OPINIÓN

Milei y las versiones –terroristas– de Petro

por Pablo Uribe Ruan Pablo Uribe Ruan

Javier Milei, presidente de Argentina y Gustavo Petro, presidente de Colombia / Foto AFP

Uno no sabe si pensar en «Aureliano» o en Gustavo Petro para entender el origen de la desmesurada, pero tal vez asertiva frase de Javier Milei: «Petro es un asesino terrorista».

Como no es claro si el presidente argentino se refería a una u otra versión -o a las dos-, prefiero hablar de Gustavo Petro. Vale aclarar, antes, que «Aureliano», el alias con el que se le conocía a Petro en el M-19, cometió varios crímenes de lesa humanidad, entre ellos asesinar, secuestrar y masacrar civiles durante la ilegítima rebelión de una guerrilla urbana que regó sangre durante dos décadas (1970-80) en Colombia.

Aquellos delitos fueron indultados en 1989. «Aureliano» dejó de llamarse como el papá de los Buendía en Cien Años de Soledad y desde entonces sólo se le conoce con el nombre de Gustavo Francisco Petro.

 

Milei puede que se haya referido más a «Aureliano» que a Gustavo Francisco. Pero «Aureliano» es un alias guerrillero que fue borrado por una ley que concedió una serie de indultos para los miembros de esta guerrilla.

Estos indultos no han podido eliminar la historia, en todo caso. Los testimonios sobre el M-19 cuentan que «Aureliano» no era un comandante de primera línea. Tampoco llegó a ser un teórico que defendía la lucha armada entre las tropas sediciosas y los jóvenes militantes. Pero sí empuñó y disparó balas, como cualquier miliciano, matando a civiles inocentes. ¿Era un asesino?, sí. ¿Era terrorista?, también.

Gustavo Francisco

Ahora bien, el problema está en la temporalidad de los hechos. Milei habla de «es», de ahora. En la faceta civil y actual, Petro también ha participado en episodios que abren una serie de interrogantes sobre su abnegado interés por la sedición y el terrorismo.

Uno de ellos fue el paro armado de abril de 2021. En él, miles de jóvenes de las barriadas de las principales ciudades del país salieron a protestar indefinidamente. Un grupo pequeño de ellos (la ´primera línea´) construyó barricadas, mató policías y quemó ciudades y camiones, con una sorprendente habilidad.

Durante el paro, Petro, en ese entonces senador, apoyó activamente a ese grupo violento. En medio de eufemismos sobre la sedición y la rebelión, el escudero mayor de PetroGustavo Bolívar, organizó donaciones en dinero –«una vaca», en Colombia- para comprar «cascos, viseras, escudos y múltiples elementos». Directamente, Bolívar y Petro financiaron un grupo que, unos meses después, se descubrió que había sido infiltrado por las milicias urbanas de las guerrillas FARC y ELN.

La ´primera línea´ cometió numerosos actos de terrorismo y asesinó a civiles, entre ellos a un feto que murió a causa del bloqueo de una ambulancia en la que se dirigía su madre que estaba en labores de parto. Petro y Bolívar, mientras tanto, continuaron con las donaciones para ´la primera línea´.

Desde el pedestal de congresista, Petro apoyó indirectamente actos terroristas y asesinatos, que no han sido amnistiados, ni borrados por la justicia, así como la Historia, que, a pesar de los indultos, revela la vida de «Aureliano».

Artículo publicado en el diario El Debate de España