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Mi verdad sobre el 4 de Febrero (III)

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Después de pedirle al presidente Pérez que se dirigiera a los venezolanos, me dediqué a enfrentar la grave situación militar. Ante mi convencimiento que recuperar el control de Miraflores era imprescindible, urgí insistentemente al general Luis Oviedo Salazar a organizar, en el menor tiempo posible,  el grupo de  tarea con el fin de atacar la unidad insurrecta que tenía rodeado el palacio presidencial. Preocupado por el rápido avance de la columna de tanques, proveniente de Valencia, llamé telefónicamente al general Alfredo Salazar Montenegro, Jefe del Comando Logístico del Ejército. Le ordené establecer una posición defensiva en la Autopista Regional del Centro, con la finalidad de impedir el acceso de la columna de tanques a Caracas. De igual manera, al requerirse, con urgencia,  recuperar el control de Fuerte Tiuna, me comuniqué con  el coronel Jhon Torres Aquino, comandante del Regimiento de Comunicaciones del Ejército. Le  ordené preparar su unidad para atacar la compañía insurrecta que tenía rodeado el ministerio de la Defensa y el comando del Ejército. Afortunadamente, el ataque no fue necesario.

El presidente Pérez llamó al contraalmirante Iván Carratú Molina, jefe  de la Casa Militar y le ordenó organizar su salida del palacio presidencial. El CA Carratú muy sorprendido le respondió: “Eso es imposible presidente, todas las salidas están controladas por los insurrectos  e intentar salir pondría en riesgo su vida”. El presidente Pérez insistió de una manera firme y decidida: “Carratú, no le estoy preguntando qué es lo que vamos a hacer. Le estoy ordenando preparar mi salida de Miraflores”. (1) Ante la decisión del presidente de la República, el jefe de la Casa Militar pidió unos minutos para planificar lo necesario. Observó que una de las puertas, la que comunica con la plaza Bicentenaria, no había sido bloqueada por los insurrectos. El presidente de la República, acompañado del CA Carratú, el ministro Ávila Vivas, el señor Alfaro Ucero, el T.C. Dudamel y el comisario Fernández, se trasladó desde su despacho hasta el garaje de Miraflores. Un motorizado de la escolta fungió de chofer. Tomaron un automóvil particular. El señor Alfaro, debió permanecer en Miraflores al no llegar a tiempo para tomar el vehículo.

El CA Carratú ordenó abrir la mencionada puerta. Al hacerlo sonó la alarma. Se produjeron disparos contra el vehículo, desde uno de los carros blindados que rodeaban el palacio presidencial, sin consecuencias. El presidente Pérez ordenó dirigirse a Venevisión. Llamó por teléfono al señor Carlos Bardasano, gerente de la planta, quien le informó que el canal no se encontraba controlado por los insurrectos. Al llegar a la estación fue recibido por el señor Bardasano y de inmediato se preparó un pequeño estudio para que el presidente de la República enviara un mensaje a la nación: “Un grupo de militares, traidores a la democracia, liderando un movimiento antipatriótico, pretendieron tomar por sorpresa al gobierno. Me dirijo a todos los venezolanos para repudiar este acto. En Venezuela el pueblo es quien manda. Su presidente cuenta con el respaldo de las Fuerzas Armadas y de todos los venezolanos. Esperamos que en las próximas horas quede controlado. Cuando sea necesario volveré a hablar”. (2) A los pocos minutos, se escucharon las voces de Eduardo Fernández y de Teodoro Petkoff en rechazo a la asonada militar.

El presidente Pérez decidió dirigirse, de nuevo, al país. “venezolanos, venezolanas: hace una hora me dirigí a la nación para darle cuenta del atropello vandálico de un grupo de militares que desconociendo sus deberes constitucionales pretendieron dar un golpe para asesinarme al tratar de tomar “La Casona” y el palacio de Miraflores. Afortunadamente, la lealtad funcional de las Fuerzas Armadas lo ha impedido. He contado con el respaldo de toda la nación y de los países democráticos del mundo… Ahora quiero dirigirme especialmente a las Fuerzas Armadas Nacionales: oficiales y soldados, les habla su comandante en jefe, su obediencia es para quien tiene el mandato del pueblo, para quien juró la Constitución. Cualquier oficial, cual sea su jerarquía, que pretenda no acatar su mandato debe ser desconocido por ustedes. Ustedes tienen que honrar su juramento, ustedes tienen que honrar al pueblo de Venezuela. Yo les envío la orden precisa y categórica: obedecer a su Comandante en Jefe, obedecer a los comandos naturales firmes en obediencia y acato de la Constitución Nacional”. (3)

