OPINIÓN

Midway: el ocaso del Sol Naciente

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

En los anales de la guerra en el mar no aparece ningún choque más intenso y conmovedor que estas dos batallas, en que las cualidades de la Armada, la Fuerza Aérea estadounidense y las de todo su pueblo brillaron en su máximo esplendor. (…) El valor y la entrega de los pilotos y los marinos de Estados Unidos, junto al coraje y la habilidad de sus líderes fue la base de todo (Winston Churchill, 1948-56, “Capítulo IX. Las victorias navales estadounidenses: El Mar del Coral y Las Islas de Midway” del “Libro III. La Gran Alianza” en su obra: La Segunda Guerra Mundial).

En la película Midway (Jack Smight, 1976) el almirante Chester Nimitz (representado por Henry Fonda) al saber los resultados se pregunta: “Yamamoto contaba con más armas, experiencia y confianza que nosotros. Al final: ¿Tuvimos más suerte o mayores destrezas que los japoneses?”. A continuación finaliza el filme con el texto del primer ministro del Reino Unido que hemos transcrito al inicio. Es una manera elegante de mostrar el debate historiográfico que se generó en torno a la que se ha considerado como la batalla decisiva del Pacífico, y que incluso algunos llegan a afirmar que determinó el rumbo de toda la Segunda Guerra Mundial. Barrie Pitt en “El mayor combate naval desde Trafalgar” (Introducción al libro de la Editorial San Martín: A. J. Barker, 1976, Midway: el momento crítico), señala:

Pocas veces en la historia han influido tanto los factores circunstanciales. Si un criptólogo norteamericano se equivocó o fracasó en la interpretación correcta de los innumerables mensajes japoneses codificados; si el piloto de un avión nipón de reconocimiento hubiese observado con mayor detenimiento [y así enumera unos cuantos posibles pequeños cambios]. Si cualquiera de estos componentes aparentemente triviales hubiera tenido lugar de forma diferente, el combate habría podido desarrollarse por otros cauces y las consecuencias habrían sido aterradoras.

(…) Una victoria japonesa generaría la captura de Midway y Hawai. El peligro sobre la costa oeste despertaría poco interés en los estadounidenses por la guerra en Europa (…). Y los rusos habrían derrotado solos a los alemanes y el telón de acero llegaría hasta Francia.

Es un contrafáctico bastante dudoso por la ventaja que significaba la gran capacidad industrial de Estados Unidos, pero lo inevitable era el cambio en la duración de la guerra con sus impredecibles consecuencias.

Los documentales han tendido a resaltar el tema de la suerte y un buen ejemplo es el de Netflix (2019): Greatest events of World War Two in colour en su capítulo respectivo. Una excepción es el documental que dirigió John Ford, que estaba en el lugar y sufrió heridas, y llegó a las salas de cine a los pocos meses de los hechos, ganando un Oscar al año siguiente. Todo lo contrario al cine que ha valorado el papel de la Inteligencia Naval (Station HYPO del comandante Joseph Rochefort que se le da gran protagonismo en la película de 1976) al conocer los códigos de comunicación japonesa y comenzar a sospechar de la frecuencia con que hablaban de un objetivo llamado “AF” (posteriormente se logró confirmar con una treta que era Midway); y el coraje y sacrificio de los pilotos de los tres portaviones (Enterprise, Hornet y Yorktown, junto a los de la isla). Se destruyó el factor sorpresa del plan nipón diseñado por el almirante Isoroku Yamamoto. Lo extraño es que Hollywood solo ha hecho dos filmes: el de 1976 ya descrito y el homónimo de Roland Emmerich que se estrenó en 2019. El cine japonés le dedica mucho más, por solo nombrar una: el biopic del máximo comandante titulado Isoroku (Izuru Narushima, 2011).

La Batalla del Mar del Coral (3 al 8 de mayo de 1942) y la de Midway (3 al 6 de junio de 1942) a pesar de su distancia temporal están enmarcadas en la estrategia de expansión del perímetro defensivo del Imperio del Japón, la primera en el sur para aislar a Australia y la segunda en el norte para aislar a Hawai ¡y en ambas fracasaron! Tal como analizamos a principios de mayo al hablar de la primera, ambas se fortalecieron en su acción por el raid del coronel James Doolittle (18 de abril) y un exceso de confianza debido a su racha de victorias ininterrumpidas con muy pocas pérdidas desde el ataque a Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941).

