OPINIÓN

Mi orden mundial es una fórmula vetusta: mandante, mandato y mandatario

por Alberto Jiménez Ure Alberto Jiménez Ure

Prueba que Simón Bolívar no libertó ningún territorio es que, en su nombre, y con símbolos patrios que muestran su imagen [varias veces transformada, a conveniencia] proseguimos esclavos de malnacidos con regimientos de mercenarios. Su legado cívico-militar fue escorias.

No recuerdo haber vivido alguna etapa en la cual los corruptos se apartaran y desistieran dirigir nuestros destinos. La perversidad es el epicentro de la Cultura Hispanoamericana. Desde el instante cuando expiden nuestra partida de nacimiento, somos condenados, de oficio, padecer, forzosa o consensualmente, daños patrimoniales y morales gravísimos.

Cualquier político o militar de escasa inteligencia, pero algo astuto, puede robar [fácil] los recursos de la nación de la cual forma parte. Escándalo fugaz cuando atreve exhibir un estilo de vida suntuoso. El pueblo, en general, sólo observa. Pocos están en condiciones de formular acusaciones. No son imputados, sino protegidos. Antes de ejercer cargos públicos, el aspirante a nuevo rico suele ser rastacuero. Por ello, la mayoría de esa clase de personas elige mudar su botín hacia países donde no existen tratados extraditorios.

El «mandante» [pueblo] elige, teórica o conceptualmente, quién administrará las riquezas de su país. Dicta un «mandato» [Lat. «mandatum»] que implica «máxima preconcebida»: la cual, sin menoscabar los derechos hasta de quienes tienen antecedentes penales, se informará a postulados «aptos presuntos» que expresan anhelos de competir para convertirse en «mandatario» [Lat. «mandatarius»] en la Sociedad de Civiles. Virtud a sufragio, digo, y no por causa de torceduras jurídicas que lo exhiben evento difuso, que discierno suceso «de facto», ese individuo firmará un «contrato consensual». Estará obligado respetarlo, sin irrestrictamente. Se infiere que los ciudadanos lo demandarán  si comete, incumple o desacata.

Lo expuesto debería ser inmutable, pero sólo las víctimas de los usurpadores con «mando» sabemos que actos electorales son «de comics» y «ceremonia» en la Histriónica Universal. El hombre o mujer contratada firma, mira en derredor, ríe, se quita su agujereado manteo, celebra con una bacanal su triunfo y, cuando los participantes del convite están dopados, cambia la «puesta en escena» sin «previo aviso e inexorablemente. Mandar deviene monstruosa aberración.

Al cabo de muchos años de enfrentarme al Totalitarismo, la realidad que experimenta el mundo me da la razón: pero, sus defensores o profesos viven cómodos, enriquecen, prosiguen vejándonos, burlándose de quienes pujaremos a favor de los Derechos Universales del Hombre hasta el final de nuestros días. Mi edad adusta no apaga mi rebeldía, acrecienta mi indignación.

Criminar ideas contestatarias, el librepensamiento, torturar, perseguir, hostigar matar personas que no santifican las atrocidades que cometen individuos en el ejercicio del poder, son patologías internacionales. En el mundo, no existen organismos con atribuciones para decretar cuarentenas que mantengan salvo de tanta plaga política-cívico-financiera-militar al corpus de la humanidad

Cuando naciones están dominadas por grupos de terroristas en concierto para delinquir y cooperadores explícitos, los ciudadanos que [lógica y legítimamente] protestan sin armas letales en la calle, a favor de la restitución del Estado de Justicia y Derecho o formas democráticas  de gobierno, sólo logran mayor represión y matanzas de inocentes. La libertad bajo yugo de incorregibles vándalos sólo puede restituirse con violencia.

@jurescritor