Al Joker 2 le han montado una inquisición, condenándola por todo. La acusan de ser una película fallida, vacía y hasta peligrosa. Otros jueces de la moral, aseguran que traiciona a la franquicia, al hacer un blanqueamiento del personaje. Pero nada menos cierto. Por eso los invito a mi defensa del Bromas en su secuela con Lady Gaga, rompiendo algunas reglas del canon de la DC.
Lo primero que hay que aceptar es que el tiempo ha pasado y que no se puede repetir el éxito de la película anterior. La primera es una obra maestra y la secuela lo que busca es profundizar en ella, asumiendo riesgos y tomando desvíos creativos. En tal sentido, ahora nos situamos en la cárcel de locos de Arkham, en una especie de película de presidio en un manicomio, como lo fue Atrapado sin salida, en la época de Escape de Alcatraz.
Ahí el Joker espera por un juicio, siendo abusado física y mentalmente por los guardias. Uno de ellos está de Oscar y lo interpreta Brendan Glesson.
Lady Gaga cautiva con su performance, a pesar de un guion que ahonda poco en su historia. Le ha costado mucho encontrar una voz en Hollywood, que supere su imagen de cantante.
Joaquin Phoenix replica el desarrollo de un protagonista fuerte, que le brindó la oportunidad de ganar un Oscar. En propiedad, continúa la senda del anterior registro, adoptando el perfil sórdido que le exige la producción, con un cuerpo huesudo y un semblante demacrado.
Por momentos, el filme retoma el look oscuro de Hunger, aquella notable película de Steve MacQueen. Vemos que la prisión deshumaniza y que se convierte en un infierno para el protagonista, reproduciendo su ciclo de violencia y venganza. El aparente foco de luz viene de la mano de Harley Queen, cuando propone rehabilitarlo a través del arte del canto y el amor.
Desde entonces, Joker 2 se desarrolla como un antimusical que fractura las expectativas de un espectador que desea que le cuenten finales felices, para apaciguarse.
Observamos una película cerebral que transcurre toda en la mente del Joker, entre la realidad y su ficción con Harley, a quien parece soñar como su dulcinea.
La gente demandaba un entretenimiento masivo, que ampliara la acción clásica del arquetipo. El nuevo ritmo que le imprime el realizador, así como su tono de autocrítica, se recibe con molestia por parte del espectador. El director tuvo una idea que no cuajó en la expectativa del gran público. Pero no por ello, estamos ante una película desastrosa.
Sobre la estética musical del filme, tengo dos comentarios. Me encanta que recupere el estilazo de Lars Von Trier en Bailarina en la oscuridad, al mostrar las injusticias de un personaje que abriga la bondad, pero que el contexto se encarga de dinamitar. Por otro lado, me gusta que se rememore el tipo de musical adulto que vimos en Chicago, narrando otra historia de crítica de la mala influencia de los medios en una corte transformada en un circo sensacionalista.
Hay escenas desgarradoras en el tribunal del Bromas, y algunas que implosionan los códigos del género, recordando a títulos como Asesinos por naturaleza y Cuestión de honor.
Pero más que una parodia, Joker 2 se presenta como una sátira en la que se reflexiona sobre los abusos del poder, el abandono institucional y los traumas de un villano, que amenaza con redimirse, justificando sus actos. Al final, adoptamos la visión del Joker 2, intentando explicarse en su ley.
De seguro que se trata de un espejo del mundo actual, con su escalada de odio que nos ha polarizado y atrincherado. No es casual que la película haya sido víctima del propio estado de las cosas, en tiempos de conflicto.
El fandom la sepultó apenas se publicó el trailer. Se ha sentido decepcionado y defraudado, comprometiendo su rendimiento en taquilla, uno de los peores para una película de la DC.
El género de superhéroes sigue afrontando una crisis severa. Las propuestas de refrescamiento, relectura y deconstrucción, no venden boletos y caen en una batalla de legitimación que las asfixia. Se quiere el lugar común, antes que la experimentación.
Así que intente verla sin prejuicios e intente comprender, más que demonizar. Creo que es una joyita de su director, Tod Phillips, que expone la deriva del planeta con los colores alucinados de las vanguardias de los sesenta y el New Hollywood.
De modo que el Joker 2 no es tan mala como dicen y mucho menos es un filme superficial de superhéroes.
Es una película de autor que aprenderemos a valorar en el futuro.
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