El almirante Rafael Huizi Clavier, el coronel Juan A Pérez Castillo y el señor José Hernández redactaron un comunicado, a nombre del Ministerio de la Defensa, para informar a la nación sobre lo que ocurría. Autoricé, telefónicamente, su contenido y les ordené difundirlo a través de Venevisión. Así lo hicieron. La situación militar empezó a modificarse de inmediato. La alocución del presidente Pérez tuvo un gran impacto psicológico en los oficiales insurrectos y se produjo la rendición, sin combatir, de varias unidades bajo el mando de esos oficiales, entre ellas la compañía del regimiento Codazzi que tenía rodeado el Ministerio de la Defensa y la Comandancia del Ejército. Su comandante, el capitán Humberto Ortega Díaz, informó su decisión de rendirse al general Humberto Betancourt Contreras, quien se encontraba entre los detenidos en la alcabala de acceso a la Comandancia del Ejército. El general Betancourt se lo comunicó al general Rangel y este ordenó que fuera detenido y conducido a su oficina. El coronel Raúl Salazar, tomó el mando de la unidad insurrecta con el fin de trasladarla a su cuartel.

El batallón Bolívar y 16 carros de combate pertenecientes al batallón Ayala, al mando del general Luis Oviedo Salazar, sobrepasaron las alcabalas de Fuerte Tiuna a las 2:30 am. Su objetivo: recuperar el control del palacio de Miraflores. El avance se realizó por las avenidas Baralt y Urdaneta. Durante el trayecto se agregó a la columna una compañía de vehículos antimotines del Destacamento No. 51 de la Guardia Nacional. El fracaso en la toma del palacio presidencial, la imposibilidad de capturar al presidente y la aproximación del Grupo de Tarea condujo a los mayores Carlos Díaz Reyes y Pedro Alastre López a iniciar conversaciones con el teniente coronel Rommel Fuenmayor con la finalidad de rendirse. Así lo hicieron, evitando un combate innecesario contra una unidad que los superaba en efectivos y poder de fuego. El teniente coronel Fuenmayor me llamó por teléfono para notificarme la rendición de la unidad sublevada y la llegada a Miraflores del Grupo de Tarea. De inmediato, me comuniqué telefónicamente con el presidente Pérez para informarle que podía trasladarse, de nuevo, al palacio de Miraflores.

¿Por qué fracasó la insurrección militar? El factor sorpresa, elemento fundamental para el éxito de una conspiración de cuadros medios, no se logró totalmente debido a la información aportada por el capitán René Gimón Álvarez y la orden de acuartelamiento, aunque insuficiente, dictada por el general Rangel Rojas a las unidades del Ejército de la Guarnición de Caracas. Los oficiales comprometidos en esas unidades le informaron al T.C Hugo Chávez que, ante esa medida, les era imposible insurreccionarse. Sin embargo, Chávez decidió continuar con el alzamiento. No le importó comprometer la vida de los oficiales y soldados en una operación con tan pocas posibilidades de éxito. La misión del batallón Briceño, bajo su mando directo, era apoyar el ataque del batallón Ayala a Miraflores. Inexplicablemente, Hugo Chávez, en lugar de abocarse a cumplir esa misión,  decidió tomar el Museo Histórico Militar e instalarse allí a esperar el resultado de ese ataque. Otro factor imprescindible en toda operación militar, el comando y control, brilló por su ausencia.

El informe que presentó el coronel Marcos Yánez Fernández, director del Museo, inmediatamente después de los hechos, describe la irresponsable y cobarde actitud que asumió el T.C. Hugo Chávez Frías durante el alzamiento. “En ese momento salí a las puertas del Museo Militar. Allí se encontraba Hugo Chávez. Se veía pálido. Observaba con binóculos los combates que se desarrollaban en los alrededores de Miraflores, pero no tomaba ninguna decisión. Algunos vehículos blindados tipo Dragón disparaban sobre el Regimiento de la Guardia de Honor. La inmovilidad de los vehículos blindados indicaba que estaban siendo fijados por fuego de una unidad muy superior en efectivos como era el Regimiento de la Guardia de Honor. Era imprescindible apoyar con Infantería a los vehículos blindados. Hugo Chávez se encontraba tan impresionado por lo que ocurría que no era capaz de analizar con suficiente claridad la situación militar. Sus respuestas a mis planteamientos fueron totalmente incoherentes. Al darme cuenta del estado de shock que presentaba me retiré a mi oficina”. (4) El batallón Briceño contaba, aproximadamente, con 300 hombres bien equipados y entrenados. Hugo Chávez los mantuvo inactivo hasta su rendición a las 6:30 a.m.


  1. Ochoa Antich, Fernando, Conversación mantenida con Carlos Andrés Pérez el 5 de febrero de 1992,  Así se rindió Hugo Chávez p. 145. Libros El Nacional, Año 2007;
  2. Tarre Briceño Gustavo, El espejo roto, p.38, Editorial Panapo, Caracas, 1994;
  3. Wasloxten, Gustavo, Maisanta en caballo de hierro pp. 54-56. Citado por Gustavo Tarre Briceño en El espejo roto”;
  4. Yánez Fernández, Marcos, entrevista, Caracas, 14 de abril de 2006, informe que presentó al ministerio de la Defensa en febrero de 1992, Así se rindió Chávez pp.142, 143, Libros El Nacional, año 2007.

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