OPINIÓN

Minas de muerte en Apure

por William Anseume William Anseume

Arde la frontera colombo-venezolana. La guerrilla no solo se ha ocultado en Apure. Algunos de sus líderes, según expertos en seguridad, deambulan hasta por el 23 de Enero. Se ocultan y actúan hasta ahora libremente en territorio venezolano. Uno de sus denunciantes sigue preso: el profesor universitario y directivo de Funda Redes, Rafael Tarazona. El mensajero pagando por el mensaje que nos alertó a todos.

Por otro lado, Iván Duque, el presidente colombiano amigo de los demócratas venezolanos, estuvo de «visita» formal en la Corte Penal Internacional, seguramente pidiendo celeridad en el proceso contra otros terroristas, los oriundos de aquí en su mayoría, no todos. Ha señalado Colombia que ya no puede cargar más refugiados venezolanos. Que ya está bueno. Lo comunicó a la OEA. La preocupación no debe ser nada más continental sino mundial: Venezuela pasará a ser este año el país con mayor población desplazada en el mundo. No es agua para café.

En medio de ese intenso panorama, conocimos recientemente de varios muertos en Apure por el estallido de minas personales colocadas por guerrilleros colombianos en nuestro territorio. Hasta en un colegio desactivaron una. Luego, supimos de 900 de esos artefactos no habituales en nuestra casa desinstalados por los militares de acá. En tal caso que alguna cifra oficial nos resulte creíble a estas alturas del «juego». Y caben múltiples preguntas que van a quedar sin respuesta posiblemente por siempre. ¿Como se les permitió a esos guerrilleros colombianos su accionar en nuestro territorio? Ni usted ni yo permitimos ni permitiríamos algo como eso. ¿Existe alguien procesado por acción u omisión al dejar ingresar a esos individuos como Pedro por su casa, sin permiso? ¿La inteligencia militar no supo, hasta que empezaron a estallar las minas mata personas, de ese accionar? ¿Seguirán permitiendo la actuación de guerrilleros colombianos en nuestro territorio?

El problema de la soberanía y el de las armas y su tenencia son problemas cuya responsabilidad está asignada a la Fuerza Armada, sin distingos. ¿Han faltado a su responsabilidad sin que haya señalamiento de responsabilidades? La pelota está en el terreno militar. Ahora vemos cómo desmantelan supuestamente asentamientos guerrilleros ¿Pero cómo se les permitió llegar e instalarse ahí sin impedirlo? La complicidad corre por toda la trama del régimen despótico. Amigos protegidos como ha dicho el propio Iván Duque, como ha dicho Iván Simonovis, como no se cansó de detectar y denunciar el profesor Tarazona. No hay como negarlo ya. Aunque quienes fungen de autoridades en Venezuela, en la usurpación permanente del poder, suelen ser muy cautos en las referencias a ese espinoso tema para ellos.

Los refugiados que huyen de nuestro país lo hacen por hambre fundamentalmente y por buscar alguna condición de vida. Pero también muchos desplazados, incluso a lo interno, huyen de sus zonas de residencia por la violencia generalizada en el país. Los grupos hamponiles igualmente facultados para actuar desde el poder hasta que se cansan de ellos en los «cuadrantes de paz». Del mismo modo, al parecer, la guerrilla colombiana, descubierta, asesina, ha terminado en significar un estorbo en este momento para el régimen. ¿Terminarán por echarlos, ahora sí? ¿O les permitirán arrimarse a otras latitudes aquí mismo en Venezuela, con protección? Las minas son un cruento modo de agradecer los favores recibidos todos estos años. Las responsabilidades, ahora o después, deberán establecerse luego de la clarificación respectiva de los hechos. Pero impunes no deben quedar.