El objetivo no era tan solo la expansión sino cumplir con un principio de la doctrina militar japonesa originado en la Batalla de Tsushima en 1905 (guerra ruso-nipona, 1904-1905): las guerras se ganan con una batalla decisiva en la cual se quiebra tanto el grueso de los ejércitos como el deseo de seguir luchando ¡y lo peor de todo es que se cumplió en cierta forma en el primer factor, pero en su contra! La idea era distraer la atención de las fuerzas haciendo una primera invasión en las Aleutianas (cadenas de islas de Alaska) que obligaran a salir a la flota de Estados Unidos (en especial sus portaviones) de Pearl Harbor, mientras los más importantes portaviones (Akagi, Kaga, Soryu e Hiryu) comandados por el almirante Chuichi Nagumo destruiría los aviones, el aeródromo y las defensas de Midway para facilitar su invasión. Al aproximarse el enemigo este sería sorprendido y hundido sus portaviones.

El comandante Rochefort y su equipo logran indicar hasta la fecha del ataque a Midway (entre el 4 y 5 de junio), de modo que cuando aparecen los bombarderos japoneses ya los estaban esperando y la pista estaba vacía. Dichos aviones atacan a la flota pero no logran causarles daños. Nagumo al ser informado toma una decisión que significará un error fatal: cambiar los torpedos y bombas de penetración a bombas contra los aeródromos y defensas para terminar la tarea comenzada, pero se entera que los portaviones enemigos pueden estar cerca y vuelve a dar una contraorden. Mientras se encuentra realizando el cambio aparecen los bombarderos y torpederos enemigos pero sus cazas Zero dan cuenta de ellos. Cuando los Zeros vuelven para repostar combustible y se están preparando el resto de los aviones con las bombas cerca, los atacan más SBD Dauntless (bombardero en picada) y TBD Devastators (torpederos). Con eficacia y coraje (“como samuráis”, dice Nagumo siguiendo una de las películas) los pilotos estadounidenses dan cuenta de tres portaviones. En la tarde caerá el último (el Hiryu), que sí pudo antes atacar y dejar tan dañado al Yorktown que terminará siendo hundido por un submarino japonés.

El resultado de la batalla fue el quiebre de la “columna vertebral” del Imperio del Sol Naciente. ¡Cuatro grandes portaviones hundidos! Yamamoto renunciará a la invasión por carecer de cobertura aérea y se mantendrá al pueblo totalmente ignorante de la gran tragedia. La mitad de la fuerza de portaviones desapareció en minutos, y la otra mitad que quedaba eran naves de menor tamaño salvo el Zuikaku y el Shokakuque no participaron porque habían sido dañados en el Mar del Coral. La capacidad industrial de su país era incapaz de una rápida recuperación, a diferencia de Estados Unidos que a finales de año comenzó a producir un nuevo portaviones cada dos meses.

La gran consecuencia de Midway es que Japón más nunca retomaría la ofensiva en los mares, y solo confiaba en que la defensa fanática hiciera que los estadounidenses negociaran para evitar tan alto costo humano en sus filas. Solo intentaron seguir insistiendo en cortar las comunicaciones entre Australia y Estados Unidos para lo que construirían un aeródromo en Guadalcanal. En ese lugar se daría la primera ofensiva importante de los Aliados en el Pacífico y en agosto próximo cuando se cumple el 80 aniversario, Dios mediante, comenzaremos su análisis. Uno de los aprendizajes de la batalla decisiva que fue Midway y que se ha desarrollado en la historiografía, es la tesis que explica la derrota por el fuerte apego de los japoneses a los planes militares. El Ejército de Estados Unidos poseía una mayor flexibilidad en los momentos de crisis. Decidir a partir de una percepción tergiversada por el dogmatismo y los mitos puede resultar fatal.