Hay historias de amor que inician como un cuento; otras parecen milagros, como lo es el nacimiento de un niño que, para mí, representa la prueba fehaciente de que Dios existe. Es maravilloso que el amor entre un hombre y una mujer pueda crear vida, quizá por eso se dice que, de Dios, todos tenemos por dentro un pedacito.
Mariela Franco, una joven caraqueña, hermosa e inteligente, jamás pensó que durante un vuelo de Caracas a Maturín conocería y se enamoraría de Jean Claude Adam, ingeniero petrolero de origen francés quien, con el transcurrir del tiempo, se convirtió en su esposo y en el padre de Rodrigo. De ese muchacho vamos a hablar.
Rodrigo Adam Franco será relevo de la Antorcha Olímpica en los juegos que se celebrarán en París. Pero, ¿por qué es un milagro? Porque este joven, quien nació con el siglo hace 24 años, es el protagonista de uno de ellos.
Rodrigo tenía dos meses cuando le fue diagnosticada una grave enfermedad congénita en el hígado: “Atresia de vías biliares”, la cual es mortal si no se realiza un trasplante antes de cumplir el año de vida. Diez meses después de su nacimiento, en Francia, se le trasplantó un trozo pequeño del hígado de un adulto que, con los años y por el accionar de sus propias células, se regeneró y creció hasta alcanzar el tamaño y el peso adecuado. El trasplante hepático, por la estructura de ese órgano, es uno de los más complejos y riesgosos que existen.
La operación fue complicada. Duró diez largas horas durante las cuales su madre no dejó de rezar. “¡Fue un milagro! Fue Dios quien hizo que apareciera el donante a tiempo y quien guio la mano del cirujano”, comentó Mariela agradecida y con una fe tan grande que conmueve.
Y así fue. Rodrigo creció como un niño normal, tuvo una infancia feliz, es amante de la música y se destaca como concertista de piano, instrumento que estudia desde los cinco años; practica varios deportes y tiene grandes cualidades para el tenis, pádel y fútbol. Además, es un joven dedicado a sus estudios, se graduó sobresaliente en Marketing et société y actualmente cursa un segundo master.
Es, además, jugador destacado de un equipo de fútbol de trasplantados en Francia, fanático de los Leones del Caracas y amante de la Vinotinto, equipo que lo ha llenado de orgullo y satisfacción por la tenacidad y calidad de sus actuales jugadores. Con marcada pasión deportiva, dice que tenemos grandes probabilidades de destacar porque este año se clasifican siete y la Vinotinto está de cuarto. “Este es nuestro momento, estoy seguro de que cuando estemos en el Mundial haremos un gran papel”, afirma y añade emocionado: «¡Mano, tengo fe!». ¡Y qué bueno que sea así!, porque la fe hace milagros.
Por eso, con orgullo, este joven llevará la llama olímpica que representa la paz, el respeto, la amistad, la esperanza, la luz del conocimiento y, además, es una forma de agradecerle a Dios el milagro de haber logrado sobrevivir, el amor recibido, el apoyo de familiares, médicos y amigos.
Rodrigo, con su tenacidad para superar obstáculos, está demostrando que podemos conseguir todo lo que nos propongamos siempre que luchemos y seamos constantes. ¿Su sueño? El de todos los venezolanos: ¡un país libre y próspero!… una realidad que está próxima a cumplirse, porque es cierto, los milagros existen.
Twitter: jortegac15