La reciente defunción de Mijaíl Gorbachov tiene un efecto recordatorio que la gente menor de 40 años no suele entender por no haber conocido la propaganda y el prestigio de la desaparecida Unión Soviética en el pasado siglo XX, cuando marcó con sus ideales a los procesos independentistas de Asia y África, con muy contadísimas excepciones y a través de los partidos comunistas en Europa y Latinoamérica, formados muchos como parte ideológica de una “Revolución Mundial” que no llegó a producirse, pero que tuvo una influencia enorme en el pensamiento político y social de las sociedades, especialmente a nivel universitario.
La comparación entre los 3 personajes políticos del título del artículo no hacen referencia a sus cualidades personales muy diferentes, sino al caso común de los 3 de enfrentar un desafío estructural desde el punto de vista político y económico, que está lastrado por razones ideológicas, históricas y de seguridad nacional.
En el caso de Gorbachov, había recibido un país con la mayor capacidad militar nuclear y convencional de la época, dueña de Europa Oriental (Pacto de Varsovia), con una serie de victorias políticas importantes en la última década, desde Vietnam hasta Nicaragua y Angola, que aparentemente solo tenía que lidiar con los guerrilleros afganos que se oponían a un gobierno comunista en un país musulmán, pero que escondía graves problemas que la mayoría desconocían o simplemente se hacían los «locos» para no ver la realidad.
Tal como había descubierto Lenin en 1921, al expresar que “la economía era el cementerio de la Revolución”, si no lograba traspasar los umbrales del desarrollo sostenido, que hace posible financiar los inmensos gastos sociales de un Estado que asume una responsabilidad casi total en la vida de los ciudadanos. De esta época es importante recordar lo siguiente:
“El historiador Stéphane Courtois, autor de Lenin: el inventor del totalitarismo, afirma: ‘En treinta meses, Lenin logró arruinar a Rusia, que en 1914 era la quinta potencia económica del mundo. Una hazaña única. La inflación era desenfrenada: de una base de 100 en 1913, los precios subieron a 755 en 1917, subieron a 10.200 en octubre de 1918, 92.300 en octubre de 1919, 962.000 en 1920, y 64 millones en 1923’. En febrero de 1920, las reservas de oro, plata, platino y divisas se habían reducido a 280 millones de rublos oro, incluidas 8,3 toneladas de artículos de oro incautados a particulares… Lenin logró arruinar a todas las clases sociales. A ello se añadieron las deportaciones, los encerramientos en campos de concentración o el asesinato de la población que se rebelaba, especialmente a los kulaks, que eran los pequeños propietarios del campo. El resultado del ‘comunismo de guerra’, según los historiadores, fue entre 3 y 5 millones de muertos, principalmente por las hambrunas. La hambruna más terrible fue la de 1921 hasta 1922.”
Esta situación obligó a Lenin a retomar medidas de corte capitalista o N.E.P. , de lo que expresó lo siguiente:
“El poder estatal proletario, con el apoyo del campesinado, demostrará ser capaz de controlar debidamente a esos señores, los capitalistas, para dirigir el capitalismo por los cauces estatales y crear un capitalismo subordinado al Estado y que sirva el Estado».
La medida más desesperada e importante que debió tomar Lenin fue hacer un llamado a la comunidad internacional para evitar la muerte del pueblo soviético en 1921 por inanición (hambre) y en este sentido es necesario apuntar lo siguiente:
“El entonces secretario de Comercio de Estados Unidos, Herbert Hoover (luego presidente de Estados Unidos),… decidió ayudar a través de la Agencia de Socorro de Estados Unidos (American Relief Administration, ARA). “Sémola de maíz, cacao, leche condensada, pan blanco y azúcar. Este fue el menú de Estados Unidos para los millones de hambrientos en la Rusia soviética durante la hambruna de 1921-1923, uno de los mayores desastres humanos en Europa desde la Peste Negra”, afirma un reportaje de Stanford News. Los biógrafos le atribuyeron a Hoover haber salvado más vidas que cualquier persona que haya vivido”. Se organizó una de las mayores ayudas en masa de la historia de Estados Unidos, principalmente para alimentar a los niños rusos. El Congreso aprobó un programa de 20 millones de dólares”. (¿Me pregunto si existe alguna estatua, plaza, busto, calle o escuela nombrada en honor de H. Hoover en Rusia?).
A pesar de esto, murieron entre 5 y 8 millones de personas, muchos casos trágicos de canibalismo y hasta “mercado negro” de carne humana, lo que fue atestiguado por observadores internacionales que presenciaron dichos horrores, los cuales pasaron por debajo de la historia oficial como pasaron los 10 millones de muertos por hambre en Ucrania en la siguiente década y como pasaría también con la inmensa ayuda en material militar angloestadounidense que hizo posible la victoria soviética en la Gran guerra patria (1941-1945) contra la Alemania nazi y que apenas se suspendió llevó a la hambruna de 1946-1947, que se mantuvo en secreto hasta 1989.
Con estos antecedentes, muy bien conocidos por Gorbachov, que además estaba presenciando la invasión mundial de la tecnología japonesa que en esa época, amenazaba con opacar por completo la tecnología occidental y dejar incluso atrás a Estados Unidos y Europa Occidental, era más que evidente que era necesario un cambio político y económico total, antes de que la revolución de la informática y la microelectrónica terminara de crear un abismo infranqueable de superar por los países del denominado “socialismo real” y “democracias populares”.
El problema era que hacer dichos cambios implicaba decir la verdad, o sea, aceptar que existían miles de empresas estadales ineficientes (empresas zombis, en terminología china), que solo existían para mantener una nómina de empleados estatales que eran sostenidas por unas pocas empresas muy rentables, de la misma forma como Pdvsa en Venezuela sostuvo todo un país durante varias décadas. Esto se traducía en desenmascarar a los burócratas ineficientes del PCUS, además de aceptar la terrible realidad de que no podían seguir en una carrera armamentista con Estados Unidos, que había escalado a nivel espacial con el proyecto antimisilistico denominado “Guerra de las Galaxias”.
El sistema político soviético no pudo entender estas realidades de un día para otro y evidentemente se disparó el descontento popular, que llevaría al colapso de la URSS, que ya había aceptado la caída del Muro de Berlín y la pérdida de sus gobiernos satélites en Europa Oriental, ante la imposibilidad de defenderlos de la ira de sus ciudadanos y sostenerlos económicamente.
El colapso de la URSS marcó la vida e ideología de todos los movimientos políticos de izquierda, que buscaron apresuradamente excusas o razones para divorciarse rápidamente de todo lo ocurrido en la Unión Soviética, creándose 2 vías políticas de escape diferente, como la vía China, que entendió la validez de sus reformas económicas a tiempo, que le llevarían al estatus de superpotencia económica y tecnológica mundial al día de hoy, o la vía de la resistencia, donde la RPD Korea (Corea del Norte) & la República Socialista de Cuba se atrincheraron en los liderazgos políticos de Fidel Castro Ruz y Kim Il-sung para salir de estas encrucijadas que derivaron en la pérdida política, militar y económica de sus principales aliados, lo que les llevó a enormes sacrificios y ajustes en la década de los noventa. Cuba logró superar el denominado “Periodo Especial” y Corea del Norte una hambruna espantosa entre 1995 y 1998.
Estos desafíos colosales, a menor escala, lo tienen sobre sus espaldas tanto Nicolás Maduro, como denominado defensor del legado de la Revolución Bolivariana y el socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez (1999-2013), como Gabriel Boric, que pretende ser el “vengador de Salvador Allende” y “verdugo de Pinochet”, lo que se revisará en los próximos artículos.