OPINIÓN

Mi participación en la consulta del Esequibo

por Virgilio Ávila Vivas Virgilio Ávila Vivas

“La coherencia es la virtud de los grandes políticos” solía decirme Carlos Andrés Pérez. Esta era una frase que me repetía constantemente cuando fui gobernador del estado Nueva Esparta en su primer período y luego gobernador del Distrito Capital y ministro de Relaciones Interiores en su segundo mandato presidencial. Esa es la regla que he seguido en mi vida política. Creo en el voto y en  el uso de los instrumentos que brinda la democracia. Y el poder del voto acaba de ser reivindicado con la realización de las primarias. A continuación recojo las ideas que tengo en relación con la consulta sobre el Esequibo.

No me cabe duda de que la posibilidad de realizar un referendo consultivo tiene base constitucional en el artículo 71 de la carta magna. Lo que se discute es el contenido de las preguntas, pero que hay que participar, como lo han afirmado Ramón Escovar León, Ramón Guillermo Aveledo, Andrés Caleca, Rocío San Miguel, Josmar Fernández, Eloy Torres y la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios, entre otros. De ahí que lo que resulta inconveniente es la manera cómo han sido elaboradas las interrogantes que se le presentan a los venezolanos. Seguidamente explico mi posición en relación con cada pregunta, siguiendo el orden que ha presentado el gobierno.

La primera se plantea así: “¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba?”.

Aquí no hay discusión de que el Laudo Arbitral de 1899 es radicalmente nulo, porque es inmotivado y es producto de una emboscada contra Venezuela.

Votaré sí en esta pregunta.

El contenido de la segunda pregunta es este: “¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba?”.

La respuesta necesariamente tiene que ser sí. Es sabido que el Acuerdo de Ginebra, suscrito el 17 de febrero de 1966, establece que la controversia entre Venezuela y Guyana debe buscar una solución amistosa a través de la negociación. Y al amparo de este Acuerdo, Venezuela dirigió su estrategia por décadas. De ahí que mi voto en esta pregunta será sí.

La tercera es esta: “¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba?”.

Mi respuesta aquí será no. Sería un error que Venezuela abandone el proceso que se ha iniciado contra ella. Más allá de las discusiones teóricas, es lógico entender que una defensa judicial no puede abandonarse.

Nuestro país debe organizar un grupo de expertos para que prepare la contramemoria que hay que presentar el 8 de abril de 2024. Juristas, historiadores, geógrafos, politólogos y especialistas en seguridad nacional deben integrar ese equipo de expertos. No hay tiempo que perder sobre este vital asunto.

No puede escapar que la Corte Internacional de Justicia, en decisión del 18 de diciembre de 2020, confirmó su competencia y para ello se basó en el Acuerdo de Ginebra. Se trata de la interpretación que hicieron los jueces de dicho acuerdo, lo que es vinculante.

La cuarta pregunta se refiere al asunto de las concesiones que ha otorgado Guyana, y se plantea así: “¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios, conforme a derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional?”.

No estoy de acuerdo con esas concesiones, pero de lo que se trata es que Venezuela solicite medidas cautelares contra Guyana por esas concesiones, pero todavía no lo ha hecho. De ahí que la pregunta debe redactarse apropiadamente. Si no se hace, me abstendré de responder.

La quinta interrogante es la más larga, y dice: “¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y que se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio, que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el Derecho Internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano?”.

Más allá de las críticas lingüísticas que ha recibido la redacción de la pregunta, la misma entraña una amenaza que ha motivado a Guyana a solicitar medidas cautelares contra Venezuela. Por eso, votaré no en la pregunta.

Pero lo que se puede observar hasta ahora es que la consulta ha desatado un proceso de reflexión entre los venezolanos que ha permitido que la población se ilustre sobre este importante asunto para la vida nacional.

Además, el venezolano exige que la clase dirigente esté a la altura del compromiso histórico. La abstención y el silencio son opciones incoherentes con lo que ocurrió en la primaria. Primero se defendió la participación y ahora se pretende defender lo contrario. En política hay que ser coherentes; hay que buscar siempre espacios de entendimiento y de consenso, sobre todo cuando de lo que se trata es de la defensa de Venezuela.

El Esequibo no tiene ni debería tener ningún sesgo político. Este es un problema que mueve el corazón de todos los venezolanos y nos invita a ejercer nuestro voto. Hay que tomar cuenta que el liderazgo se ejerce enseñando cuál es el camino, sin temores ni odios. Y todo siempre pensando en Venezuela. Felicito a todos los que han dado su opinión porque está unido al sentimiento de todos los venezolanos.

Eso fue lo que me enseñó mi maestro, Carlos Andrés Pérez.