialista, como el que más, pero, simplemente, no estaba en el elenco y libreto de los cubanos, quienes son los que, realmente, han manejado las decisiones trascendentales de la revolución desde el fondo.
Lo meten preso, al igual que lo hicieron, desde un primer instante, con todo disidente en este país, pero se ensañaron en él y su familia: padre e hijo compartiendo un mismo calabozo, como sucedía en La Rotunda o en el Castillo de Puerto Cabello, con Gómez, marcó el final de su vida. Y esto le interesa un bledo a la mentada revolución que no ha sido otra cosa que el gigantesco parasitaje de los comunistas cubanos, porque la revolución verdadera, limpia y democrática, comenzó el 18 de octubre de 1945, tal día como hoy, que agotó todo su programa al finalizar el siglo XX.
Ha sido terrible la experiencia de la familia Baduel, como la de todo un país bajo el hambre y la miseria, la censura y la represión por más de dos décadas: un día 11 de abril mataron y mal hirieron a mucha gente y, desde entonces, siguen varios policías metropolitanos presos, con sus familias desechas y con un Richard Peñalver, el pistolero de Llaguno, convertido en héroe de la patria que no sabemos si todavía anda por ahí mendigando un asilo político por las Islas Canarias con algún fondito que le haya quedado de la revolución, o, quizá, nada más y nada menos, que un asilo en alguna capital europea, ya que no le pasará por la cabeza pedirlo en Nicaragua, Cuba o Bolivia. Estoy seguro de eso.
Baduel fue uno de los que más insistió en la guerra asimétrica. En el portal TodoChavez.com, cualquier puede acceder al proceso de aprobación entusiasta que en Chávez suscitó. Pero el diablo paga mal, y de esto la gente se da cuenta, indiferente a la mentada revolución. Llegar a acuerdos y negociar con los usurpadores es siempre un riesgo. La tal revolución devora a sus propios hijos, dejándolos que agarren vuelo pero sin perderlo de vista, engordándolos y haciéndose de la vista gorda de sus corruptelas, hasta que en determinado momento decidan cambiar de posición o viceversa. De allí en adelante, comienza el suplicio y la persecución. Para muestra, un botón: la exfiscal de la República y el insigne presidente de Pdvsa, por nombrar dos archiconocidos.
Venezuela siempre fue un país donde prevalecía el compañerismo, la hermandad, la solidaridad con el prójimo, hasta que llegó este modelo político que pervirtió la clase social y política para así hacerse y mantenerse en el poder. Sin importar a quien se lleve por delante o quienes se vayan del país, porque como ellos lo han dicho la revolución está preparada para gobernar con los que se queden, sin pensar jamás en la construcción de un mejor ciudadano, por el contrario, su base es la destrucción. Por ello es que debemos seguir luchando, entendiendo que solos, en pequeños grupos o en individualidades no podemos. Con una verdadera y solidad unidad podemos ir recuperando espacios y buscar el cambio que todos añoramos. Como solución a la traición revolucionaria la consigna es insistir en la unión de los venezolanos y resistir en las trincheras de la democracia para persistir como una opción, no solo de país, sino de vida y valores.
@freddyamarcano
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